Rosi La Loca: la revolución más sabrosa y desatada de Madrid

Un carnaval gastronómico que fusiona creatividad, sabor y un espíritu libre, ofreciendo una experiencia única donde cada detalle invita a disfrutar sin prejuicios.

Viernes 15 de Agosto de 2025

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En pleno corazón de Madrid, a escasos pasos de la Puerta del Sol, se encuentra Rosi La Loca, un restaurante que se desmarca de cualquier convencionalismo y convierte la visita en una experiencia sensorial difícil de olvidar. Con una estética delirante y una carta tan atrevida como su decoración, este local se ha consolidado en su primera década de vida como uno de los espacios más singulares del panorama gastronómico madrileño. Aquí, además de a comer, se viene a dejarse llevar por una locura perfectamente orquestada.

Inaugurado en 2015, Rosi La Loca nació con la voluntad explícita de romper moldes en el siempre bullicioso centro de Madrid. Detrás del proyecto están Rosi y Lucian, un tándem creativo y emprendedor decidido a crear un restaurante sin parangón. Con amplia experiencia en hostelería y una clara vocación por el espectáculo y el detalle, diseñaron un espacio que alimenta el cuerpo y la imaginación. Lejos del minimalismo o los modelos clásicos, construyeron un universo propio donde cada elemento —desde el mobiliario hasta los nombres de los platos— refleja una visión hedonista, irreverente y casi teatral de la restauración. Más que fundadora, Rosi se convierte en una figura inspiradora cuya personalidad impregna cada rincón, como si el local fuera una prolongación lúdica, vibrante y desinhibida de su forma de entender el mundo. Como una Alicia castiza, habita un país de las maravillas madrileño, repleto de guiños, excesos y humor.

Entre flores, colores y sueños la bienvenida perfecta donde sabor y técnica van en armonía

La experiencia comienza desde el momento en que cruzas la puerta. La entrada te recibe con una decoración floral, colorista y vibrante, salpicada de rasgos abstractos y detalles dalinianos que imprimen un carácter onírico y surrealista al espacio. Esta atmósfera te prepara para lo inesperado, invitándote a dejar atrás lo cotidiano. La planta baja, más amplia y luminosa con un estilo hawaiano, ofrece reservados y aporta un aire relajado y exótico, creando un contraste con la intensidad visual del resto del local. La música moderna genera un ambiente dinámico y divertido, reflejo fiel de la esencia de Rosi, mujer fascinante, soñadora, aventurera y amante de una vida llena de color y fantasía. Su invitación resulta clara: "Quiero que me acompañes en esta experiencia". A su lado, cicerones como Victoria, Miguel o Michelle convierten la visita en un recorrido cercano, amable y lleno de complicidad; siempre dispuestos a asesorar, explicar cada plato con detalle y atender sin invadir.

En Rosi La Loca, la llamativa puesta en escena visual va más allá del envoltorio, sirviendo de antesala a una propuesta gastronómica audaz y creativa. Bajo la dirección del chef Javier Alfaro, la cocina se presenta como una fusión cosmopolita con un marcado espíritu viajero, donde la reinterpretación de platos clásicos se convierte en un lenguaje propio. Cada creación equilibra técnica, sabor y originalidad, logrando un diálogo entre tradición y modernidad sin perder el respeto por sus raíces. Así, estética y gastronomía se unen para ofrecer una experiencia sensorial completa en cada visita.

Un menú sin reglas para dejarse llevar

La carta no es excesivamente extensa, y ahí radica parte de su atractivo. No hay una distinción marcada entre primeros y segundos, permitiendo construir el recorrido con libertad, dejándose guiar por el apetito o la curiosidad. Esa ausencia de jerarquías aporta frescura y cierto aire informal, rompiendo con el esquema clásico de menú estructurado. Comenzamos con las Croquetas de Rosi, elaboradas a diario para garantizar una frescura absoluta. Rellenas de jamón ibérico y una bechamel sedosa y equilibrada, sorprenden por su textura cremosa y su sabor limpio, profundo y reconocible. El rebozado de panko añade un contraste crujiente y ligero que realza el conjunto sin robarle protagonismo al interior.

En una línea más fresca y estival aparece la Burrata Alocada, que combina la suavidad de una burrata italiana, inyectada con pesto, bajo una base de salmorejo de tomate semiseco y pimientos del piquillo. La mezcla de burrata y salmorejo, poco habitual, funciona sorprendentemente bien: la cremosidad láctea se equilibra con el dulzor y el punto ahumado del pimiento, mientras la albahaca aporta frescor y profundidad. Un plato original, vistoso y muy bien resuelto. Resulta imposible abarcar toda la carta en una primera visita y precisamente ahí reside parte de su encanto: siempre queda algo por descubrir. Las Bravas Locas, con reconocimiento nacional, la Tortilla con trufa negra elaborada al momento o los Saquitos de pasta con tres quesos y pera figuran entre las propuestas más llamativas, donde técnica y originalidad parecen conjugarse con la misma soltura que en el resto de la experiencia.

Arroces, carnes y sabores que invitan a explorar

Entre los platos más contundentes, el Canelón de carrillada de ternera destaca por su sabor intenso y bien definido. La carne, melosa y sabrosa, se acompaña de champiñones y una bechamel ligera que aporta cremosidad sin empalagar. La salsa de pimientos del piquillo caramelizados introduce un contrapunto dulce y suave para redondear el conjunto, mientras la arena de crackers y el cebollino fresco suman textura y frescor. Un plato cálido, bien estructurado, que demuestra que tras la estética hay cocina de fondo y oficio.

Otro apartado destacado en la carta son los arroces, entre ellos el Arroz meloso de boletus, probablemente la mejor opción para quienes buscan intensidad y carácter. Su aroma característico anticipa la experiencia y en boca no decepciona: sabor profundo, fondo bien logrado y una generosidad notable del boletus que eleva el plato a otro nivel. La textura melosa, tipo risotto, se combina con salsa trufada y carpaccio de champiñón, aportando complejidad y equilibrio. Sin duda, uno de los mejores arroces que he probado últimamente. Complementan otras opciones como la paella de pollo de corral y la de marisco.

Si optan por propuestas más tradicionales, la carta ofrece la Hamburguesa Ibérica. Con influencias mexicanas, llaman la atención los Tacos No Mamés Wey!, con tortilla de maíz azul mixtamalizado, aguja de cerdo pibil y salsa de tomate amarillo con jalapeños. Entre las sugerencias más ligeras, destaca el Bikini de Rosi, un sándwich templado con milanesa de pollo de corral y ensalada de col china. Los amantes del pescado encontrarán opciones como el Pulpito salteado con puré de apionabo y emulsión de ajo y perejil, las Zamburiñas gratinadas con mayonesa de kimuchi y toque de lima y el Tataki de atún de aleta amarilla con salsa teriyaki y alioli cítricos.

El dulce y el trago juntos para cerrar con broche de oro

Los postres mantienen la misma línea creativa y desenfadada del resto de la carta, con propuestas golosas pero equilibradas. El mejor reflejo de esta filosofía es el Dulce Miss You, una versión libre del tiramisú donde el mascarpone casero se mezcla con dulce de leche, café y Disaronno (licor con sabor a almendra) sobre una base de cookies con un crujiente sensacional. El conjunto se remata con polvo de naranja, crispy de frambuesa y cacao, logrando un final dulce pero sin excesos, sabroso y bien construido, que deja un recuerdo amable y redondo. Para los amantes de las tartas de queso —casi una religión para algunos—, la Loca tarta de queso promete una versión cremosa con queso Taleggio y una original mermelada de aceituna Kalamata.

La propuesta líquida merece capítulo aparte. A diferencia de muchos restaurantes convencionales donde los cócteles quedan relegados a un papel secundario, aquí son protagonistas desde el primer momento. No es raro que la experiencia arranque con uno de sus combinados, servidos en recipientes tan sorprendentes como su contenido: cabezas de cerámica, flamencos rosas o calaveras mexicanas que anticipan la teatralidad del momento. Opciones como el Rosi en Hawai, con ron Brugal y mezcal, el exótico Sexy Kraken, con coco y fruta de la pasión, el Gato Loco, mezcla de ginebra, ron y licor de melón o el Spicy PopCorn, con whisky y mango picante, son solo algunos ejemplos de una carta tan visual como sabrosa. Junto a ellos, no faltan las sangrías caseras, elaboradas al momento con vino tinto, rosado o cava, como punto refrescante y frutal ideal para compartir.

Rosi La Loca no es solo un restaurante: es un viaje sensorial en el que cada detalle, desde la vajilla hasta el último bocado, responde a una filosofía hedonista, libre y sin prejuicios. Su propuesta combina lo lúdico con lo gastronómico, lo excéntrico con lo técnicamente impecable, en un equilibrio que desarma y conquista. Aquí no se viene a buscar sobriedad ni etiquetas, sino a dejarse llevar, a disfrutar sin prisas y a celebrar el placer de comer bien en un entorno distinto. Una experiencia que no entiende de moldes, pero sí de emociones. Y de eso, Rosi, sabe un rato. Tanto, que ya ha dado lugar a bifurcaciones temáticas como Inclán Brutal Bar o Bestial, conceptos hermanos para ampliar su universo sin perder su esencia.

Un artículo de Alberto Sanz Blanco
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