Martes 17 de Junio de 2025
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Nuestros amigos, los austriacos, ya consumían vino en el 700 a.C. Esto se sabe gracias al hallazgo de semillas de Vitis vinifera en Zagersdorf, una localidad al oeste de la actual Austria. Como no podría ser de otro modo, sería con el Imperio Romano cuando la viticultura recibiría su primer gran impulso. El emperador Marco Aurelio Probo pondría fin al veto de Domiciano, quien había prohibido el cultivo de la vid más allá de los Alpes. Sería en este periodo cuando la variedad emblema de Austria, la Grüner Veltliner, nacería.
Este impulso se vería muy mermado tras la caída del Imperio Romano, ya que los nuevos "invasores" arrasaron con todo, viñedos incluidos. La recuperación no llegaría hasta que Carlomagno, en el año 788, dio un nuevo empuje a la viticultura. Varios siglos después, la Iglesia impulsaría el vino, por un lado, con fines sacramentales y, por otro, salubres, ya que por aquel entonces no era muy seguro beber agua. (Yo, en lo personal, a día de hoy aún sigo ese consejo...). Ya en el siglo XVI, Viena era considerada la "Capital comercial del Danubio", lo cual dio un nuevo empuje a los vinos austriacos. Pensemos que para aquel entonces Austria contaba con unas 170.000 hectáreas de viñedo, lo cual supone, ni más ni menos que el triple de lo actual. Sin embargo, nada es eterno, y la época dorada del vino austriaco llegaría a su fin con la Guerra de los Treinta Años y las invasiones turcas. Siglos más tarde, la filoxera arrasaría el 25% de los viñedos.
Ya en el siglo XX, la Primera Guerra Mundial causaría la desaparición del Imperio Austrohúngaro y, por consiguiente, la modificación de fronteras. Esto derivaría en la partición de Estiria entre Austria y Eslovenia, un suceso que marcaría a 40 familias, las cuales pasarían a tener algunos de sus viñedos en la vecina Eslovenia. A estos propietarios se los conoce como "Historischer Doppelbesitz".
Uno de los episodios más tristemente conocidos sobre el vino austriaco es el que lo relaciona con el anticongelante. Hablamos de un momento en el que el vino austriaco era muy demandado, especialmente en Alemania. En algunas ocasiones, ciertas bodegas no cumplían con los criterios de calidad solicitados. Un químico sugirió añadir dietilenglicol al vino, ya que este otorgaba, además de dulzor, aromas que simulaban los de la botritis. Eso sí, un mililitro por kilogramo resultaba letal para una persona. El escándalo se desató cuando, increíblemente, un "iluminado" decidió declarar el dietilenglicol en la deducción de impuestos de la elaboración del vino, iniciando así uno de los mayores fraudes vinícolas de la historia reciente.
Tras la Segunda Guerra Mundial, se produjeron los Acuerdos de Gleichenberg, los cuales permitieron nuevamente continuar con la tradición vinícola transfronteriza; es decir, autorizaron a estas familias a seguir elaborando vino en Estiria con las uvas de sus viñedos en Eslovenia e, incluso, sin reportar impuestos por ello a Eslovenia.
Pero el tiempo avanza imparable y en el año 2004, Eslovenia se unió a la Unión Europea. Este hecho sería un dulce amargo para los Historischer Doppelbesitz, ya que, 65 años después, los Acuerdos de Gleichenberg perderían validez y se clamaría por al menos una "solución temporal". Durante generaciones se había trabajado sin mayor problema y, además, existen situaciones similares dentro de la Unión Europea, como es el caso de Alsacia, donde se puede operar sin mayores inconvenientes. Por ello, los propietarios acudieron a reclamar una solución a los comités vinícolas y a la cámara de agricultura, ya que esta situación los condenaba a pérdidas de hasta el 50%.
Afortunadamente, llegaron a un acuerdo y hoy podemos disfrutar sin mayores problemas de vinos de los Historischer Doppelbesitz, quienes por cierto, en el año 2003, fundaron la "Asociación de Viticultores de Estiria de Propietarios Dobles Históricos", con el objetivo de crear un reglamento que otorgue un origen especial a estos vinos, con claras vistas a establecer una Denominación de Origen.
¿Cómo lo ven? ¿Veremos pronto una Denominación de Origen binacional? Lo que sí sé es que no puedo esperar a tener la oportunidad de probar uno de estos vinos.
¡Salud y buen vino!
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