Miércoles 11 de Junio de 2025
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En el corazón del barrio de Quintana, dentro del castizo distrito de Ciudad Lineal, se esconde una de esas sorpresas gastronómicas que desafían el paso del tiempo. Lejos del ruido mediático del centro y de las modas pasajeras, Street Grills lleva ya tres años consolidándose como una propuesta diferente, con carácter propio y una fidelidad creciente por parte de su clientela. En un panorama donde abundan los intentos efímeros de "street food" impostado, este local ha sabido encontrar su identidad y mantenerla viva. Porque aquí, el humo no es solo parte del espectáculo: es la firma de una cocina que se toma muy en serio el fuego, la brasa y el sabor.
El local no destaca por su tamaño, pero sí por su calidez y funcionalidad. Distribuido en una acogedora barra pensada para un picoteo informal y mesas alineadas a ambos lados que conducen a un pequeño comedor en la parte trasera, Street Grills aprovecha cada rincón con inteligencia y sin agobios. Pero lo que realmente marca la diferencia desde el primer minuto no es el espacio, sino el trato humano: la amabilidad de Teresa, una de las dueñas del establecimiento, que se mueve entre las mesas con una mezcla de cercanía, eficiencia y conocimiento que conquista al comensal incluso antes de abrir la carta. Junto a ella, Elisabeth y el resto del equipo de sala completan un servicio atento, natural y siempre dispuesto a asesorar sin imponer. La selección musical, centrada en temas actuales con ritmo pero sin estridencias, envuelve la experiencia desde el fondo sin robar protagonismo al verdadero espectáculo: la cocina.
La propuesta de Street Grills bebe directamente de la cocina callejera latinoamericana. Sin necesidad de extenderse en exceso, su carta está pensada para facilitar una elección ágil, sin que por ello falten matices ni variedad. Un primer vistazo basta para percibir las coordenadas culinarias del viaje que se avecina: la intensidad especiada de México —con su culto al maíz, el picante controlado y los contrastes de temperatura y textura— convive con la riqueza grasosa y reconfortante de la cocina venezolana, donde la fritura, las salsas cremosas y el queso fundente son protagonistas. Esta mezcla de influencias queda bien representada en la sección de entrantes, una auténtica declaración de intenciones.
Entre las propuestas más destacadas se encuentran las arepitas fritas con nata criolla, pequeñas joyas doradas de maíz que combinan crujiente por fuera y ternura por dentro, coronadas con una nata de sabor suave y ligeramente especiado que armoniza el conjunto. En la misma línea se sitúan las empanaditas de carne mechada, cuyo relleno jugoso y bien sazonado conecta directamente con la tradición venezolana más festiva. El resto de la sección se completa con tostones con pico de gallo y nata criolla y una rica variedad de tequeños, ofrecidas en distintas versiones: los tradicionales, los de plátano (mandocas) y los de maíz (jojoticos), todos ellos elaborados con esmero y acompañados por la salsa de la casa, otro de los sellos distintivos del local. Para los más queseros, la ración de queso frito es una apuesta segura, con un dorado crujiente por fuera y una textura elástica y fundente en el centro que pide ser mojada en cada salsa disponible.
Si hay un verdadero protagonista en este templo de sabores, ese es sin duda la picaña, corte estrella de la casa y emblema inequívoco de su cocina al carbón. Originaria de Brasil, esta pieza es conocida por su forma triangular y su inconfundible capa de grasa que, lejos de ser un exceso, es precisamente lo que le otorga su sabor profundo, su ternura y esa jugosidad que la hace inconfundible. Aquí en España se conoce como tapilla de ternera, mientras que en Argentina es habitual encontrarla bajo el nombre de tapa de cuadril. Se sitúa en la parte baja del cuarto trasero de la ternera y, como bien nos explica Teresa, no es fácil de encontrar con la proporción de grasa adecuada.
En Street Grills, la picaña se asa sobre carbón de marabú, un combustible vegetal de origen cubano que arde con intensidad, sin apenas humo y con una temperatura muy estable. El resultado es una carne marcada por fuera, de exterior crujiente y un corazón jugoso y tierno. Incluso antes de llegar a la mesa, su aroma inunda el local: es el tipo de olor que anticipa una comida memorable. Y si esto no fuera suficiente, el remate final se realiza en mesa, donde la propia grasa fundente de la pieza se aprovecha para darle el último golpe de calor, aportando brillo, untuosidad y ese efecto teatral que eleva la experiencia.
La picaña puede degustarse sola, como protagonista absoluta del plato, o bien como parte de una combinación más completa en la que se suman otras carnes igualmente sabrosas como el pollo al carbón —una pechuga tierna, jugosa, con un asado uniforme— o el chorizo criollo, de sabor intenso y ahumado, asado directamente sobre la brasa. Estas combinaciones están disponibles tanto en formato individual, ideales para quienes desean una degustación equilibrada, como en formato para compartir, pensadas para dos o más comensales. Entre las opciones más completas, destaca la Parrillada Street, una elección ideal para dos o tres personas que permite disfrutar de los tres cortes principales de la casa en una experiencia coral al más puro estilo grill latinoamericano.
En Street Grills, el universo de sabores no termina en la parrilla. De hecho, una de las claves de su propuesta es la variedad y el cuidado en los acompañamientos. Las patatas fritas, en su versión clásica o coronadas con queso parmesano, ofrecen ese crujiente necesario que marida a la perfección con la jugosidad de la picaña o el pollo. Pero si se quiere viajar más allá, la yuca, en su versión frita o hervida, aporta una textura única y un punto dulce-terroso muy característico de las cocinas del Caribe y Sudamérica. Los tostones —láminas de plátano macho verde aplastadas y fritas— son otra guarnición imprescindible, con su equilibrio entre crocante y suavidad interior. Y como nota vegetal, una pequeña concesión a la tierra: los siempre bien recibidos pimientos de Padrón.
En el apartado de salsas, encontramos un auténtico despliegue de personalidad. La salsa de la casa, una mayonesa de puerro con un toque suave y aromático, es casi un sello de identidad del local. La guasacaca, una salsa venezolana a base de aguacate, cilantro y ajo, se impone por frescura y carácter; mientras que el chimichurri aporta ese golpe ácido y herbáceo tan propio del asado argentino. Los amantes del picante también tienen su sitio, con una opción que no busca abrasar, sino potenciar. A esto se suman las ensaladas frescas, como el clásico pico de gallo —tomate, cebolla, cilantro y pimientos— o la ensalada de col, que aportan ligereza, frescor y un contraste que equilibra los platos más contundentes. Por supuesto, no podía faltar la nata criolla, indispensable para acompañar arepitas, empanadas o tostones.
Aunque las brasas son el alma de esta casa, la carta incluye otras opciones igual de atractivas. Las hamburguesas, como la Burguer Street de picaña al carbón o la Chicken Carbonero, mantienen el sabor y la jugosidad característica del local. No faltan los pepitos, ese clásico venezolano a medio camino entre el sándwich y la hamburguesa, donde la carne —ya sea picaña o pollo— se presenta troceada en pan alargado con vegetales, bacon, cheddar y una explosiva combinación de salsas. Mención aparte merecen los choripanes, perfectos para un bocado más rápido pero lleno de sabor. Propuestas ideales para quienes buscan una experiencia más informal pero sin renunciar al sabor.
En el capítulo de los postres, no hay dudas: la tarta tres leches con dulce de leche se lleva todo el protagonismo. Elaborada en el propio local, esta versión casera destaca por su equilibrio perfecto entre textura y sabor. El bizcocho, empapado en una mezcla de leche condensada, evaporada y nata, logra una jugosidad excepcional sin deshacerse en exceso, y mantiene una esponjosidad ligera que sorprende. Lejos de resultar empalagosa —como ocurre con demasiadas versiones de este clásico latinoamericano—, aquí la dulzura está matizada y bien medida, y el toque final de dulce de leche aporta profundidad sin saturar. Sinceramente, una de las mejores que he probado nunca, y razón suficiente para reservar hueco al final de la comida. Street Grills confirma así que la calidad, el sabor y la autenticidad siguen siendo la mejor fórmula para seguir despertando interés tras tres años en el barrio.
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