Martes 14 de Octubre de 2025
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El sector del vino sudafricano ha experimentado una transformación profunda en los últimos quince años. La calidad, la regularidad y la variedad de los vinos producidos han mejorado de forma notable. Sin embargo, la presencia de estos vinos en los lineales de tiendas y cartas de restaurantes internacionales aún no refleja plenamente este avance. El evento Cape Wine, celebrado el pasado mes de septiembre en Ciudad del Cabo y organizado por Wines of South Africa, reunió a cientos de compradores de todo el mundo para conocer de primera mano la oferta actual del país.
Cape Wine, que celebró su décima edición, es una cita trienal que se ha consolidado como el principal escaparate internacional para el vino sudafricano. Durante tres días, productores, importadores, distribuidores y prensa especializada participaron en catas, debates y encuentros comerciales. Además, se organizaron actividades paralelas centradas en variedades autóctonas y regiones vinícolas específicas.
Uno de los aspectos más señalados por los asistentes fue el espíritu colectivo que caracteriza al sector sudafricano. Winemakers y bodegueros colaboran estrechamente, comparten experiencias y promueven juntos la imagen del vino sudafricano en el exterior. Eben Sadie, uno de los elaboradores más reconocidos del país, lo resume así: “La fraternidad del vino sudafricano se mueve como una unidad. El poder del colectivo es fundamental”.
El ministro de Agricultura, John Steenhuisen, participó activamente en el evento y reiteró el compromiso del gobierno con el sector. Recordó que la industria vinícola da empleo a cerca de 300.000 personas y representa el 1% del PIB nacional, con un valor estimado de 56.000 millones de rands. Steenhuisen subrayó la importancia de contar la historia auténtica del vino sudafricano y convertir la excelencia en oportunidades comerciales.
A pesar de estos avances, el sector se enfrenta a varios problemas. La volatilidad del mercado internacional afecta especialmente a los vinos comerciales y de entrada de gama. El exceso de oferta en países como Australia y Nueva Zelanda ha presionado los precios a la baja y ha dificultado la venta de vinos sudafricanos en algunos mercados clave. Además, la falta de marcas fuertes dificulta que Sudáfrica pueda imponer precios fuera de las dinámicas habituales del comercio internacional.
En el canal horeca, sin embargo, Sudáfrica ha logrado avances importantes en la venta de vinos premium. Según datos recientes, las referencias sudafricanas han aumentado su presencia en las cartas de restaurantes británicos y el precio medio por botella ha subido un 9%. Los productores consideran que la calidad y la regularidad de sus vinos son sus principales bazas comerciales. No obstante, existe cierta frustración porque muchos compradores internacionales siguen asociando Sudáfrica con vinos económicos y no consideran sus referencias para los segmentos más altos de precio.
Algunos productores han optado por reposicionar sus marcas y aumentar precios para reflejar mejor la inversión realizada en viñedo y bodega. Este cambio ha supuesto perder algunas ventas, pero también ha permitido acceder a nuevos clientes y mejorar la rentabilidad. Otros actores del sector consideran que Sudáfrica ha estado demasiado tiempo condicionada por las exigencias de precios bajos impuestas por los compradores internacionales.
El mercado británico sigue siendo prioritario para Sudáfrica, tanto por volumen como por diversidad de referencias. En tiendas especializadas como Cambridge Wine Merchants se pueden encontrar vinos sudafricanos desde 6,50 hasta 90 libras la botella, aunque la mayoría se sitúa entre 10 y 20 libras.
Para asegurar el suministro y planificar a largo plazo, varios importadores británicos han establecido alianzas estratégicas con grandes productores y cooperativas sudafricanas. Este modelo permite compartir riesgos y beneficios entre agricultores, bodegas e importadores. Brand Phoenix fue pionera en este tipo de acuerdos con su marca First Cape, que lleva más de dos décadas en el mercado británico.
La colaboración también se extiende a proyectos conjuntos para desarrollar nuevas variedades o estilos de vino adaptados a las tendencias del mercado internacional. Por ejemplo, Off Piste Wines trabaja estrechamente con Leeuwenkuil Family Vineyards y la enóloga Trizanne Barnard para producir una gama amplia de vinos exclusivos destinados a diferentes mercados.
En paralelo, grandes productores sudafricanos han diversificado su oferta para atender tanto al segmento de granel como al premium. Empresas como Journey’s End o Origin Wine operan en ambos ámbitos para maximizar oportunidades comerciales.
Durante un debate celebrado en Cape Wine con representantes del sector y autoridades públicas se puso de relieve la necesidad de que Sudáfrica hable con una sola voz y refuerce su imagen internacional. Se identificaron elementos clave como la variedad Chenin Blanc, los programas sociales y medioambientales, el enoturismo y la inversión extranjera como pilares sobre los que construir el futuro del sector.
Los compradores internacionales buscan cada vez más propuestas innovadoras y diferenciadas. Los productores sudafricanos son conscientes de que deben adaptarse a las demandas del mercado sin perder su identidad ni renunciar a sus estándares de calidad.
El sector vinícola sudafricano afronta un momento decisivo. La consolidación de alianzas estratégicas, la apuesta por la calidad y la diversificación comercial serán factores determinantes para que sus vinos ocupen un lugar preferente en los mercados internacionales.
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