Martes 30 de Septiembre de 2025
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La historia de la pizza es tan antigua como el pan y tan universal como el fuego. Ese círculo de masa que parece sencillo y al mismo tiempo infinito, nació mucho antes de lo que solemos imaginar. Pero fue en Nápoles, durante el siglo XVIII y XIX, donde esa humilde preparación del pueblo se convirtió en identidad, en símbolo cultural. Y fue allí, en 1889, donde la pizza más famosa de todas tomó nombre propio: la Margherita.
Cuenta la leyenda que la reina Margherita de Saboya, harta de los banquetes afrancesados de la corte, pidió probar un plato popular en su visita a Nápoles. El pizzaiolo Raffaele Esposito preparó tres opciones, pero la que conquistó a la reina fue la que unía tomate, mozzarella y albahaca, los tres colores de la flamante bandera italiana. Desde entonces, esa pizza llevó su nombre y se volvió inmortal: la pizza podía ser a la vez popular y majestuosa.
Pensar en esa historia me hizo preguntarme: ¿qué pasaría si alguna vez existiera una pizza con mi nombre? Mi ideal llevaría salsa de tomate, queso, aceitunas negras, alcaparras, bacon crocante y un toque de peperoncino. Una pizza intensa y con carácter, pero también con la liviandad que busco en cada bocado.
Como estoy hablando de mi comida favorita me permito contar algo personal. La pizza siempre fue mi debilidad. En mi fiesta de 15 años, el plato principal no fue un sofisticado menú de tres pasos, fue pizza. Todo lo demás, era tradicional, pero lo innegociable para mi era el menú y por suerte mis padres me dieron el gusto. Desde entonces, cada viaje, cada ciudad, cada experiencia gastronómica tiene en mi lista un “testeo pizzero”. Podría considerarme una catadora internacional de este alimento: la pizza es mi termómetro, mi excusa, mi placer. Y quizás por eso, descubrir DATA en Buenos Aires fue un sacudón.
"Esto no es pizza, es DATA" no es un claim vacío; es la síntesis de una apuesta. DATA nació de la mirada de emprendedores que vieron en la pizza la posibilidad de fusionar tradición artesanal con precisión tecnológica. Uno de sus socios, Diego Alcaraz, con pasado en finanzas, se inspiró en propuestas internacionales —desde Una Pizza Napoletana en Nueva York hasta movimientos contemporáneos en Tokio— para imaginar una pizzería que tratara a la pizza como alta cocina en un marco informal.
No se trata solo de locales bonitos: DATA tiene un centro de producción propio ubicado en Tribunales, equipado con tecnología inédita para una pizzería: hornos inteligentes, robots de cocina, amasadoras industriales, ahumadores de flujo inverso y cámaras de fermentación en frío. Allí se elabora cada masa, se ahúman quesos, se madura el peperoni, se porcionan productos seleccionados y se controla la trazabilidad de cada insumo. Nada está tercerizado; todo se hace artesanalmente, bajo una misma filosofía: excelencia sin atajos. Con locales en Palermo, Barrio Chino, Tribunales y Caballito, los espacios son modernos, de cocina a la vista, pensados para delivery, take-away y vereda al paso, y se están convirtiendo en pequeños destination points en cada barrio.
En el menú conviven la memoria y la experimentación: las pizzas de 28 cm y 4 porciones exactas , los Fainá Bites (reinventando la fainá en bocados cremosos), los BIG DATA (sándwiches artesanales hechos al momento en horno de barro con panes propios), los DATA Bowls (ensaladas en bowls comestibles de masa de pizza) y los postres DATA Cream, reversiones modernas del flan artesanal. Es una carta que piensa la pizza como universo, no como plato único.
Detrás de esta revolución está Julián Fernández, un chef correntino que hace ocho años trajo a Buenos Aires su propia masa madre, la misma que hoy sigue alimentando a diario. Esa masa es el corazón de todo lo que sucede en DATA.
Su recorrido por cocinas como Atelier Fuerza, Atte. Pizza Napoletana, Aramburu o Eléctrica Pizza le dio una mirada afilada, una obsesión por el detalle y una pasión innegociable por lo bien hecho. Julián no solo busca sabor: mide el PH de los ingredientes, controla fermentaciones, ajusta temperaturas. El resultado es una pizza estilo napolitana pero diferente: ligera, digestiva, con base crocante que no se desarma y bordes aireados que parecen acariciar el paladar. Esa pizza que se disfruta sin culpa, sin pesadez al día siguiente.
Pero también es intuitivo, un artesano que sabe que la masa tiene vida propia y que el fuego siempre sorprende. En DATA, esa combinación de ciencia y pasión lo convierte en un alquimista moderno de la pizza.
DATA apuesta por un equipo que creció junto al proyecto. La mayoría está desde el inicio; “levó” con la marca, aprendiendo todos los matices de la masa. Hay, además, un rasgo que me encantó: presencia marcada de maestras pizzeras que amasan, revolean, estiran, cortan y empacan con una precisión coreografiada. Tienen un sistema de corte propio pensado para que cada una de las pizzas de 28 cm dé exactamente cuatro porciones perfectas —ni más, ni menos—. Ver ese movimiento es casi un pequeño acto teatral: manos, hornos, cámaras de fermentación y empaques sincronizados.
Es un engranaje perfecto: tecnología de vanguardia y manos humanas, robots y tradición, ciencia y arte. Un ecosistema donde cada detalle cuenta y donde cada integrante aporta pasión al proceso.
Uno de los diferenciales menos visibles, pero más revolucionarios, es cómo DATA aprovecha absolutamente todo. Nada se desperdicia: cada excedente se reinventa en más de 30 dips caseros —que acompañan sus bites, sanguches, se venden por separado—, o se usan para decorar y terminar pizzas.
Este enfoque no solo suma sabor y creatividad, sino que responde a un problema global: según la FAO -Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (Food and Agriculture Organization)-, un tercio de los alimentos producidos en el mundo se desperdicia cada año, lo que equivale a 1.300 millones de toneladas. En Argentina, se estima en 16 millones de toneladas de comida perdida o desperdiciada anualmente, con un impacto económico estimado en más de 5.000 millones de dólares.
La filosofía de DATA, entonces, no es solo culinaria, sino también ética y sustentable: transformar en vez de descartar, optimizar en vez de perder. Un modelo que combina conciencia ambiental con eficiencia económica.
Un lugar donde la tradición napolitana se cruza con la experimentación más audaz, donde cada pizza se convierte en un lienzo para la creatividad. DATA es resistencia, arte y futuro.
Es la prueba de que se puede honrar a Nápoles con masa madre viva y hornos de barro, mientras se mide el PH con precisión científica. Que se puede ser sustentable, innovador y profundamente porteño al mismo tiempo.
Al final, comer en DATA no es solo saciar el hambre. Es entender que una pizza puede ser cultura, ciencia, memoria, disfrute y también conciencia. Y que en cada bocado cabe la promesa de algo mejor: un plato eterno, reimaginado para el presente y el futuro.
En sus hornos no se cocina solo harina, agua y levadura: se cocina una nueva manera de vivir la gastronomía porteña. Con cada porción se confirma que la pizza puede ser alta cultura, que Buenos Aires puede ser vanguardia, y que el futuro de la mesa también se escribe en clave de pasión, ciencia y fuego.
DATA - PIZZA
Locales
Palermo: Julian Alvarez 2489
Barrio Chino: Mendoza 1749
Tribunales: Viamonte 1380
Caballito: Av. Diaz Velez 5575
Instagram: @pizzadata.ar
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