Sábado 25 de Octubre de 2025
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Durante la cata celebrada en la Enoteca Barolo de Madrid el pasado martes 21 de octubre de 2025, Juancho Asenjo, uno de los divulgadores y expertos en vino italiano más respetados de España, ofreció una mirada técnica y emocional sobre la evolución del Barolo y su identidad actual, a través de la cata de seis Barolos de la añada 2021 recién lanzados al mercado, de las siguientes bodegas:
Asenjo subrayó que el gran punto de inflexión del vino se produjo con la añada de 1990, cuando la combinación de cambio climático y modernización vitícola transformó por completo el estilo de elaboración. Explicó que en el pasado el Nebbiolo se vendimiaba a finales de octubre o incluso en noviembre, con lluvias y frío que impedían una maduración completa, lo que generaba vinos duros, tánicos y de larguísima crianza que necesitaban diez o quince años para ser bebibles. Con el desplazamiento de las lluvias y el adelanto de la vendimia a septiembre, la madurez fenólica se volvió más equilibrada y los vinos comenzaron a mostrar finura y accesibilidad sin perder profundidad.
Asenjo remarcó que el cambio climático ha sido el factor decisivo, reduciendo las precipitaciones y suavizando los otoños, lo que ha permitido un Nebbiolo más maduro, de taninos más redondos y fruta más expresiva. A esto se sumó el desarrollo de nuevos clones por parte de la Universidad de Turín, orientados a una mayor uniformidad y concentración aromática, aunque —según el propio Asenjo— a costa de cierta pérdida de singularidad y carácter.
También destacó la evolución en la vinificación: de las antiguas maceraciones de 90 o 100 días, que daban vinos imposibles de beber jóvenes, se ha pasado a extracciones más cortas y controladas, buscando equilibrio y textura. La crianza, que antes se realizaba exclusivamente en grandes toneles de roble de Eslavonia, hoy convive con barricas de roble francés, lo que ha aportado matices más pulidos y accesibles. Para Asenjo, los Barolo actuales ya no son los vinos impenetrables del pasado, sino tintos que pueden disfrutarse desde su salida al mercado sin renunciar al potencial de envejecimiento.
En su reflexión, el experto abordó con detenimiento la dicotomía entre los dos distintos estilos de vino, llamada "guerra del Barolo", destacando que el debate ha cambiado con respecto al pasado. Ya no se habla de "vinos tradicionales" y "vinos modernos" sino en una forma mucho más poética de "vinos clásicos" y "vinos modernos". Los bodegueros clásicos hoy en día elaboran vinos que están listos para beber pero al estilo de los padres. En resumen, según Asenjo, el debate entre tradición y modernidad —que marcó profundamente la historia reciente del Barolo— no tiene ganador: terminó en un empate.
En su intervención, Asenjo también subrayó la importancia de las zonas más apreciadas dentro del mosaico del Barolo, señalando que no todas las colinas ofrecen la misma expresión del Nebbiolo. Destacó especialmente Serralunga d'Alba, el corazón más profundo y mineral de la denominación, donde los suelos calcáreos dan lugar a vinos tensos, verticales y de enorme capacidad de envejecimiento. Dentro de la comuna de Serralunga d'Alba mencionó también la MGA Vignarionda, considerada por muchos una viña mítica cuya combinación de exposición, altitud y composición del suelo otorga al vino una elegancia casi etérea y una persistencia que la distingue incluso entre los grandes cru de las Langhe. Para Asenjo, estos territorios condensan la esencia del Barolo clásico: poder, equilibrio y transparencia del terroir.

Asenjo presentó seis vinos que reflejaban la diversidad del Nebbiolo y las distintas expresiones del Barolo según su procedencia y filosofía de elaboración. Destacar que ninguno de los vinos catados se elabora con crianza en barrica sino en fudre. Su cata fue minuciosa y sensorial, combinando precisión técnica con una sensibilidad profunda hacia el territorio y su historia.
El Trediberri Rocche dell'Annunziata destacó por su pureza aromática y elegancia floral. Se trata de cepas plantadas en 1955, 1961 y 1999 en suelo arcilloso-calcáreo ligeramente arenoso. El vino toma su nombre de la MGA homónima. Un Barolo de textura sedosa, donde la fruta roja fresca y un fondo terroso se funden en una estructura equilibrada y lineal. Con carácter etéreo - muy representativo de La Morra - taninos finos y un final salino que invita a beber. Su vinificación incluye fermentación malolactica en barrica y maceraciones de unas cuatro semanas, lo que refuerza su estilo accesible y refinado, y crianza durante 20 meses en fudre de roble de Eslovenia.
El Giuseppe Rinaldi Brunate fue una muestra de la nobleza del estilo tradicional. El vino toma su nombre de la MGA homónima. Un vino profundo y austero, de aromas complejos que evolucionan hacia hoja seca y especias. Destaca por una fermentación en tinos abiertos de madera con más de 70 años y crianza durante 30-36 meses. En boca, se mostró poderoso pero elegante, con taninos firmes y una acidez que augura una larga vida. Este Barolo mantiene el método clásico con maceraciones largas de 20 a 25 días, lo que aporta su estructura imponente y su capacidad de envejecimiento. Es curioso que hasta el año 2009 el vino de la MGA Brunate no salía al mercado, sino que se mezclaba, y solo se elaboraban algunas botellas como vino de parcela.
El Massolino sorprendió por su verticalidad y tensión, combinando la fruta madura con una frescura que lo mantiene preciso y vibrante. No hay una MGA específica. Envejece alrededor de 30 meses en fudres de roble de Eslavonia. En nariz aparecen notas de cereza negra y especias; en boca, su tanino es firme pero bien integrado, con un final de gran persistencia. Su vinificación incluye maceraciones de 15 a 20 días, lo que equilibra potencia y finura.
El Cavallotto Bricco Boschis representó la perfección del equilibrio entre poder y refinamiento. El vino toma su nombre de la MGA homónima. Envejece alrededor de 3 años en fudres de roble de Eslavonia. Un Barolo completo, de aromas intensos a frutos negros, con un paladar estructurado y envolvente. Destacó su elegancia, fruto de una viticultura y una crianza que respetan el tiempo y el silencio. Cavallotto conserva la tradición con maceraciones prolongadas entre 18 y 30 días, lo que permite extraer taninos finos y una textura envolvente.
El Giovanni Rosso Serralunga pareció un vino de expresión mineral y profundidad. De impronta calcárea de la zona, perceptible en la tensión y la verticalidad del trago. Las MGA son Meriame, Sorano y Lirano. En nariz dominan las flores secas; en boca, se impone por su energía y precisión tánica, con un final largo y persistente que revela el carácter del suelo. En este caso, la bodega emplea fermentación de 25 días con remontados diarios, que conservan la pureza aromática del Nebbiolo sin perder estructura.
Por último, el Ester Canale Vignarionda. Una síntesis de lo que se considera un Barolo completo: noble, sobrio y profundamente ligado al terruño. El vino toma su nombre de la MGA homónima. Destacó su perfume a hierbas silvestres y especias finas, envueltos en una textura delicada que se expande sin esfuerzo. Vignarionda es la cima del equilibrio representando la armonía perfecta entre elegancia, estructura y emoción. En este caso, la fermentación de 28 días con remontados diarios y la crianza de 18 a 36 meses en fudres de 16 hectolitros de roble de Eslavonia aportan la profundidad y el carácter que distinguen este viñedo legendario.
El Piamonte es una de las regiones vitivinícolas más prestigiosas de Italia, con unas 48.000 hectáreas de viñedo, una producción de unos 2 millones de hectolitros. La región cuenta con sesenta denominaciones de origen entre 41 D.O.C. y 19 D.O.C.G., que suman el 90 % de la producción, y no prevé ninguna I.G.T. Entre las principales denominaciones destacan Asti Spumante, Barbaresco, Barbera d'Alba, Barbera d'Asti, Barolo, Dolcetto d'Alba, Langhe Nebbiolo, Moscato d'Asti y Roero. En esta tierra de colinas, donde el clima continental se suaviza por la influencia de los Alpes y los Apeninos, el viñedo se distribuye sobre suelos calcáreos y arcillosos, ofreciendo condiciones ideales para el cultivo de uvas nobles como Nebbiolo, Barbera y Dolcetto, así como variedades blancas como Cortese, Arneis, Moscato y Erbaluce. Esta diversidad da lugar a vinos que van desde los espumosos aromáticos de Asti hasta los tintos poderosos de las Langhe.
El Nebbiolo, a pesar de ser la uva piamontesa por excelencia, corresponde solo al 9% del cultivo detrás de Barbera (30%), Moscati (21%) y Dolcetto (13%). En la Valtellina de la Lombardía se conoce como Chiavennasca, en el norte de Piamonte (en las provincias de Novara y Vercelli) se conoce como Spanna y en Valle de Aosta se conoce como Picotendro. Es una variedad que encarna el carácter de su tierra de origen: severa, elegante y profundamente ligada a la niebla que envuelve las colinas del norte de Italia. Su nombre procede probablemente de la palabra italiana nebbia, una alusión tanto a la pruina blanquecina que recubre las bayas maduras como a la bruma otoñal que acompaña la vendimia en las colinas de Langhe y Roero, aunque algunos creen que deriva de nobile, hipótesis verosímil si se piensa en la nobleza y el prestigio de los vinos que genera. Los primeros registros del Nebbiolo datan del siglo XIII, cuando aparece mencionado como Nibiol en documentos de Rivoli y Asti. Con el tiempo, su cultivo se consolidó en la zona de Alba y las Langhe, donde encontró su hábitat ideal. Durante el siglo XIX, estudiosos y ampelógrafos contribuyeron a su clasificación y reconocimiento, elevándolo al rango de variedad "príncipe" del Piamonte. Desde entonces, el Nebbiolo ha sido inseparable del paisaje y la identidad vinícola de la región. Su cultivo nacional alcanza unas 5.500 hectáreas y está admitido en 7 DOCG, 22 DOC y 36 IGP en Piemonte, Lombardia, Valle D'Aosta, Cerdeña, Umbria, Basilicata y Abruzzo, sin embargo durante siglos ha seguido demostrado una fidelidad casi absoluta a su tierra de origen. En el Piamonte, la superficie que ocupa no supera el 3% del total, pero su prestigio lo sitúa entre las variedades más admiradas del mundo. El Nebbiolo es una planta exigente, de maduración tardía y brotación precoz, lo que la hace especialmente sensible a las heladas y a los cambios bruscos de temperatura. Sus racimos son medianos o grandes, de forma piramidal y compactos, con bayas pequeñas y esféricas cubiertas de abundante pruina y de color violeta oscuro. Necesita suelos calizos, pendientes soleadas y un clima templado; prefiere altitudes medias y se siente cómoda en las laderas orientadas al sur y al suroeste. Cuando las condiciones son óptimas, ofrece uvas de extraordinaria concentración, equilibrio y complejidad, con una piel rica en taninos y polifenoles, aunque pobre en pigmentos, lo que explica el color relativamente pálido de los vinos que produce. Empleada exclusivamente para la vinificación, esta variedad da origen a algunos de los vinos más célebres de Italia: Barolo, Barbaresco, Gattinara o Roero. Su alta concentración de azúcares, ácidos y compuestos fenólicos permite elaborar tintos de gran estructura, austeridad y carácter. La vinificación del Nebbiolo es un arte de equilibrio. Su piel, pobre en pigmentos, obliga a maceraciones largas para extraer color y taninos. Cuanto más se prolonga esta fase, mayor es la estructura, pero también aumenta la astringencia; el secreto está en encontrar la armonía entre la fuerza y la finura. Durante los primeros días de fermentación se produce la máxima extracción de antocianos, pero a medida que el proceso avanza el vino pierde color y gana profundidad. El resultado son tintos de color pálido pero de enorme complejidad y capacidad de envejecimiento.
El Barolo, nacido en las colinas al suroeste de Alba, es el más célebre de todos los vinos elaborados con Nebbiolo. Su historia es bastante curiosa ya que nació como vino dulce. Su madurez tardía y la temperatura fría donde fermentaba en toneles paraba la fermentación y dejaba un elevado contenido de azúcar. Fueron el enólogo frances Louis Oudart y Giulietta Falletti, Marquesa de Barolo, que a mediados del '800, comprendieron la potencialidad del Nebbiolo como vino seco. Llamado "el rey de los vinos y el vino de los reyes", refleja como pocos la dualidad de la uva que lo origina: firme y poderoso, pero al mismo tiempo elegante y sutil. Su color, más pálido que el de otros tintos de prestigio, contrasta con su intensidad aromática y su profundidad gustativa. En la copa evoluciona desde notas de cereza, fresa y violeta hasta recuerdos de tabaco, trufa y alquitrán. En boca es denso y tánico, con una estructura imponente que requiere años para redondearse y alcanzar la armonía. El Barolo no busca ser un vino fácil; es un vino de contemplación, de reflexión, que premia la espera y se impone con el tiempo. Su grandeza no reside en la potencia, sino en la capacidad de emocionar con su equilibrio y su autenticidad. El Barolo enseña el valor del tiempo y la paciencia. En una época dominada por la inmediatez, esta uva recuerda que la verdadera grandeza no admite atajos. Cada racimo es una apuesta contra el clima, cada vendimia un acto de fe, cada botella una lección de lentitud.
Dentro de esta tradición, la DOCG Barolo ocupa un lugar central. Su zona de producción abarca 11 comunas: Barolo, Castiglione Falletto, Serralunga d'Alba y parcialmente Monforte d'Alba, Novello, La Morra, Verduno, Grinzane Cavour, Diano d'Alba, Cherasco y Roddi. La superficie de viñedo ronda las 2.000 hectáreas y produce exclusivamente vinos tintos tranquilos elaborados al 100% con Nebbiolo. Su envejecimiento mínimo es de 38 meses, de los cuales 18 deben ser en toneles de madera, con salida al mercado a partir del cuarto año tras la vendimia; la versión Riserva requiere al menos 62 meses, también con 18 en madera, y puede venderse a partir del sexto año. El sistema de "Menzione Geografica Aggiuntiva" (MGA) permite identificar 181 parcelas, reflejando la riqueza de los terruños de las Langhe.

Por su parte, la DOCG Barbaresco comparte la misma uva y la misma esencia, pero con un perfil más accesible y una expresión más delicada. Su zona de producción incluye las comunas de Barbaresco, Neive, Treiso y la fracción de San Rocco Seno d'Elvio en Alba, con unas 750 hectáreas de viñedo. También prevé un sistema de MGA con 75 parcelas. El envejecimiento mínimo es de 26 meses, de los cuales 9 deben transcurrir en madera, y 50 meses para la versión Riserva, con idéntico paso por toneles. Ambos vinos, Barolo y Barbaresco, representan la máxima expresión del Nebbiolo y la culminación del arte vinícola piamontés: vinos de larga vida, capaces de revelar, en cada añada, la profundidad de una tierra que respira niebla, piedra y paciencia.
Datos de "Guida ai Vitigni d'Italia, Slow Food Editore", "Vitigni, Vini Rari e Antichi" de Ivano Asperti, "Guida Gambero Rosso", "Elogio all'invecchiamento" di Andrea Scanzi, "Dictionnaire encyclopédique des cépages et de leurs synonymes" de Pierre Galet y web del Consorzio di Tutela Barolo Barbaresco Alba Langhe e Dogliani: https://www.langhevini.it/le-denominazioni-tutelate-dal-consorzio/barolo-docg/
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