El vino, un sector europeo bajo presión

Para los millares de viñedos que pueblan el paisaje rural europeo, el futuro se adivina profundamente incierto

EFOW

Lunes 30 de Julio de 2012

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El sector vitivinícola europeo se encuentra en una encrucijada. En medio de un intenso debate político, se avecinan cambios radicales en la legislación europea, despertando preocupación por la producción vitivinícola, que podría tornarse irreconocible para finales de la década.

En un momento en el que los titulares de los periódicos expresan la preocupación general por el crecimiento, el empleo, las exportaciones y la sostenibilidad, el vino debería ser uno de los bastiones de la resistencia de Europa.

Durante muchas generaciones, los productores vitivinícolas han fomentado un proceso de producción tradicional y uso intensivo de mano de obra, que ha sido la envidia del mundo entero.

Sin embargo, para los millares de viñedos que pueblan el paisaje rural europeo, el futuro se adivina profundamente incierto.

¿Cómo un producto de una calidad tan apreciada y de una importancia vital para la estructura de la vida europea ha llegado a una crisis? El problema es en gran medida auto generado: para el año 2016 se prevé la liberalización de los derechos de plantación (un modo para regular la plantación de viñedos). Para el año 2019, las reglas al respecto serán: 'no hay reglas'. En breve, cualquier persona podrá plantar vides donde se le ocurra.

Esta jugada tiene profundas consecuencias sobre la creación de empleo, la industria del turismo, las elecciones del consumidor y sobre el medio ambiente.

Los derechos de plantación son parte de una serie de reformas agrícolas europeas de mayor alcance.

Se prevé que este debate político más amplio sobre la Política Agrícola Común (PAC) se concluya el año próximo, dejando poco margen para abordar los desafíos, que aunque puedan considerarse pequeños en términos relativos son cruciales, a los que se enfrenta el sector vitivinícola.

La totalidad de los 15 Estados miembros productores vitivinícolas se oponen a la liberalización programada, así como también el Parlamento Europeo democráticamente elegido, pero se necesita aun más apoyo político.

La Comisión Europea, que fue la primera en proponer la liberalización, sigue abogando por su consumación, un hecho que plantea interrogantes acerca de la legitimidad democrática de la formulación de políticas europea. 2012 es un año crucial para el sector vitivinícola y sus consumidores. La cuenta atrás ya ha comenzado.

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