¿Cuáles son los viñedos que producen los mejores vinos?

Aspectos fundamentales para reconocer las mejores “añadas”

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El viticultor, el alma de un vino de calidad

La vid necesita un cierto número de elementos para producir sus frutos, y es sobre todo la ausencia de éstos lo que determina la calidad.

1. El suelo

Es el soporte de las raíces, de donde la vid toma el agua y los nutrientes necesarios para el desarrollo de su ciclo vegetativo.

La vid es una planta muy poco exigente en cuanto al tipo de terreno que necesita para desarrollarse.

En las latitudes mediterráneas, generalmente se plantaban viñas y olivos en los terrenos más pobres, donde no se podía desarrollar ningún otro tipo de cultivo.

El viñedo puede ser plantado en terrenos silíceos, calizos o arcillosos. Los únicos terrenos no recomendables para esta planta serían los suelos humíferos que contienen demasiada materia orgánica.

Las características de un buen suelo vitícola son:

  • Capacidad de retención de agua: que el terreno tenga un buen drenaje.
  • En pendiente: para que no haya posibilidad de encharcamiento del agua cuando llueva.
  • Buena orientación: En el hemisferio norte, la mejor orientación es la sur, ya que es la que tiene mayor insolación. En el hemisferio sur la opuesta, la norte.

2. La luz

La familia que vendimia unida, permanece unida

La vid pertenece a una familia de plantas trepadoras, emparentada con las lianas, que tiene la capacidad de trepar por los árboles en busca de la luz: como ocurre con todas las plantas verdes, la fotosíntesis transforma la luz del sol en los componentes hidrocarbonados que necesita para su crecimiento.

Sin embargo, no hace falta una exposición directa al sol, ya que la simple luminosidad diurna basta. Para aumentar esta exposición a la luz, la viticultura moderna prefiere emparrar las viñas de modo que aumente la superficie foliar.

Una mayor exposición a la luz permite una mayor producción de azúcares para aumentar la calidad de los mostos.

3. El calor

La viticultura divertida

Al igual que todas las plantas, la vid sólo crece a unas temperaturas determinadas. Esta franja se encuentra entre los 10 °C y los 25 °C. Por encima de una determinada temperatura (alrededor de los 28 °C), la evaporación del agua contenida en sus hojas no se compensa con los aportes de sus raíces. Las hojas se marchitan, la fotosíntesis se detiene y las uvas sufren un bloqueo en el proceso de maduración.

Según las horas de calor, existe una escala, denominada de Winkler, que divide las zonas vinícolas en cinco zonas climáticas.

La zona I abarca las regiones más frías (Champagne, Rin, Reino Unido...) y la zona V, las regiones más cálidas (Fresno, Argelia, Jerez, Australia...).

Existen variedades viníferas de ciclo corto, que se adaptan mejor a las zonas climáticas I y II (muscat, riesling gewürztraminer).

Las variedades de ciclo largo se adaptan mejor a zonas climáticas III, IV y V (garnacha, cariñena).

4. El agua

Pareja de viticultores jóvenes

La vid se encuentra naturalmente bien en un entorno húmedo, lo que complica la tarea de los viticultores. Por una parte, las uvas corren el riesgo de verse afectadas por la podredumbre gris; por otra, el exceso de agua puede hacer estallar los granos de uva o producir rendimientos excesivos. Las raíces de la vid penetran mucho en el terreno para procurarse la humedad que necesitan.

En consecuencia, los viñedos tienen que poseer una capa freática profunda. Las raíces absorberán el agua necesaria para la planta y se encargarán de aportarle los elementos minerales indispensables.

A fin de evitar los excesos de rendimiento, la irrigación está prohibida en los viñedos europeos destinados a producir vinos de calidad, mientras que en Estados Unidos, Australia y Sudáfrica, es un mal necesario.

A escala general, se considera que las viñas tienen que sufrir un poco de sequía en verano para producir vinos tintos de calidad.

Esta falta de agua produce una concentración de todos los elementos de la uva, que se traduce en un mosto más rico y más consistente.

5. La “añada”

A diferencia del suelo, los tres elementos anteriores -agua, calor y luz- son más inestables, ya que varían de un año a otro.

Las condiciones climáticas concretas que se producen durante el ciclo vegetativo de la vid constituyen lo que denominamos "añada".

Existen añadas buenas y no tan buenas. En las clasificaciones oficiales de añadas rara vez aparece la palabra 'mala'.

La calificación viene dada por la calidad de los vinos que se han obtenido de la vinificación de las uvas procedentes del viñedo.

Hay añadas que son buenas para elaborar grandes vinos de reserva o añadas regulares, que producen vinos jóvenes de gran intensidad.

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