Martes 03 de Junio de 2025
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La gastronomía china lleva años afianzándose en Madrid con una fuerza imparable, conquistando paladares y barrios a través de una auténtica proliferación de locales. Sin embargo, entre tantos restaurantes que replican una y otra vez los mismos platos estandarizados —rollitos, arroz tres delicias, pollo al limón—, parece que la verdadera esencia culinaria del país asiático queda muchas veces diluida. Por eso resulta refrescante descubrir espacios como Yi Jiang Nan, ubicado en el madrileño barrio de Tetuán, concretamente en la calle Sor Ángela de la Cruz, donde la cocina que se sirve no está pensada para complacer a turistas despistados, sino para reencontrarse con las raíces. Aquí vienen a comer los propios comensales chinos, en busca de sabores auténticos que les conecten con su tierra. Un lugar donde además de degustar comida autóctona, puedes vivir una experiencia inmersiva que trasciende lo meramente gastronómico.
Nada más cruzar la puerta de Yi Jiang Nan, uno tiene la sensación de haber abandonado Madrid por un momento. La decoración, cuidada hasta el mínimo detalle, te sumerge de lleno en la estética tradicional china: farolillos suspendidos en el techo, un pavo real, madera obscura y una atmósfera cálida que transporta a otro continente. En la planta superior, incluso se puede comer en torno a una gran mesa redonda junto a lo que parece un pequeño templo, un rincón singular que convierte la visita en una experiencia casi ceremonial. Todo ello se ve reforzado por la hospitalidad del personal, con mención especial para Fan, siempre atenta y amable, que hace que el comensal se sienta acogido desde el primer instante. Un ambiente envolvente y sereno, perfecto para dejarse llevar por los sabores más profundos de la cocina china.
El restaurante ofrece dos fórmulas para disfrutar de su cocina: la carta, con una extensa y variada selección de especialidades regionales, o su formato más popular, el buffet a la carta, un concepto que se aleja radicalmente del imaginario habitual. Porque, seamos sinceros, cuando escuchamos la palabra "buffet" aplicada a la comida china, muchos pensamos en bandejas recalentadas, fritos interminables y sabores planos. Pero Yi Jiang Nan dinamita por completo ese cliché. Aquí todo se sirve recién hecho, con una presentación meticulosa, una materia prima de calidad sorprendente y un respeto absoluto por la autenticidad del producto. Lejos de ser una experiencia rápida o descuidada, el buffet se convierte en un recorrido sabroso y abundante por los distintos rincones culinarios del país, con raciones generosas y mucho mimo en cada plato.
La sección de entrantes ya deja entrever que no estamos ante un restaurante chino convencional. Aquí no hay ni rastro de los típicos rollitos de primavera o ensaladas sin alma: cada propuesta es una invitación a explorar sabores y texturas poco habituales para el paladar medio madrileño. Desde el punto de vista técnico, sorprende la limpieza en la ejecución y el equilibrio de cada receta, por sencilla que parezca.
Entre los más destacables, sobresale con diferencia el rollito de pato, hongos y trufa, una pieza delicada y aromática, de textura envolvente y sabor profundo, donde la trufa no abruma, sino que subraya con elegancia la intensidad del relleno. Es, sin duda, uno de esos bocados que justifican la visita. También merece una mención especial la ensalada de pepino al estilo chino, cortado en bastones crujientes y aliñado con vinagre de arroz y ajo, refrescante y con ese punto avinagrado tan característico. Para los más atrevidos, hay propuestas como la ensalada de medusa con salsa de soja y vinagre, un entrante frío de textura gelatinosa y sorprendentemente delicada, o los callos de ternera con morcillo en salsa sichuan, de sabor picante y potente, con ese toque anestesiante del huajiao que seduce o desconcierta.
El apartado de sopas y dim sum en Yi Jiang Nan merece un tratamiento propio, tanto por su calidad como por la intención de acercar al comensal a la verdadera esencia de la cocina casera china. En cuanto a las sopas, hay varias opciones, pero dos destacan por su capacidad de despertar el apetito sin saturar: por un lado, la sopa agripicante y, por otro, la sopa de carne de ternera estilo Xihu, con carne desmenuzada y un fondo denso que recuerda a un guiso tradicional más que a una sopa ligera.
Pero si hay un capítulo que demuestra el nivel técnico del restaurante, ese es el del dim sum. La carta ofrece una variedad considerable y muy bien ejecutada, tanto en cocción como en sabor. De entre ellos, destacan con fuerza los siao mai de cerdo, jugosos, intensos y con una masa perfectamente cocida al vapor, y las gyozas de pato con trufa, donde vuelve a aparecer ese maridaje entre tierra y carne que tan bien saben manejar aquí: mucho sabor, buena jugosidad y un relleno generoso. Igualmente recomendables resultan los bao al estilo Shanghai rellenos de cerdo ibérico, de masa tierna y centro caldoso, muy fieles a la receta tradicional de los xiao long bao, aunque adaptados con un punto ibérico que no traiciona la raíz. La selección incluye también versiones más suaves, como las gyozas de espinacas o las de langostino, pero incluso en esas opciones más sencillas se percibe el cuidado en el detalle: nada está de más, todo tiene su lugar.
La sección de principales es tan extensa como estimulante, una auténtica radiografía de los sabores regionales de China, desde el dulzor caramelizado de Shanghái hasta el picante audaz de Sichuan. Entre las propuestas más sobresalientes destaca el crujiente de pato con salsa, una pieza de piel dorada y carne melosa que conjuga técnica y sabor con precisión milimétrica. También resulta impecable el magret de pato almendrado crujiente, con un toque sofisticado, textura crocante y ese fondo umami que redondea el conjunto. En el apartado marino, sobresale el crujiente de langostinos con salsa agripicante o las gambas crujientes estilo Shanghái. Si hablamos de platos especiados, no puede pasar desapercibido el pollo con hongos en salsa Gongbao (Gong Bao Ji Ding) o el solomillo de cerdo ibérico en salsa Yuxiang. Y para los amantes de la intensidad, destacan joyas como la lonchita de entrecot salteado con cilantro o el rejo de calamar al estilo Sichuan, ambos con ese sello indeleble del wok bien trabajado: fuego vivo, salsas potentes y aroma de cocina auténtica.
En cuanto a las guarniciones, el arroz kubak con ternera es uno de los platos más destacados. Servido en cazuela recién hecho, este arroz ofrece un contraste muy atractivo entre la capa inferior crujiente y la suavidad de la carne de ternera, todo acompañado de una salsa que potencia la mezcla de sabores y texturas. Además, la carta incluye opciones variadas como el Pad Thai salteado, que aporta un toque tailandés dentro de esta oferta asiática, y los fideos de boniato con vegetales, ligeros y con un marcado sabor a wok. El arroz frito con pato, hongos y trufa añade un matiz sofisticado gracias a la combinación de ingredientes terrosos y aromáticos, mientras que otros clásicos como el arroz frito con verdura seca y carne de cerdo o los tallarines fritos con verduras y langostino completan un repertorio que da respuesta a diferentes gustos y apetitos, sin perder la esencia auténtica.
Yi Jiang Nan se presenta como una propuesta imprescindible para quienes buscan una experiencia gastronómica china auténtica y diversa en Madrid. Con una carta tan extensa y variada, invita inevitablemente a regresar para descubrir nuevas preparaciones y sabores en cada visita. Su ambiente cuidado, la calidad de sus ingredientes y la atención cercana completan una experiencia que satisface tanto a paladares curiosos como a quienes buscan el sabor de casa. Una oportunidad para redescubrir la gastronomía china desde una perspectiva genuina y enriquecedora.
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