Viernes 12 de Septiembre de 2025
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La India es un país que no solo se recorre con los ojos, sino con todos los sentidos. Sus especias, sus colores, sus rituales y su hospitalidad forman parte de una cultura milenaria que ha sabido conquistar paladares y corazones alrededor del mundo. En Santiago, esa esencia cobra vida en Rishtedar, un restaurante que no se limita a servir comida india: la convierte en un viaje.
La cocina india, con sus rutas de especias milenarias y sus técnicas ancestrales, funciona en Rishtedar como excusa para un ritual: cada plato es una página de la historia subcontinental—desde el uso de especias como el comino y el coriandro hasta el pan cocido en horno de tandoor—y el local lo enlaza con actividades culturales para que la experiencia sea completa. En sus locales anuncian mesas con buffet libre para probar distintas preparaciones y noches especiales donde la gastronomía se mezcla con música y performance.
Entrar al buffet de Rishtedar es como abrir un atlas culinario: pequeños cuencos con chutneys, samosas perfumadas, curries en una paleta de colores —desde el amarillo mostaza del dal hasta el rojo aterciopelado del butter chicken— y, claro, una fila de panes calientes. La dinámica del bufete permite jugar, mezclar salsas y armar combinaciones imposibles que, contra todo pronóstico, funcionan. La ventaja: probar muchas cosas en una sola sentada sin que nadie te juzgue por probar “un poquito de todo”.
Acá van descripciones de algunos de los platos más sabrosos que probé en Rishtedar:
Butter Chicken
Uno de los clásicos infaltables. Trozos de pollo jugoso bañados en una salsa cremosa de tomate con mantequilla (butter) y masala, con un toque suave y reconfortante. Ideal para combinar con pan naan o arroz basmati.
Dal Makhani
Un platillo vegetariano profundo y reconfortante: mezcla de lentejas negras (y a veces otras) cocinadas lentamente con mantequilla y especias, quedando una salsa rica, aterciopelada y aromática. Perfecto para acompañar los panes.
Murgh Tikka
Pollo marinado con especias, cocido al estilo tandoor o en parrillas especiales, luego bañado en salsa tikka. Aromático, con sabor ahumado y bien condimentado, uno de los favoritos para los que disfrutan los sabores intensos del pollo especiado.
Mathan Josh Curry
Un guiso de cordero magallánico macerado en salsa de cebolla con diversas especias indígenas (masala). Tiene cuerpo, buena presencia de especias (pero no excesivamente picante si lo pides moderado), y es ideal para quienes les gusta la carne con carácter.
Veshnu Masala
Plato vegetariano que combina varias verduras —coliflor, papas, champiñones, arvejas, zanahoria, choclo— en salsa cremosa de cebolla y tomate con especias. Una opción abundante, sabrosa y de sabores múltiples, ideal si vas con ganas de explorar lo vegetariano.
Aloo Korma
Papas cocinadas en salsa cremosa de castañas de cajú (y a veces crema), con cardamomo y otras especias, resultando suave, fragante y dulce en su perfil (aunque con el típico matiz especiado). Perfecto para balancear platos más fuertes.
Tandoori Mix / Kabbabs al tandoor
Mezcla de diferentes kebabs de la casa, elaborados al tandoor. Aquí se aprecia mucho el sabor ahumado, la textura de carne o pollo que se cocina con fuego intenso, y la combinación de especias exteriores que sellan los jugos. Es uno de esos platos que se disfrutan también visualmente cuando salen del horno.
Goa Jheenga Curry
Camarones ecuatorianos cocinados en salsa al curry, con ajo, cebolla, coco y especias. Tiene un perfil marino + especiado + cremoso (por el coco) que lo hace muy sabroso.
Naan / Las variedades de pan
El naan tradicional al tandoor, a veces con ajo (lasun naan), con sésamo, queso, etc. Cada tipo de pan tiene su textura particular: exterior ligeramente crujiente por el calor del horno, interior suave, perfecto para mojar o acompañar los curries.
Postres: Gulab Jamun, Kulfi
Para cerrar, Rishtedar ofrece dulces tradicionales como el Gulab Jamun — bolitas hechas de masa de leche fritas y empapadas en almíbar de rosas y especias —y Kulfi, helado indio que mezcla mango, pistacho, almendra, sabores cremosos muy frescos. Estos postres ayudan a equilibrar la intensidad del menú con algo suave, dulce, aromático.
Un detalle técnico que suma al espectáculo: los panes tradicionales se cocinan en tandoor, un horno de barro que imprime textura y humo característicos al naan y otras piezas. Esa técnica milenaria —presente en los menús del local— explica por qué el pan sale con bordes crujientes y centro aireado: el tandoor es historia y ciencia al mismo tiempo.
En la velada a la que asistí habían artistas de mehndi ofreciendo tatuajes temporales de henna. El proceso es en sí ritual: una pasta vegetal que, al secar y fijarse, deja dibujos rojizos que duran semanas. En el sur de Asia —y en Rishtedar durante sus Mehndi Nights— la henna no es solo adorno: simboliza buena fortuna, protección y celebración, y su aplicación suele estar asociada a bodas, festividades y momentos comunitarios. Sentí el mimo del trazo, el olor a especia del secado, y después la curiosidad de ver cómo el diseño iba oscureciéndose con el paso de los días.
Al llegar me recibieron con la colocación del “tercer ojo”: una pequeña marca en la frente —bindi o tilak— que en muchas tradiciones indias se aplica en el punto del ajna chakra, entre las cejas. No es algo banal: es un símbolo que remite a la intuición, a la protección y a la consagración del cuerpo como templo. En contextos ceremoniales se usa para dar la bienvenida o invocar “buenas vibras”; en Rishtedar, la acción cumple la doble función de ambientar y ofrecer una experiencia simbólica que te desconecta del afuera.
La atención en Rishtedar acompaña el espíritu teatral del lugar: servidores atentos que explican cada plato, proponen maridajes y se mueven con ritmo. La coctelería, por su parte, mezcla técnicas contemporáneas y notas exóticas: cócteles con cardamomo, sifones que perfuman con humo de clavo o bebidas servidas con pétalos; son recetas que buscan traducir el universo de especias a la barra. El balance funciona: lo que es potente en la cocina se suaviza en la copa, y viceversa.
La decoración es parte del guion: telas, lámparas que proyectan sombras cálidas, vinilos y detalles coloridos que remiten a bazares indios. El conjunto logra que el comedor se sienta íntimo y, al mismo tiempo, festivo —como si una terraza de Nueva Delhi hubiera sido reubicada en Providencia o Vitacura. La prensa local ha destacado cómo sus terrazas y noches temáticas son un imán para quienes buscan algo distinto en la ciudad.
Ver salir los panes del tandoor, aún humeantes, y romperlos con la mano. Es una experiencia sensorial que conecta paladar y memoria.
Sentarse en el buffet y mezclarse con la gente: la fórmula de “probar de todo” convierte la mesa en laboratorio gustativo.
La henna en la piel: un recuerdo que se lleva puesto y que, con el tiempo, se vuelve anécdota.
La marca en la frente al entrar: un gesto simbólico que te invita a mirar (y sentir) diferente.
Rishtedar no es un experimento tímido: es una invitación a vivir la India sin dejar Santiago. Entre el pan de tambor, las manos marcadas por henna y la señal del tercer ojo, la noche se transforma en una sucesión de pequeños rituales que terminan por hacerte cómplice de la mesa. Salí con el paladar prometido a volver —porque más allá del espectáculo, los platos resisten el examen del gusto. Si buscas una cena que te mueva la memoria y los sentidos, anota Rishtedar en la lista.
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