Miércoles 08 de Octubre de 2025
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Hablar de Akatavino es hablar de pasión, rigor y comunicación comprometida con el vino. Detrás de este proyecto se encuentran Antonio Jesús Pérez y María Navarro, dos profesionales que han convertido su amor por la enología y la cultura del vino en una referencia nacional. Sommeliers, comunicadores y fundadores de una de las plataformas más influyentes del sector, han logrado crear un espacio donde la información y la emoción se encuentran en equilibrio perfecto.
Con miles de vinos catados y una presencia consolidada tanto en medios como en redes, ellos representan una nueva generación de prescriptores que entienden el vino desde dentro: desde la viña hasta la copa, desde la tradición hasta la digitalización. Su trabajo no solo impulsa la visibilidad de bodegas y territorios, sino que también reivindica el papel del comunicador especializado como puente entre la esencia del vino y el consumidor.
Hay personas que hacen del vino mucho más que una pasión: lo convierten en un lenguaje que une, emociona y deja huella. Así son Antonio Jesús y María, el corazón de Akatavino, un proyecto que nació del amor por la cultura del vino y que hoy se ha convertido en un referente para quienes buscan descubrir la verdad que hay detrás de cada copa.
Su trabajo va más allá de la cata. Ellos no solo describen aromas y sabores: cuentan historias, abren caminos y conectan a bodegas, sumilleres y consumidores en un viaje donde la emoción es tan importante como la técnica. Con cada publicación, con cada valoración y con cada palabra compartida, transmiten la certeza de que el vino es, ante todo, una experiencia que se vive con el alma.
"Antonio Jesús y María no cuentan vinos: cuentan la vida que hay en ellos."
La complicidad entre ambos es palpable. Antonio Jesús aporta la rigurosidad del análisis y la profundidad del conocimiento; María, la sensibilidad y la calidez de quien sabe mirar más allá de la copa. Juntos forman un tándem único que ha sabido tejer vínculos con el sector vitivinícola, siempre desde la cercanía y la honestidad.
Akatavino no es solo un medio especializado: es un puente, un espacio donde el vino se humaniza y se celebra. Antonio Jesús y María han demostrado que hablar de vino no consiste únicamente en catarlo, sino en comprender lo que representa: tradición, innovación, paisaje y, sobre todo, personas.
"El vino se entiende mejor cuando se cuenta con pasión, y esa pasión es la que define a Akatavino."
Recientemente reconocidos en el certamen VINOINFLUENCERS, donde recibieron el galardón en la categoría otorgada por Castilla y León, reafirman su compromiso con una comunicación honesta, transparente y con alma. Conversamos con ellos sobre su trayectoria, su forma de entender el vino y el camino que aún queda por recorrer en este apasionante universo.
ENTREVISTA
Akatavino nació de una necesidad vital: comunicar lo que sentimos al descubrir un vino que nos emociona. No fue un plan de negocio, fue una pulsión. María y yo compartíamos esa inquietud por contar historias, por ponerle palabras a lo que el vino nos hacía sentir. Además, observamos que el mundo del vino estaba dejando pasar la revolución digital que en 2003 ya transformaba otros sectores, y desde el principio apostamos por aplicar la tecnología y la comunicación digital al vino. Hoy, 22 años después, sabemos que acertamos. Así, sin darnos cuenta, creamos un espacio donde el vino no solo se cata, se vive.
María: Ha sido un viaje de autenticidad. Nunca buscamos ser influyentes, solo ser fieles a lo que sentimos. La gente conecta con lo real, con lo que se hace desde el corazón. Y eso es lo que hemos hecho: comunicar desde la emoción, desde el respeto a quienes hacen posible cada botella.
Antonio Jesús: Somos un puente. Respetamos profundamente la tradición, pero también creemos que el vino necesita evolucionar, comunicar mejor, llegar a nuevos públicos. En Akatavino intentamos traducir ese lenguaje ancestral a códigos actuales, sin perder su esencia.
María: La cata es un acto íntimo. Es el momento en que el vino se desnuda y te cuenta su historia. Pero no basta con analizarlo técnicamente, hay que escucharlo con el alma. Solo así puedes transmitir su verdad, con un lenguaje cercano y que enganche a los potenciales consumidores.
Antonio Jesús: Castilla y León está viviendo una revolución silenciosa, con proyectos que combinan autenticidad y riesgo. También Andalucía, con elaboradores que están recuperando variedades y métodos ancestrales. Y no podemos olvidar Galicia, donde el vino habla con acento atlántico y alma de granito.
María: Que no intente saberlo todo. Que empiece por disfrutar. El vino no es una carrera, es un camino. Y cada copa puede ser una puerta a una emoción, a un recuerdo, a una conversación.
María: Si tuviera que destacar una variedad que nos emociona especialmente, hablaría de la Pinot Noir. Es una uva que enamora a Antonio Jesús, porque se identifica profundamente con la sensibilidad que desprende. De hecho, siempre digo que Antonio es una de las personas más sensibles que conozco, y la Pinot Noir tiene esa magia de hablarte al oído, de susurrarte paisajes, memorias y silencios.
Además, nos apasiona la Garnacha cuando se expresa con honestidad, y los espumosos bien elaborados, porque tienen esa magia de celebrar incluso lo cotidiano. Pero más que una variedad, buscamos vinos con alma, que nos miren a los ojos y nos cuenten algo verdadero.
María: Que todo requiere su tiempo. Que hay que saber esperar, como se espera una buena crianza. Y que lo importante no es la perfección, sino la autenticidad.
Antonio Jesús: Buscamos verdad. Un vino que nos hable con sinceridad, que no se esconda detrás de la técnica ni de la perfección. Nos emociona aquel que transmite la historia de quien lo ha creado, que deja una huella en la memoria y provoca esa frase que suelo pronunciar cuando me emociona "wow". No se trata de que sea impecable, sino de que tenga carácter, sensibilidad, y sobre todo, que nos haga sentir que estamos ante algo único.
María: Exacto. Hay vinos que te acarician, que te miran sin decir nada y te lo dicen todo. Esos son los que buscamos. Los que nos hacen parar, respirar hondo y sonreír sin saber muy bien por qué.
María: Ha sido un abrazo. Un reconocimiento que nos dice que el camino que elegimos, aunque a veces difícil, tiene sentido. Que comunicar con alma también tiene su lugar.
Antonio Jesús: Para mí ha sido una inyección de energía y gratitud. Es un premio que nos conecta con la tierra, con la gente que hace posible el vino y con todos los que creen en nuestra manera de contar historias. Nos impulsa a seguir adelante, a seguir buscando la emoción en cada copa.
María: Nos da fuerza y confianza para seguir siendo fieles a nuestra esencia. Nos recuerda que hay una comunidad que valora lo que hacemos y que el esfuerzo y la pasión se perciben.
Antonio Jesús: Y también nos compromete aún más. Sentimos la responsabilidad de seguir aportando, de seguir aprendiendo y de seguir transmitiendo la verdad y la emoción del vino. Es un impulso para no conformarnos y seguir creciendo, siempre con humildad.
María: Akatavino es el lugar donde el vino encuentra su momento y las personas encuentran su vino.
Antonio Jesús: Y también es un puente de emociones, donde cada botella es una historia y cada historia merece ser contada y compartida. Porque AkataVino lo forman personas y vinos.
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