Viernes 03 de Enero de 2025
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Lluís Giralt Vidal, investigador y técnico de viticultura en el Instituto Catalán de la Viña y el Vino (INCAVI), presentó el pasado mes de noviembre de 2024, en el Congreso Internacional ACE de la Enología y el Cava, los avances logrados en la gestión hídrica de los viñedos mediante sensores digitales. La intervención de Giralt se basó en un trabajo de investigación desarrollado durante años, con el objetivo de mejorar el conocimiento sobre la disponibilidad de agua en la planta y el suelo, y optimizar el uso del riego para lograr un equilibrio entre producción y calidad.
Durante su ponencia, Giralt expuso las herramientas empleadas para llevar a cabo este estudio, haciendo mención especialmente a los sensores meteorológicos y de suelo, así como aplicaciones informáticas que permiten analizar los datos recopilados. El uso de sensores ha evolucionado del control manual a un monitoreo automatizado y continuo. Entre los sensores meteorológicos utilizados están los de pluviometría, temperatura, humedad relativa, velocidad y dirección del viento, humedad foliar y radiación solar. Estos dispositivos permiten calcular la evapotranspiración de referencia, mediante la fórmula Penman-Monteith, lo que resulta fundamental para gestionar de forma precisa el riego en los viñedos.
El investigador subrayó la importancia de acumular datos históricos para mejorar la comprensión de los patrones climáticos y su impacto en la viña. En este sentido, citó como ejemplo los registros de la Xarxa Agroclimàtica de Catalunya, que recopilan datos de precipitación y temperaturas desde hace más de una década. Estos datos permiten establecer correlaciones entre las condiciones meteorológicas y la calidad de la cosecha, lo que resulta clave para tomar decisiones ajustadas a cada ciclo productivo.
En cuanto a los sensores de suelo, Giralt detalló el uso de sondas capacitivas y sensores de potencial hídrico. Las primeras miden la humedad del suelo de manera continua y permiten evaluar la eficacia del riego, identificando si el agua alcanza las raíces de la planta o se pierde en capas más superficiales. Por otro lado, los sensores de potencial hídrico aportan información sobre la presión que debe ejercer la vid para extraer agua del suelo. Estos valores son especialmente relevantes en suelos secos, ya que permiten identificar el momento en que el riego se vuelve imprescindible para evitar situaciones de estrés hídrico extremo.
El investigador presentó ejemplos de instalación de estas sondas en parcelas de regadío del Penedès. Los datos obtenidos han permitido determinar la capacidad de campo y los umbrales de humedad a partir de los cuales la planta empieza a sufrir por falta de agua. Esta información es de gran utilidad para los viticultores, ya que les permite adaptar las estrategias de riego a las necesidades reales de cada parcela, asegurando así la sostenibilidad del cultivo y la calidad de la producción.
Otro aspecto relevante expuesto por Giralt fue la medición del estado hídrico de la planta mediante la cámara de Schollander, un dispositivo que mide la presión necesaria para extraer agua de una hoja de vid. Este método permite evaluar el nivel de estrés hídrico de la planta y ajustar las prácticas de riego para garantizar un desarrollo vegetativo óptimo y una correcta maduración de la uva.
La ponencia también abordó el uso de tecnologías más avanzadas, como la dendometría y la teledetección. La dendometría mide las variaciones milimétricas en el diámetro del tronco de la vid, proporcionando información sobre los ciclos de transpiración diaria. Sin embargo, Giralt señaló que esta técnica aún requiere mejoras, especialmente cuando se aplica a la medición del diámetro de las uvas en proceso de maduración. Por su parte, la teledetección permite elaborar mapas de vigor y estrés hídrico de las parcelas mediante imágenes satelitales, lo que facilita un seguimiento más amplio y detallado de los viñedos.
En términos de aplicación práctica, Giralt presentó varios proyectos llevados a cabo por INCAVI para optimizar la gestión del agua en el viñedo. Entre ellos, mencionó el proyecto Hydrovinya, realizado en Sant Llorenç d'Hortons entre 2020 y 2021, que permitió recopilar información clave sobre la humedad del suelo en condiciones de secano y aplicar estrategias de riego eficientes. También mencionó los proyectos RegVallCorb/REGTA y SENSOREG, orientados a la mejora del riego en fincas específicas mediante el uso de redes de sensores que proporcionan datos en tiempo real y recomendaciones semanales a los viticultores.
Uno de los objetivos principales de estos proyectos es el desarrollo de sistemas de apoyo a la decisión (DSS) para los viticultores. Estos sistemas permiten extrapolar los datos obtenidos en puntos de medición concretos al resto de la parcela, optimizando así la gestión del agua en función de las condiciones específicas de cada terreno. Según Giralt, esta metodología permite homogeneizar la producción a lo largo de los años, manteniendo la tipicidad de los vinos y garantizando su calidad.
El ponente también explicó cómo los sensores pueden contribuir a la reducción de los efectos de la sequía en los viñedos. En este sentido, mencionó los proyectos GESOLVE y MANSO, centrados en la gestión del suelo y la vegetación para minimizar el impacto de la escasez de agua. Estas iniciativas incluyen técnicas de manejo del suelo, como la cubierta vegetal, que ayudan a conservar la humedad y mejorar la estructura del suelo, favoreciendo así un mejor aprovechamiento del agua disponible.
Giralt concluyó su intervención remarcando la importancia de obtener datos fiables y continuos sobre los factores que inciden en la disponibilidad hídrica de la planta. Según el investigador, estos datos son fundamentales para optimizar el riego y asegurar un desarrollo vegetativo equilibrado, lo que repercute directamente en la calidad del vino producido y en la sostenibilidad del viñedo.
El uso de sensores digitales en la viticultura, aunque todavía se encuentra en una fase de desarrollo, representa un importante avance para afrontar el cambio climático que afecta especialmente a las regiones vitivinícolas mediterráneas. La recopilación y análisis de datos permiten mejorar la toma de decisiones y garantizar que los recursos hídricos se utilicen de manera eficiente, adaptando las prácticas agrícolas a las nuevas condiciones del planeta y preservando la tradición vitivinícola de cada zona.
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