Bélgica se consolida como nuevo actor en el mapa vitivinícola europeo

El impacto (positivo) del cambio climático en los viñedos belgas

Martes 07 de Enero de 2025

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El auge del vino en Bélgica es un fenómeno reciente que ha sorprendido tanto a expertos como a consumidores. El país, tradicionalmente conocido por su producción de cervezas, está experimentando un crecimiento notable en el cultivo de viñedos, especialmente en la elaboración de vinos espumosos. Uno de los logros que marcó esta transformación fue en 2019, cuando el Crémant de Wallonie del viñedo Chant d'Éole obtuvo la medalla de oro en un prestigioso concurso internacional, superando incluso a champagnes franceses reconocidos. Esta victoria despertó el interés internacional por el vino belga, que hasta entonces había pasado desapercibido en la escena vinícola mundial.

Marc Declerck, director de la guía gastronómica Gault&Millau en Bélgica, señala que el vino espumoso premiado es de gran calidad, un reconocimiento que hasta hace unas décadas habría sido impensable en un país con un clima tradicionalmente poco favorable para el cultivo de la vid. Sin embargo, los efectos del cambio climático han jugado a favor de los viticultores belgas, permitiendo que nuevas regiones al norte del continente europeo se conviertan en zonas aptas para la viticultura.

Investigaciones recientes confirman esta tendencia. Un estudio francés indica que las regiones situadas por encima del paralelo 46 —que cruza ciudades como Berna, Sölden o Poitiers— están viendo cómo la viticultura se expande hacia el norte gracias al aumento de las temperaturas. Este fenómeno ha permitido que en países como Bélgica o incluso en zonas del norte de Alemania el cultivo de variedades de uva que antes requerían climas más cálidos sea ahora viable.

En Alemania, por ejemplo, los efectos del cambio climático también han tenido un impacto positivo en la calidad del vino. Según el Instituto Alemán del Vino (DWI), los viñedos alemanes han experimentado un incremento de las temperaturas durante el período de maduración de las uvas, lo que ha permitido alcanzar grados de maduración más altos. Esto ha mejorado especialmente los vinos tintos, impulsando la producción de variedades como Merlot, Cabernet Sauvignon o Syrah, más habituales en países mediterráneos.

Sin embargo, el cambio climático también conlleva riesgos importantes para los viñedos, incluso en regiones que hasta ahora han salido beneficiadas. Los fenómenos meteorológicos extremos, como el granizo, las heladas tardías, las lluvias torrenciales o las olas de calor, están afectando cada vez más a los cultivos. Ante esta situación, muchos viticultores han comenzado a buscar soluciones. Entre las medidas adoptadas se encuentra el traslado de los viñedos a zonas más elevadas, la elección de variedades de uva más resistentes a las altas temperaturas o la adopción de técnicas para proteger los racimos del exceso de sol.

En el sur de Europa, la situación es más preocupante. Regiones vitivinícolas históricas, como el sur de España, Francia o Italia, están viendo cómo el área de cultivo adecuada disminuye debido al estrés hídrico y a las sequías prolongadas. En España, las vendimias han sido cada vez más escasas, mientras que en Italia la producción también ha sufrido una disminución por las condiciones meteorológicas adversas. En Francia, los productores han tenido que hacer frente a una combinación de problemas, desde heladas primaverales hasta intensas olas de calor y lluvias torrenciales.

En Bélgica, los viticultores también están notando los efectos de estos cambios, aunque en menor medida. Jelle Steel, del viñedo Entre Deux Monts en Westflandern, explica que las condiciones meteorológicas son cada vez más impredecibles, lo que exige un mayor control en los viñedos. Sin embargo, reconoce que, en términos generales, el cambio climático ha facilitado el desarrollo del sector vitivinícola en el país.

Según cifras del Ministerio de Economía de Bélgica, en 2023 se alcanzó un récord de producción de vino en el país. La superficie dedicada al cultivo de viñedos ha crecido, al igual que el número de productores. La proximidad al mar es uno de los factores que contribuyen a las particularidades del vino belga, especialmente en las regiones cercanas a la costa, donde la brisa marina aporta frescura a las uvas.

El sector belga se está especializando en la producción de vinos espumosos. De acuerdo con Declerck, casi la mitad del vino producido en Bélgica es espumoso, mientras que el 35% corresponde a vinos blancos y el resto se divide entre tintos y rosados. Los vinos espumosos, gracias a su acidez y burbujas, maridan especialmente bien con platos típicos belgas como las patatas fritas, explica Steel, quien sugiere que un espumoso o un blanco ácido es la mejor opción para acompañar este plato tradicional.

Un aspecto clave en el éxito del vino belga es la composición del suelo. En el sur del país, los viñedos se encuentran sobre una formación geológica de piedra caliza que se extiende también por la región de Champagne en Francia. Este tipo de suelo es conocido por su capacidad para almacenar agua durante los meses húmedos del invierno y liberarla en los meses secos del verano, proporcionando un suministro constante de humedad a las vides. Amélie Wuillaume, portavoz del viñedo Chant d'Éole, explica que esta característica del suelo es fundamental para la producción de su Crémant de Wallonie.

A pesar del crecimiento del sector en Bélgica, los productores franceses no ven a sus vecinos como una amenaza. Declerck insiste en que los amantes del vino seguirán apreciando los grandes champagnes franceses, pero considera que el vino belga ofrece una alternativa interesante que complementa la oferta existente.

La calidad del vino belga ha mejorado de manera notable en las últimas dos décadas. En reconocimiento a este progreso, Gault&Millau publicó en junio de 2023 la segunda edición de su guía dedicada exclusivamente a los vinos belgas, una señal más de que el país se está consolidando como un nuevo actor en el mapa vitivinícola europeo.

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