Martes 09 de Septiembre de 2025
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El sector del vino en España atraviesa un momento de incertidumbre. El consumo mundial de vino se situó en 214 millones de hectolitros en 2024, siete millones menos que el año anterior. Los jóvenes consumen menos vino, los costes de producción aumentan y los precios de las botellas suben. Además, la situación geopolítica es inestable y el cambio climático adelanta la vendimia a julio en algunas zonas.
En España, el consumo interno alcanzó los 987 millones de litros, con un aumento del 2,5%. Sin embargo, las exportaciones cayeron un 5,7% en los primeros once meses de la campaña 2024/2025. Portugal lidera el consumo per cápita con 61,7 litros por persona, mientras que en España apenas se llega a los 24 litros.
Algunas regiones viven momentos positivos. En Rías Baixas, las exportaciones alcanzaron más de ocho millones de litros y casi 76 millones de dólares en ventas. El precio de la uva Albariño subió a 4,21 dólares por kilo. Estados Unidos es uno de los principales mercados para esta denominación, que envía allí el 14% de su producción. La añada de 2024 fue calificada como excelente y las ventas al país norteamericano crecieron más del 13% en volumen.
El sector afronta problemas derivados del cambio climático. Las enfermedades como el mildiu y el oídio afectan a las viñas, sobre todo tras lluvias intensas y nieblas estivales. Los viticultores buscan nuevas ubicaciones a mayor altitud para plantar viñedos y así adaptarse a las nuevas condiciones climáticas. En La Rioja, por ejemplo, se ha pasado de viñedos a 600 metros sobre el nivel del mar a otros que superan los mil metros. Esto reduce el riesgo de enfermedades pero aumenta la posibilidad de heladas.
La política internacional también influye en el sector. Durante la administración Trump se impuso un arancel del 15% al vino europeo que entra en Estados Unidos. Biden lo redujo al 10%, pero la incertidumbre persiste. Para muchos productores españoles, este mercado sigue siendo prioritario pese a las dificultades.
En La Rioja se han modificado recientemente los requisitos para los vinos con denominación de origen calificada (DOCa). Ahora se permite una graduación alcohólica mínima más baja: 10% para tintos (antes era 11,5%) y 9% para blancos y rosados (antes era 10,5%). Los espumosos tendrán entre un mínimo del 10% y un máximo del 13%. El objetivo es adaptarse a las nuevas tendencias y mantener la tipicidad del producto.
La diversificación es una estrategia cada vez más común entre bodegas españolas. Productores como Álvaro Palacios exportan entre el 18% y el 20% de su producción a Estados Unidos y venden en hasta noventa países. Otros, como Mariano García en Ribera del Duero, exportan el 35% de sus ventas a sesenta y cinco países diferentes.
El cambio generacional plantea otro problema: los jóvenes consumen menos vino y muestran preferencia por bebidas con menor graduación alcohólica o menos envejecidas en barrica. Algunas voces del sector consideran que falta educación sobre la historia y cultura del vino, así como sobre su vínculo con la gastronomía y el entorno rural.
El exceso de oferta también preocupa a algunos productores. En regiones como La Rioja o Priorat hay quienes opinan que existen demasiadas referencias en el mercado. Esto obliga a las bodegas no solo a producir vinos de calidad sino también a saber venderlos.
Los precios en restauración son otro motivo de debate. Algunos profesionales consideran que los márgenes aplicados por restaurantes son demasiado altos y esto aleja al consumidor joven o con menor poder adquisitivo. El encarecimiento del vidrio, el gas, los fertilizantes y el transporte repercute directamente en el precio final.
El cambio climático ha tenido consecuencias directas este verano en Galicia. Incendios forestales han arrasado viñedos en Ourense, provincia que alberga cuatro denominaciones gallegas: Valdeorras, Ribeiro, Monterrei y Ribeira Sacra. El calor extremo interrumpe la circulación de savia y seca las uvas justo antes de la vendimia.
A pesar de todos estos problemas, muchos productores mantienen una visión optimista basada en la calidad y personalidad del vino español. Consideran que si se respeta el origen y se apuesta por productos diferenciados siempre habrá mercado para ellos. La adaptación constante parece ser la única vía posible ante un escenario marcado por cambios económicos, sociales y ambientales.
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