Lunes 01 de Diciembre de 2025
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Una investigación realizada en los viñedos ecológicos de Bodegas Ochoa situados en Traibuenas (Navarra) ha demostrado que mantener zonas de vegetación natural o seminatural como el coscojal o los olivares junto al viñedo mejora de forma clara el control natural de las plagas, especialmente de las orugas que afectan a la uva.
El trabajo ha sido realizado por Bárbara Hierro Jiménez, estudiante del Máster en Biodiversidad de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), con el apoyo de los investigadores Xabier Cabodevilla Bravo y Francisco Javier Zabala Albizua.
En muchos lugares, la agricultura intensiva ha reducido la biodiversidad y ha provocado que los cultivos dependan cada vez más de pesticidas. Pero hay otra manera: aprovechar la capacidad que tiene la propia naturaleza para regular las plagas. En los viñedos, esto ocurre gracias a la fauna beneficiosa, como las aves insectívoras, que se alimentan de insectos que dañan la vid. Para que estos animales puedan vivir y reproducirse, necesitan zonas con vegetación cercana que les sirvan de refugio.
La investigación se llevó a cabo en fincas ecológicas de Bodegas Ochoa, comparando dos tipos de vegetación cercana al viñedo: vegetación natural, como el coscojal y vegetación seminatural, como el olivar. Para medir la presencia de depredadores, se colocaron pequeñas "orugas" hechas de plastilina en diferentes puntos del viñedo, desde el borde de la vegetación hasta el interior durante la primavera de 2025. Estas orugas permiten registrar fácilmente qué animales las han picoteado o mordido. Además, se realizaron recuentos de aves para saber cuántas y cuáles especies estaban presentes.
Los resultados fueron muy claros. Por un lado, se constata que las aves son fundamentales para el control de plagas, la mayoría de las marcas encontradas en las orugas de plastilina procedían de aves que se alimentan de insectos. En la zona se han identificado un total de 42 especies de las cuales las más comunes fueron la terrera común, el jilguero, la cogujada común y el pardillo. Por otro lado, cuanto más cerca de la vegetación, más protección. Las orugas situadas junto a la vegetación tuvieron muchos más ataques que las que estaban en el interior del viñedo. Esto demuestra que la naturaleza ofrece un "escudo" de protección que se va debilitando con la distancia. Otra de las conclusiones importantes es que el olivar funciona sorprendentemente bien. Los olivares cercanos al viñedo mostraron incluso más actividad de depredadores que la vegetación natural. Esto indica que los olivares, bien gestionados, pueden ser un gran aliado para reducir plagas de forma natural y confirma la apuesta de Ochoa por la asociación de estos dos cultivos en una misma parcela. Otra de las conclusiones a las que se llego es que no todas las presas interesan por igual a los depredadores. Las orugas más grandes o más llamativas fueron atacadas más a menudo, lo que podría ayudar a entender mejor cómo actúan los depredadores. Por último, se constató que hay más diversidad de aves donde hay más vegetación. Los recuentos confirmaron que donde hay refugio vegetal, como los olivos, los niveles de depredación son mayores. Y más depredación significa menos plagas.
Este estudio demuestra que incluir y cuidar zonas de vegetación alrededor de los viñedos
Además, muestra que el olivar puede desempeñar un papel importante como "refugio" para fauna beneficiosa cuando no existe vegetación natural abundante.
Para Bodegas Ochoa, este estudio confirma una apuesta de futuro. El fomento de la biodiversidad y la agricultura ecológica y regenerativa en la que Ochoa está inmersa tiene beneficios reales y medibles. Cuidar el paisaje no solo es bueno para el entorno, sino que mejora directamente la protección natural del viñedo.
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