Viernes 05 de Septiembre de 2025
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La vendimia de este año en Alemania está dejando uvas de gran calidad, lo que hace prever un vino de nivel muy alto para la cosecha de 2025. Sin embargo, la situación del sector vitivinícola alemán es complicada. Los productores se encuentran ante una crisis que muchos expertos consideran la más grave desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El problema no se debe a la calidad del producto, sino a varios factores económicos y sociales.
El precio del vino a granel ha caído hasta los 30 céntimos por litro. Muchas bodegas ya no aceptan todas las uvas que les ofrecen los viticultores, por lo que parte de la cosecha podría quedarse sin recoger el próximo año. Según fuentes del sector, casi uno de cada tres productores podría verse obligado a cerrar. Esta situación afecta también a zonas emblemáticas como las laderas del Rin y el Mosela, conocidas tanto por su paisaje como por su atractivo para el enoturismo.
Daniela Schmitt, ministra responsable de agricultura en Renania-Palatinado, el principal estado productor de vino en Alemania, ha advertido sobre el riesgo que corre el sector. Schmitt señala que los problemas actuales son consecuencia de años sin cambios ni adaptación por parte de algunos productores. Steffen Christmann, presidente de la asociación de bodegas Prädikatsweingüter (VDP), coincide en este análisis y afirma que muchos viticultores han rechazado durante años cualquier tipo de innovación.
El descenso en el consumo nacional y la falta de confianza entre los consumidores agravan la situación. Además, los aranceles impuestos por Estados Unidos dificultan la exportación. El sector pide medidas para mejorar su posición internacional y considera que centrarse en marcas fuertes y una oferta clara puede ser una solución a medio plazo. Christmann explica que mientras en Alemania se valora la variedad, en los mercados internacionales es preferible una oferta más definida.
Para ayudar al sector, Schmitt ha presentado un paquete de apoyo económico dirigido a las bodegas de Renania-Palatinado. Este plan incluye más de tres millones de euros anuales para campañas de promoción y marketing conjunto. La ministra también pide al gobierno federal que actúe con mayor rapidez y aplique las medidas propuestas desde Bruselas, como limitar nuevas plantaciones o fomentar la reducción voluntaria del rendimiento mediante prácticas como la vendimia en verde.
El consumo interno tampoco ayuda al sector. Menos de la mitad del vino consumido en Alemania procede del propio país y esta proporción sigue bajando. Según Ernst Büscher, portavoz del Instituto Alemán del Vino, los consumidores alemanes suelen elegir vinos importados por su precio más bajo, aunque existan opciones locales con buena relación calidad-precio. En hostelería y restauración también se sirve poco vino alemán, especialmente tinto y espumoso.
La campaña VitaeVino busca promover el consumo responsable y proteger la cultura vinícola alemana tanto dentro como fuera del país. Sin embargo, representantes del sector señalan que en espacios culturales como teatros u óperas predominan vinos franceses e italianos debido a las decisiones de los proveedores.
Schmitt insiste en que los consumidores tienen un papel importante en el futuro del vino alemán. Cada botella comprada contribuye al mantenimiento del sector y al desarrollo rural. La ministra pone como ejemplo a quienes visitan regiones vinícolas como Ahr: consumir productos locales ayuda directamente a los productores de la zona.
Por otro lado, Schmitt rechaza las recomendaciones recientes de la Sociedad Alemana de Nutrición, que aconseja evitar completamente el alcohol. Para ella, el vino es un elemento cultural fundamental en Renania-Palatinado y debe disfrutarse con moderación.
En noviembre está previsto un encuentro entre responsables políticos de todos los estados productores para buscar soluciones conjuntas. El objetivo es garantizar la continuidad del sector vitivinícola alemán y preservar su importancia económica y cultural.
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