Jueves 20 de Noviembre de 2025
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Un equipo de investigadores de la Universidad de California, Davis, ha publicado un estudio que aporta nuevos datos sobre la memoria genética de la variedad de uva cabernet sauvignon. Esta variedad, originada hace unos 400 años a partir del cruce entre cabernet franc y sauvignon blanc, es hoy la más plantada en el mundo y se cultiva en regiones como Napa y Burdeos.
El trabajo, dirigido por el profesor Dario Cantù del Departamento de Viticultura y Enología de UC Davis, analiza cómo las marcas epigenéticas —modificaciones químicas que regulan la actividad de los genes sin cambiar el ADN— se mantienen estables a lo largo de siglos en plantas propagadas por clonación. A diferencia de cultivos anuales como el maíz o el trigo, las vides se reproducen mediante esquejes. Esto significa que cada nueva planta es prácticamente idéntica a la original del siglo XVII.
Según Cantù, este método de reproducción ha permitido que el material vegetal seleccionado hace cientos de años siga presente en los viñedos actuales. El estudio, publicado en la revista Genome Biology, demuestra que las marcas epigenéticas pueden persistir durante siglos en cultivos clonales como la vid. Estas marcas no modifican el código genético, pero influyen en características como la calidad del fruto o la tolerancia al estrés ambiental.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos crearon mapas genómicos detallados del cabernet sauvignon y sus variedades parentales. Analizaron varios clones de cada tipo y desarrollaron un modelo genómico avanzado llamado “phased sequence graph”, que permite detectar variaciones genéticas y epigenéticas con mayor precisión que los métodos tradicionales.
El análisis mostró que, aunque pueden existir pequeñas diferencias entre plantas individuales, los patrones epigenéticos principales se mantienen estables incluso después de siglos de reproducción clonal. Este hallazgo sugiere que las vides conservan una especie de “memoria” molecular heredada de sus progenitores.
El descubrimiento tiene implicaciones para el futuro del cultivo de la vid y otras plantas perennes. Si algunas respuestas epigenéticas al calor, la sequía u otros factores ambientales resultan ser estables, podrían aprovecharse para seleccionar plantas más resistentes sin modificar su ADN ni perder las características propias de cada variedad. El marco desarrollado por el equipo puede aplicarse también a otros cultivos longevos para identificar qué marcas heredadas perduran y orientar así los programas de mejora.
Este avance científico también tiene un significado especial para UC Davis. En 1997, la profesora Carole Meredith identificó por primera vez a cabernet franc y sauvignon blanc como los padres del cabernet sauvignon. Ahora, casi treinta años después, el grupo dirigido por Cantù ha demostrado que esta variedad sigue mostrando huellas moleculares de ese cruce ancestral.
En el estudio han participado también Noé Cochetel, Amanda M. Vondras y Rosa Figueroa-Balderas (UC Davis), Joel Liou y Paul Peluso (Pacific Biosciences). La investigación ha contado con financiación parcial de la National Science Foundation, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, E. & J. Gallo Winery y Ray Rossi Endowment in Viticulture and Enology.
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