¿Quién dijo que en la provincia de Sevilla no había vinos?

Viajamos hacia el sur para descubrir los vinos y los sabores de la provincia de Sevilla que en los últimos años resurgen con fuerza reivindicando su larga tradición en la elaboración de vinos tranquilos, generosos y destilados

Carmen Fernández

Lunes 15 de Abril de 2019

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Viñedos Bodegas González Palacios, al fondo, el Guadalquivir

Por su estratégica situación, como puerta histórica del Atlántico, y por la influencia de las provincias de Málaga y Cádiz al sur y Huelva al oeste, a poco que miremos con un poco más de atención, la huella vitivinícola tenía que estar presente en la provincia de Sevilla. Y lo está, claro que lo está, aunque aún bastante eclipsada por los territorios vecinos, como Jerez, a quien durante años abasteció de la uva precisa para sus elaboraciones. Sin embargo es en Sevilla donde encontramos el lagar más antiguo de la península, en Lagar de Osset, en San Juan de Aznalfarache, datado en el año III a.c y obra de los turdetanos, descendientes de los antiguos tartesos, equivalentes a los iberos en esa zona andaluza. Tanto su recuperación y puesta en valor a través de un centro de interpretación arqueólogico como la creación de entidades y asociaciones vinculadas con la enogastronomía dan buena muestra de los esfuerzos coordinados por sector público y privado para recuperar el vínculo con la fuerte tradición vitivinícola de la provincia de Sevilla.

Un trabajo que se ha materializado en campañas como Sabores de la provincia de Sevilla o la celebración de fam trip como el que acaban de protagonizar un grupo de periodistas y escritores de la AEPEV, que también eligió Sevilla para hacer entrega de sus premios anuales. Un evento que acogió por vez primera Umbrete y que es fruto del esfuerzo de la Asociación de productores de los vinos y licores de Sevilla, constituida en 2011, y del apoyo de la Diputación de Sevilla. La cooperación de ambas entidades está consiguiendo excelentes resultados en el último lustro.

"Hace seis años no se hablaba de vino en Sevilla pero con el esfuerzo de la asociación de productores  y de la mano de la administración, siempre detrás de los empresarios, apoyándonos, estamos consiguiendo que la provincia haya dado un fuerte impulso, con al participación activa de bodegueros y destiladores que han conseguido crear productos que son una carta de presentación excelente ligada al turismo en la zona", explicaba el presidente de la asociación de Vinos y Licores de Sevilla y  propietario de la bodega Colonias de Galeón, en Cazalla de la Sierra, Julián Navarro, que celebraba la reciente creación de la Academia sevillana de gastronomía y turismo.

Los suelos de albariza son propios de las tierras lebrijanas

Prueba de este posicionamiento es tanto el crecimiento en el número de asociados, que ha pasado de 13 a 20, como de la producción, que  ya supera las 300 hectáreas dedicadas al vino. Hectáreas de viñedos jóvenes en su mayoría en las que se han plantado variedades foráneas como Cabernet Franc, Syrah y Merlot, pero también Tempranillo, Garnacha, Palomino, Pedro Ximenez, Moscatel o Macabeo. Y, lo que es aún más interesante, la apuesta por variedades autóctonas o muy arraigadas al territorio, como la Garrido Fino entre las variedades blancas o la Tintilla de Rota, que dan lugar a vinos más frescos y con una marcada personalidad que contribuyen a diferenciar y dotar de personalidad propia a estos vinos,  consiguiendo en poco tiempo un posicionamiento en el mercado gracias tanto a su buen hacer como a su especialización y honestidad en el trabajo.

VINOS Y DESTILADOS EN CUATRO ÁREAS DIFERENCIADAS

Con estas variedades se elaboran no solo vinos tranquilos, tintos, blancos y algunos rosados y espumosos sorprendentes, si no también vinos dulces y generosos (finos, olorosos y amontillados), además de los afamados mostos de la provincia, con los que durante mucho tiempo se abasteció a zonas como el Marco de Jerez hasta que la implantación de las denominaciones de origen prohibirieron la adquisición de uva fuera de las fronteras delimitadas.

Además, el territorio cuenta también con una docena de destilerías, principalmente dedicadas a la elaboración de anises, licores y ginebras, una industria que ha estado a punto de desaparecer pero que el empuje de algunos empresarios está manteniendo a flote. Con cerca de 200 destilerías a principios del siglo pasado, la mayoría situadas en la Sierra Norte, especialmente en Cazalla de la Sierra, la provincia de Sevilla llegó a ser la mayor productora nacional de estas bebidas pero los cambios en los hábitos del consumo, crisis económicas e inestabilidad abocaron al cierre a muchas de ellas.

Otras han sobrevivido reinventándose, apostando por nuevos destilados como vodka, ron, licores de sabores y, por supuesto, ginebra. Y es que este territorio es la cuna de la reconocida ginebra Puerto de Indias con la que la destilería, refundada en 2001 consiguió recuperarse, pasando  de facturar 120 mil euros en 2012  a los 60 millones de euros actuales, situando esta ginebra como la cuarta marca del mercado a nivel nacional y la décima en el ámbito internacional. Sin embargo, es en el anís donde ahora pone la vista sus propietarios, apostando por un producto diferenciado, un anís envejecido que muy pronto estará en el mercado.

SIERRA NORTE, CULTIVO HISTÓRICO DEL VINO

La Sierra Norte es quizá el territorio más conocido de la provincia sevillana, pero es tan solo uno de las cuatro áreas vitivinícolas en las que se divide la provincia de Sevilla, junto con el Aljarafe, Campiña y el Bajo Guadalquivir. Cada uno de ellos con su personalidad: la Sierra Norte marcada por el verde de sus dehesas y del Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla, que ocupa gran parte de su superficie, situada en las estribaciones de Sierra Morena. Una zona de cultivo histórico de vino que se arrancó prácticamente en su totalidad cuando Jerez dejó de comprar los mostos y la filoxera se llevó por delante la viña, transformando el paisaje.

En Constantina aún se conservas las tinajas de fermentación de los listos

Hoy hay recogidos más de 3000 lagares históricos pero tan sólo en las Colonias de Galeón se sigue haciendo vino, es el último proyecto vitivinícola de la sierra norte. Aquí se hizo vino hasta los años 60 produciendo graneles sin  marca, en una zona climatológicamente perfecta para el cultivo de la vid. "Apostamos por un proyecto con base científica, con formación, para eso replantamos en el 98 con vides de diferentes variedades unas 700 hectáreasy ahora estamos apostando por reimplantar las variedades autóctonoas en nuestros proyecto en Viña Vieja, en Constantina", explican Elena Viguera y Julilán Navarro, responsables de Colinas de Galeón un proyecto que después de 20 años de trabajo les ha dado sus primeros frutos en forma de premios y reconocimientos con elaboraciones tan singulares como Lincesa, monovarietal de Tintilla de Rota, Silente Selección 2014 (18 meses en barrica de roble) o Ocnos y Petit Ocnos, monovarietales de Chardonnay, todos ellos con certificado ecológico. En todos ellos destaca la búsqueda de vinos de calidad, francos y honestos, producto de un proyecto comprometido con el territorio, con su historia y su biodiversidad.

AIRES (Y ARTES) DEL GUADALQUIVIR

En franco constraste con la IGP Sierra Norte nos encontramos con el territorio del Bajo Guadalquivir, que con su cauce nos lleva hasta las marismas del río y a su desembocadura, de la que sin duda provienen buena parte de las características que les permite a los muncipios de Los Palacios y Villafranca, Lebrija y Utrera la elaboración de unos vinos que transportan inevitablemente al Marco de Jerez. De hecho de Lebrija a Jerez apenas hay unos kilómetros y su altura de apenas 8 metros sobre el nivel del mar junto con sus suelos de la conocida tierra Albariza los hacen perfectos para la elaboración de vinos generosos al estilo de los finos y las manzanillas de Jerez y Sanlucar. Aquí, sin embargo, llevarán por nombre Flor de Lebrija y estarán elaborados a partir de la Palomino, Moscatel, Pedro Ximenez y Airén, siguiendo el sistema de las soleras y criaderas  para obtener vinos amparados por la DOP Lebrija, en la que tan solo se encuentra la bodega González Palacios. Una bodega que ha apostando por elaboraciones en las que se prima calidad sobre cantidad dando como fruto vinos como Frasquito o Solo Palomino, blancos de crianza biológica bajo velo de flor natural, con los que la bodega busca diferenciarse apostando por recuperar elaboraciones tal y como se hacían en el siglo XVII, antes de la llegada de los inglese, o con crianzas oxidativas potentes, complejas y sorprendentes como su Lebija Old 1986.

En este territorio también se usa el  sistema de soleras y criaderas para la elaboración de los vinos generosos

En este mismo territorio encontraremos también otros ejemplos de trabajo de recuperación de la vinculación del territorio con la producción de vino como Bodegas Halcón, una hacienda integrada completamente en Lebrija, con todo lo que una casa necesitaría para subsistir y que desde 1790 fue despacho de vino, pero no embotelladora. Ahora tiene en el mercado la variedad de vinos de licor propia del territorio y ya han obtenido reconcimientos a su oroloro Zamarrita y su  palo cortado La Giraldilla.

Finalmente, además de la Campiña de Carmona donde también encontraremos un gran número de destilerías, terminamos el periplo por la provincia de Sevilla en el Aljarafe, la franja de tierra que rodea el este de la capital, encajados entre el Guadiamar y el Guadalquivir y donde la producción vitivinícola ha quedado prácticamente reducida al triángulo formado por Espartinas, Umbrete y Vilaneuva del Ariscal, tradicionalmente vinculado a la producción de los mostos que tan populares hicieron Sevilla en el pasado, vinos blancos turbios, de baja graduación, suaves y ligeros que tanto se demandaban en todo el territorio.

Barricas para el envejecimiento en Bodegas Halcón

Pero aquí también nos encontraremos, además, uno de los reductos de la Garrido Fina, uva autóctona con la que habitualmente se hacen vinos generosos pero que en Bodegas F Salado, una de las bodegas más antiguas de Sevilla con más de 200 años de historia, han orientado hacia la producción de espumosos agrupados en la gama Umbretum (brut nature, reserva y semiseco), elaborados siguiendo el tradicional método champanoise y en el que se utiliza como licor de expedición su oloroso Don Curro. A esta singularidad hay que añadirle su excelente gama de vinos generosos así como sus vinos tintos y blancos de crianza en madera, que también le han reportado interesantes reconocimientos.

Una bodega situada en pleno aljarafe sevillano que representa a la perfección la lucha de este territorio por sobrevivir y por poner en valor su larga historia y su territorio para seguir haciendo elaboraciones singulares que les permitan, con honestidad y calidad, seguir poniendo el territorio sevillano en el mapa de los vinos de España.

Carmen Fernández
Licenciada en CC de la Información y especializada en enogastronomía y turismo
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