Premiumización redefine el mercado del vino

La caída del consumo no frena el crecimiento del valor gracias a la apuesta por la calidad y la autenticidad

Jueves 03 de Julio de 2025

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El vino premium resiste la caída del consumo global y redefine el mercado con sostenibilidad, autenticidad e innovación

El sector del vino en 2025 atraviesa una transformación estructural profunda. Aunque el consumo total de vino ha caído a niveles no vistos en décadas, el valor del mercado sigue creciendo. Este fenómeno se debe a la premiumización, una tendencia que ha evolucionado y que ahora se basa en la calidad demostrable, la autenticidad, la sostenibilidad y las experiencias personalizadas.

El mercado se divide en dos segmentos claros: uno de vinos económicos con ventas en descenso y otro de productos premium que mantienen su valor. La premiumización ya no depende solo del precio. Los consumidores, especialmente los Millennials, buscan vinos que ofrezcan una historia y unos valores con los que identificarse. La sostenibilidad y la ética se han convertido en requisitos básicos para cualquier marca que aspire a ser considerada premium.

Este cambio ocurre en un entorno económico y político inestable. La inflación persistente ralentiza el ritmo de premiumización y obliga a los consumidores a exigir razones claras para pagar más. Además, la amenaza de aranceles elevados entre Estados Unidos y Europa añade incertidumbre al comercio internacional, afecta a las cadenas de suministro y obliga a las empresas a gestionar riesgos estratégicos con mayor atención.

El principal problema al que se enfrenta el sector es demográfico. La estrategia de premiumización ha dejado de lado el mercado de entrada, dificultando la captación de nuevos consumidores. Los Boomers, tradicionalmente fieles al vino, están reduciendo su consumo por cuestiones de edad. Al mismo tiempo, la industria tiene dificultades para atraer a la Generación Z, más preocupada por la salud y menos interesada en el alcohol.

Para adaptarse a este nuevo escenario, las bodegas deben pasar de un modelo centrado en el volumen a otro enfocado en el valor. Es fundamental desarrollar estrategias específicas para cada generación: ofrecer experiencias y relatos auténticos para los Millennials e innovar con productos accesibles y relevantes para captar a la Generación Z, como formatos alternativos o vinos sin o con bajo contenido alcohólico.

La definición de vino premium ha cambiado. Ya no basta con subir el precio; ahora importa la percepción del valor. Los consumidores buscan calidad tangible, historia, origen y pasión detrás del producto. Incluso en segmentos tradicionalmente económicos, los compradores exigen buen rendimiento por su dinero y evalúan sus compras según criterios personales.

La sostenibilidad es ahora un pilar central del vino premium. Los consumidores esperan prácticas responsables tanto en lo ambiental como en lo ético. Las bodegas están adoptando botellas más ligeras, materiales reciclables y certificaciones ecológicas como parte integral de su propuesta de valor.

La escasez y la exclusividad siguen siendo herramientas eficaces para mantener precios altos en los vinos más cotizados. Sin embargo, las marcas deben equilibrar bien este factor para no alejar a posibles clientes ni perder su reputación si sobreproducen o bajan demasiado los precios. En la era digital, la exclusividad también se puede crear mediante acceso limitado a contenidos online o eventos virtuales exclusivos.

El mercado mundial del vino muestra una clara división entre el segmento económico, que pierde relevancia rápidamente, y el segmento premium, que resiste mejor las dificultades económicas. Por ejemplo, en Estados Unidos las ventas totales por volumen han caído un 4%, pero el valor total del mercado ha subido un 4%, alcanzando los 109 mil millones de dólares. El crecimiento se concentra en vinos entre 20 y 50 dólares o superiores.

La inflación afecta al ritmo de premiumización porque hace que los consumidores sean más selectivos. Ahora buscan pruebas claras de calidad antes de gastar más dinero. Esto obliga a las marcas a justificar sus precios con argumentos sólidos basados en calidad real y relatos auténticos.

El riesgo geopolítico también pesa sobre el sector. La posible imposición de aranceles del 200% por parte de Estados Unidos sobre vinos europeos ha provocado acopio masivo por parte de importadores estadounidenses y una paralización temporal del mercado ante la incertidumbre regulatoria. Si estos aranceles se aplican finalmente, muchas bodegas europeas pequeñas podrían verse obligadas a bajar precios drásticamente o incluso cerrar.

En cuanto al mercado de inversión en vinos finos, aunque los precios han bajado tras años de subidas continuas, el número de transacciones ha aumentado notablemente respecto al año anterior. Esto indica un ajuste saludable más que un colapso: hay liquidez y confianza a largo plazo entre inversores.

El perfil del consumidor moderno es muy diferente al tradicional. Existen tres grandes grupos generacionales: los Boomers (fieles pero cada vez menos activos), los Millennials (experimentales y dispuestos a pagar más por calidad y valores) y la Generación Z (consumo bajo y gran interés por salud y digitalización). El reto está en captar a Millennials con experiencias auténticas e innovar para atraer a Gen Z con productos adaptados a sus gustos y canales preferidos.

La tendencia hacia el consumo moderado impulsa tanto la premiumización como el auge del segmento NoLo (sin o bajo alcohol). Los avances tecnológicos han permitido mejorar mucho la calidad de estos productos alternativos, que ya no son vistos como opciones inferiores sino como extensiones legítimas de marca.

La experiencia es clave para el consumidor actual. Ya no basta con vender un producto; hay que ofrecer participación e interacción tanto presencial como digitalmente. Las bodegas están transformando sus instalaciones en destinos turísticos donde se ofrecen actividades personalizadas e inmersivas. También crecen las catas virtuales y los contenidos interactivos online.

Para tener éxito en este entorno complejo es necesario integrar innovación en producto (por ejemplo NoLo o nuevos formatos), sostenibilidad real desde el viñedo hasta la bodega e historias auténticas que conecten emocionalmente con el consumidor. La digitalización es imprescindible tanto para captar datos como para personalizar mensajes y experiencias.

A nivel internacional, Estados Unidos sigue siendo el mercado más dinámico pero también uno de los más inciertos por cuestiones regulatorias y demográficas. Europa mantiene su prestigio gracias a su herencia histórica pero debe adaptarse rápidamente tanto al cambio climático como al descenso del consumo interno. Los mercados emergentes (India, Brasil, México o países del sudeste asiático) representan una oportunidad importante gracias al crecimiento económico y demográfico.

De cara al futuro inmediato, las bodegas deben adoptar una estrategia dual: reforzar su núcleo premium mediante calidad e innovación mientras recuperan el segmento básico con productos accesibles e interesantes para nuevos consumidores jóvenes. La sostenibilidad debe integrarse plenamente en todas las áreas del negocio como elemento diferenciador frente al cambio climático.

Los distribuidores deben equilibrar su oferta entre marcas clásicas consolidadas e innovaciones atractivas para públicos jóvenes experimentales. Los inversores deben priorizar empresas resilientes con presencia directa al consumidor final (DTC), diversificación geográfica real e innovación sostenible demostrable.

El éxito dependerá finalmente de la capacidad del sector para conectar con Millennials mediante experiencias auténticas e historias reales mientras construye puentes hacia Gen Z con productos relevantes e inclusivos desde el primer momento de contacto con la categoría vino.

Más información
(PDF)La premiumización del vino en 2025
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