Así nacen los vinos con personalidad

El factor decisivo en viticultura que condiciona la calidad y personalidad del vino

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El viticultor, siempre atento a su viñedo

El clima o la climatología es el patrón a largo plazo que sigue las condiciones meteorológicas en zonas amplias del planeta y que se ve directamente influenciado por la actividad humana (cambio climático), la latitud, las corrientes de aire o de agua y los accidentes topográficos.

El clima se determina en función de varios indicadores como son la temperatura (básico en el cultivo de la viña), la pluviometría, la insolación, etc.

El viñedo, el origen del vino

Sin embargo en viticultura es todavía más importante el término de 'microclima', que se refiere a las condiciones climáticas de un viñedo específico, o incluso de partes de él.

En este contexto existe otra serie de factores que entran en juego en el mundo de la viticultura, con un papel decisivo, a saber: heladas, granizo, viento, inversión térmica, humedad, niebla...

Precioso paisaje de viñas

En definitiva, el microclima se refiere generalmente al clima específico de una zona o un viñedo determinados, el cual puede presentar características distintas al clima predominante en un área más amplia y circundante, que técnicamente se denomina 'mesoclima' y está muy influido por los accidentes geográficos.

Una definición aún más ajustada de microclima sería la que se refiere al clima que afecta a cada cepa o grupo de cepas concretas; o incluso al que se da en determinadas alturas y partes de la vid, el cual es una factor muy relevante para la gestión de la copa y, en general, para el desarrollo y crecimiento de la planta.

El viticultor y sus viñedos

Dentro de la globalidad del clima, el microclima supone también para el viñedo un factor permanente o invariable, que afecta a las condiciones particulares que lo rodean, destacando entre ellas a la orografía como de mayor singularidad.

La situación geográfica donde se asienta el viñedo, es una cuestión importante para la obtención de vendimias de calidad y sobre todo de personalidad.

Una hondonada –terreno hondo- puede ser una zona de riesgo frente a las heladas primaverales, pero también sus suelos suelen poseer una mayor fertilidad y una elevada disponibilidad de agua, caracteres favorecedores de la cantidad y a veces en contra de la calidad de las vendimias.

Por el contrario, un viñedo situado en una loma, no presenta los aspectos antes citados, pero puede resultar más expuesto a la acción de los vientos, que a su vez pueden ser anulados o reducidos por la presencia cercana de una formación montañosa de mayor altura.

Los viñedos en ladera están considerados como los ideales para el cultivo de la vid, pues suelen presentar situaciones de regular o baja fertilidad favorecedora de la calidad, siendo además muy poco heladizos al no acumularse en ellos el aire frío.

En estas situaciones, la orientación del viñedo es de gran importancia para lograr buenas maduraciones, especialmente en zonas límites del cultivo de la vid, donde una orientación sur favorece la insolación y por el contrario, hacia el norte, se tiene una posición sombría poco aconsejable.

Atardecer entre viñedos

La presencia cercana de bosques, de ríos o de grandes masas de agua (mar, lagos, pantanos, etc.), son portadores de una mayor humedad ambiente que amortigua los rigores del clima y en algunos viñedos bien expuestos, el reflejo difuso del sol en el agua, favorece la maduración de la uva al exponerse "entre dos soles".

Por último, un viento dominante puede ser un factor muy negativo para el cultivo de la vid, bien por tener un efecto mecánico de rotura de brotes, también por poseer un efecto desecante, o por venir cargado de salinidad si procede del mar, llegando en algunos casos a "quemar" la vegetación del viñedo afectado.

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