“Gracias al enoturismo Uruguay pasó de ser un lugar de turismo de playa o cruceros a tener la posibilidad de desestacionalizar el turismo”

Entrevista a Paula Vila, jefa de turismo del vino en el Instituto Nacional del Vino de Uruguay (INAVI)

Mariana Gil Juncal

Miércoles 28 de Mayo de 2025

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Uruguay actualmente tiene unas 150 bodegas de las cuáles 50 ofrecen propuestas de enoturismo que disfrutan principalmente turistas brasileños y cada vez más los locales.

En el marco del primer foro binacional de termalismo y enoturismo realizado en San José, Entre Ríos, conversamos con  Paula Vila, jefa de turismo del vino en el Instituto Nacional del Vino de Uruguay (INAVI) para conocer cómo se encuentra el enoturismo del otro lado del río.

¿Qué significa el enoturismo para Uruguay?

Antes de hablar de enoturismo me gustaría destacar que Uruguay tiene una historia vitivinícola muy arraigada a las raíces europeas, como país formado con inmigrantes procedentes de Italia, España, Francia o Portugal que se radicaron en la zona metropolitana sur y después se fueron expandiendo al resto del territorio. Si hablamos de la producción actual tenemos plantadas unas 5.000 hectáreas, es decir, somos un país pequeño pero con gran tradición. El 99% de las bodegas son familiares y la mayoría son de pequeña escala. Para que tengan una idea, si dividimos las 5.000 hectáreas en la cantidad de viticultores nos da un promedio que no llega a 10 hectáreas por productor. Principalmente somos un país que produce a pequeña escala pero también tenemos bodegas que producen más cantidad de vino. Aunque la mayoría de nuestra producción es artesanal con vinos de nicho.

A lo largo de los años el enoturismo fue ganando importancia, al principio las bodegas empezaron a atender turistas, periodistas y amantes del vino de manera como si abrieran las puertas de su casa. Después se empezó a ampliar y profesionalizar el sector. Porque pasamos de recibir al turista en casa a tener que equiparnos, incorporar mano de obra y pasamos de sólo ofrecer un picnic en el viñedo, que hoy siguen existiendo, a tener una oferta amplia con degustaciones, maridajes, hospedaje y gastronomía. Y así el enoturismo fue ganando más terreno. Si hace unos tres o cuatro años había 25 bodegas que tenían turismo o en día estamos cerca de las 50 más algún viñedo que no tiene la parte de producción en bodega pero sí son viñedos turísticos. Así que el enoturismo se duplicó en los últimos años y eso tuvo un impacto a nivel social y en todos los servicios tercerizados porque el enoturismo involucra desde el transporte al catering o el servicio de gastronomía. El hospedaje implica más derrame aún en cuanto al desarrollo local y social por la mano de obra y el trabajo que se genera. Por otro lado, muchos productores locales aprovechan para darse a conocer gracias al enoturismo porque muchas de las festividades que se realizan en las bodegas generan alianzas a nivel local. Como productores de mermeladas o dulces que se hacen presentes en los eventos o la gastronomía que combina productos locales y del área rural en su propuesta.

Más allá del incremento cuantitativo ¿cómo evolució el enoturismo a nivel cualitativo?

Nosotros decimos que la pandemia de todo lo malo trajo algo bueno y es que las bodegas se dieron cuenta que debían tener propuestas para diversos públicos porque antes el turismo en bodegas estaba más enfocado a turistas de Brasil, que es el principal foco para nosotros porque es el mayor visitante en bodegas que siempre repite una y otra vez. Con la pandemia el cierre de fronteras llevó a que el turista local buscara espacios al aire libre y buscara propuestas diferentes y las bodegas tuvieron que adaptarse. Porque antes las bodegas no tenían pensadas propuestas para la familia. Y después muchas bodegas empezaron a trabajar menú para niños, sumaron cabalgatas, paseos en bicicleta o en la chata, más opciones de turismo rural y así las propuestas se diversificaron bastante más. Se fue sumando todo eso porque las familias iban a visitar las bodegas y no sabían qué hacer con los niños. Y recién en ese momento el público local conoció y reconoció que había bodegas para disfrutar en familia.

¿Cuál es el impacto económico del enoturismo?

Eso era algo que no se medía porque como la mayoría de las bodegas son familiares, la misma persona que hace la cosecha o la poda, es la que atiende la visita y la que cobra. Pero como también tenemos bodegas que ya tienen otra madurez y que tienen el enoturismo como unidad de negocio; esa diversidad nos llevó a preguntarnos en dónde estamos parados y cómo podemos apoyar a las bodegas que vean esto como una oportunidad. Y ahí hicimos un estudio que nos dio como resultado que en 2023 el ingreso en enoturismo era de 11 millones de USD y pasó a 17 millones de USD en 2024. Con un gasto promedio de USD90 por visitante diurno y USD280 para pernoctantes.

¿Cuál es el  diferencial de la marca país enoturística de Uruguay?

Creo que el hecho que el productor, el enólogo o que el que te reciba en el hotel o la persona que cocine sea parte de la familia bodeguera es un gran diferencial. Porque cuando vas a Uruguay en la mayoría de las bodegas siempre vas a tener la experiencia de compartir con ellos y que te cuenten historias.

Y también gracias al enoturismo las bodegas recuperaron a varios de sus hijos ya que muchas de las nuevas generaciones no querían saber nada con el trabajo en la bodega o en el viñedo porque no era lo que les gustaba. En muchos casos se iban a la capital a estudiar una carrera o a trabajar y con el enoturismo las familias no sólo vieron que había una nueva unidad de negocio diferente y complementaria a la que ya tenían sino que recuperaron a sus hijos que se vieron atraídos por la incorporación de actividades como la gastronomía, el marketing, el servicio, la atención al público y todo lo que implica el turismo en el área.

¿Cuáles son las rutas más importantes?

No tenemos rutas definidas porque nos basamos básicamente en regiones. Tenemos la región metropolitana que comprende Montevideo, Canelones y San José que es donde está la mayor concentración de bodegas y viñedos porque fue una de las primeras que empezó el desarrollo en la vitivinicultura. Pero también la ruta de Colonia está muy desarrollada, de hecho hay una asociación de bodegas de Colonia que tiene su ruta ya que están más localizadas y cerca. Y ahí aparece otro de los diferenciales que tiene Uruguay y es que uno puede recorrer en el mismo día tres o cuatro bodegas ya que Colonia tiene una cercanía bien interesante entre una bodega y otra. Y la cercanía permite el traslado de una manera accesible. Lo mismo sucede en la región metropolitana, hay una bodega a 5 minutos de la otra lo que también permite visitar varias bodegas en un mismo día. Por otro lado, Maldonado y Rocha tienen un desarrollo importante con inversiones más nuevas, también familiares, pero con un impacto distintivo por la cercanía con el océano atlántico. Así que más allá de que cada región está identificada en Uruguay el turista tiene la posibilidad de ir de norte a sur Uruguay de forma muy sencilla porque el país tiene 500 kilómetros. Y de este a oeste en un promedio de 3 horas se pueden visitar bodegas de diversas regiones.

¿Cuál es el foco en materia de vinos?

El Tannat es nuestra uva emblemática y es la principal variedad. Tenemos más Tannat plantado que en el resto del mundo, principalmente más que Francia que es su origen. Hoy en día podemos encontrar en Uruguay algunos Tannat con más fruta, otros más jóvenes que pueden acompañar súper bien una carne como para suavizar los taninos o también pueden ser degustados con una picada en cualquier momento del día. Pero el Albariño se está instalando y está teniendo buena repercusión, quizá por las condiciones climáticas. Así que creo que va a ser la cepa blanca que va a acompañar al Tannat por muchos años porque se están obteniendo Albariños con un carácter bien particular similar a Rías Baixas en Galicia.

Y ¿cuál es el diferencial de los vinos?

Que somos un país pequeño con poca producción por eso uno de nuestros diferenciales es que elaboramos vinos de nicho competitivos a nivel calidad aunque a veces el impacto respecto a la promoción no es mayor porque no contamos con tantos recursos como para salir al mundo. Igualmente cuando empecé a ir a las primeras ferias comerciales nadie conocía el Tannat ni dónde encontrar el vino y muchas veces confundían Uruguay con Paraguay (risas). Y con el paso de los años no sólo empezaron a encontrar a Uruguay sino que pedían específicamente por una bodega o un vino. Así que eso nos llena de orgullo y de regocijo porque a nivel internacional Uruguay pasó a ser reconocido y visibilizado pero todavía falta mucho trabajo por hacer.

Volviendo al enoturismo, ¿Cuáles son las fortalezas más grandes de Uruguay?

Sin lugar a dudas, la cercanía, la conexión con la tierra, el trabajo rural y el trabajo familiar que sigue y permanece. Todo eso es una gran fortaleza porque somos bodegas familiares con alta tradición e innovación constante con un fuerte compromiso tanto a nivel sectorial como en sostenibilidad social, económica y ambiental. De hecho estamos trabajando en un programa de uva sostenible y de vino sostenible.

¿Y las debilidades?

Necesitamos que vengan más turistas, necesitamos un desarrollo mayor en cuanto al transporte y a la accesibilidad. Así que tenemos que focalizar nuestro trabajo desde el Instituto o el Ministerio de Turismo en la promoción del destino Uruguay.

¿Cuál es el desafío más grande de Uruguay?

Lograr posicionar las bodegas turísticas y a Uruguay como destino turístico. Además de construir una ruta del vino que congregue a todas las regiones y nos establezca como un destino importante a nivel internacional. También tenemos que profesionalizar la oferta con una mirada en la sostenibilidad para que nuestro sector siga creciendo y se siga consolidando en el mercado a nivel internacional.

Desde el INAVI ¿qué objetivos tienen a corto, mediano y largo plazo?

El principal objetivo es desestacionalizar la oferta que es algo que permite el enoturismo porque podemos tener turismo todo el año. Por eso armamos una agenda bien interesante de actividades que tienen desde fiesta de la vendimia en marzo, el mes del Tannat en abril, el mes de la madre en mayo, el festival del Tannat y el cordero en junio que empezó hace 20 años para que la gente visite las bodegas en invierno porque antes no era tan común y hoy ya está más establecido. Después hay fiestas de la primavera en septiembre o el mes del enoturismo en noviembre. Así que tenemos un desafío y un trabajo bien interesante porque Uruguay pasó de ser un lugar de turismo de playa o cruceros a tener la posibilidad de desestacionalizar el turismo con el enoturismo que nos permite diversificar y tener turismo todo el año.

Antes de terminar ¿cuál es el maridaje por excelencia de Uruguay?

Como somos un país ganadero, que tiene un promedio de 4 vacas por persona, somos un país que consume mucha carne así que sin lugar a dudas el maridaje por excelencia es el Tannat con cordero, porque son un maridaje perfecto por el tipo de carne y los taninos del vino. Y al Albariño, que es una variedad que se está imponiendo, le van muy bien los productos como el camarón de Rocha que es un plato típico.

Mariana Gil Juncal
Licenciada en comunicación social, periodista y sumiller.
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