Javier Campo
Jueves 13 de Marzo de 2025
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Partimos de la base de que, para formar parte de un Jurado de lo que sea, normalmente te suelen llamar y, ocasionalmente te puedes postular. Dependiendo de lo estricto o profesional que sea o quiera ser el concurso, entras o no.
Si volvemos al mundo de los concursos de vinos, los miembros del jurado suelen ser profesionales de la enología, sumillería, viticultores, periodistas, etc. pero siempre vinculados al mundo del vino. O por lo menos esto debería ser así. Muchas veces te encuentras en medio del jurado a alguien metido a dedo por ser patrocinador, por su relevancia social o política y, su criterio es bastante más que dudoso.
Pero incluso así, esto no es malo para la puntuación, porque muchas veces olvidamos que los vinos se hacen para todos los públicos y no solo para los profesionales por lo que la inclusión de personas inexpertas muchas veces se hace con toda la conciencia para buscar el equilibrio.
La dirección técnica del concurso prepara las diferentes muestras de los vinos presentados y las divide por tipologías. Estas tipologías pueden tener una secuencia lógica o ser bastante random dependiendo de la naturaleza del concurso. Por supuesto, las muestras deben estar tapadas y solo se distinguen por un número.
Si por ejemplo el concurso es de vinos de una determinada región, la clasificación puede ser más o menos homogénea por las tipicidades propias de la misma. Si el concurso tiene que ver con una variedad, esto ya puede complicar un poco más la cosa en lo que a la tipología se refiere. Y si el concurso es abierto, las tipologías aumentan exponencialmente.
Dependiendo de esas tipologías y de la naturaleza del concurso, la dirección técnica establecerá grupos o mesas de cata y, cada uno de esos grupos o mesas de cata, se encargará de una o más tipologías en lo que se refiere a la valoración.
El número de personas que componen el jurado suele ir marcado por el numero de referencias que deben catarse. No tiene demasiado sentido que un jurado de 10 personas valore 800 vinos en una sentada o que para catar 50 vinos el jurado sea de 200 miembros. Pero, estamos hablando de sentido y, muchas veces, el sentido común es el menos común de los sentidos.
Suele haber una serie de normas no escritas, o si, dependiendo del concurso, que nos dice que el concurso debe transcurrir en silencio, no se puede utilizar perfumes para no confundir los sentidos, los móviles deben están silenciados y algunas otras recomendaciones. Todo esto, lo suele decir la dirección técnica antes de empezar el concurso. Una cosa es como empieza y otra, como acaba.
La conformación de una mesa suele hacerse en función de las aptitudes de los miembros de esta, de su vertiente profesional y de su nivel de experiencia. En cada mesa, suele haber un presidente o responsable de mesa, que será quien dará si procede directrices a los componentes y tendrá contacto con la dirección técnica en caso de que exista algún tipo de incidencia como sería el pedir una contramuestra por defecto del vino.
Para cada ubicación del miembro del jurado suele existir un mantelillo con la huella circular de las copas marcadas o numeradas. Agua. A veces, picos de pan. Una escupidera. Un número variable de copas del mismo modelo y una hoja de cata para cada valorar las muestras. En ocasiones la hoja es para un solo vino y en otras ocasiones para un número determinado por la dirección técnica del concurso.
Cada concurso suele tener una hoja propia de cata, en papel o digital, con los parámetros a valorar que cree conveniente la dirección técnica de este. Habitualmente, suele dividirse en tres bloques principales: el aspecto visual, el aspecto olfativo y el aspecto gustativo. Hay quien también incluye otras valoraciones pero, este apartado suele ser bastante complejo de puntuar si no están muy bien definidas las tablas de puntuación.
Cada uno de estos bloques tiene un mínimo y un máximo de puntos. Es el computo total o la media ponderada lo que suele posicionar un vino más arriba o abajo del concurso. Es posible que existan empates y desempates en puntuación. Dependiendo del tipo de concurso, puede suceder que las valoraciones sean por puntos finales y de esa puntuación, hacer el ranking por tipologías o no. Pero también es posible el que haya muchos ganadores y se clasifique por categorías que suelen ser oro, plata y bronce.
Dentro de esas categorías pueden coexistir varios oros, varias platas y varios bronces. Dentro de la categoría oro suele haber un super oro que es el ganador absoluto de la tipología e incluso puede haber un ganador absoluto de todo el concurso independientemente de la tipología del vino.
Las Denominaciones de Origen, suelen tener concursos de los vinos adscritos a estas. Hay quien duda de que, entre el jurado estén los propios enólogos que han elaborado los vinos a valorar. Para evitar estas suspicacias, lo ideal sería que todas las personas que componen el jurado fuesen ajenas a las empresas participantes, pero eso implicaría un desembolso económico importante para sufragar todos los gastos generados por el jurado y la organización del concurso. Muchas veces, hay personas que piensan que ser jurado es suficiente como para sentirse privilegiado, pero lo cierto es que no deja de ser parte de un trabajo y, los trabajos se pagan. Desplazamientos, dietas, alojamientos y tiempo cuestan dinero. Y muchas veces se recurre a jurados de relleno, propios y que restan credibilidad. Seguramente, habrá algunas DO's que lo harán bien.
En cuanto a los concursos nacionales e internacionales, la cosa cambia y suele, repito, suele, ser todo bastante más profesional y los gastos suelen correr a cargo de la organización así como el sueldo o gratificaciones de otro tipo a los miembros del jurado.
Algunos de los concursos más conocidos y prestigiosos son los Zarcillo, Ecoracimo, Cinve, Gourmets, Baco, Vin España, Internacional Wine Challenge, Granaches du Monde, Decanter, Bacchus o Concours Mondial de Bruxelles entre otros.
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