Lunes 14 de Abril de 2025
Leído › 2255 veces

Hablar de vino a veces da respeto. Entre etiquetas con nombres raros, notas de cata que suenan a poesía abstracta y precios que dan miedo, es normal no saber por dónde empezar. Pero aquí va la buena noticia: no necesitas ser un experto, ni tener una bodega en casa, para disfrutar de un buen vino.
Después de muchos brindis, botellas compartidas y algún que otro error en la elección (sí, a todos nos ha pasado), estas son algunas cosas que me hubiera gustado saber cuando empecé en este mundillo.
Cabernet, Tempranillo, Syrah... Al principio puede sonar a jerga de otro planeta, pero lo importante es prestar atención a lo básico: ¿te gustan los vinos más suaves o con más cuerpo? ¿Te molesta la acidez o te parece refrescante? ¿Prefieres algo fácil de beber o
He probado vinos de 6 euros que me han encantado y botellas de 30 que no repetiría. A veces pagas por la marca, la zona o incluso la etiqueta. Lo bueno es que ahora hay muchas tiendas especializadas, como Divinos, donde puedes encontrar grandes vinos a precios razonables, y además te orientan según lo que estés buscando.
Sí, todos hemos elegido una botella solo porque nos gustaba el diseño. Y oye, a veces sale bien. Pero si de verdad quieres acertar, lo mejor es leer la contraetiqueta: ahí suele decir si es un vino joven, crianza, con barrica o sin ella. Esas pistas valen más que mil adjetivos raros.
No necesitas una cristalería de 10 tipos, pero sí conviene tener un par de copas decentes. Las copas grandes ayudan a que el vino respire y se abran los aromas. Nada cambia tanto un vino como tomarlo en una copa adecuada vs. un vaso de cocina. Haz la prueba y verás.
No hay mejor forma de aprender que catando. Y no hace falta montar una cata profesional: basta con abrir una botella con amigos, comentar lo que notas (aunque solo sea "me gusta" o "me resulta raro") y comparar. Poco a poco, vas creando tu propio criterio.
Si no sabes por dónde comenzar, te recomiendo buscar vinos jóvenes con fruta y poca madera. Un Rioja joven, un vino del Bierzo con Mencía o un tinto de Navarra son buenas puertas de entrada.
Al final, el vino no debería ser complicado. Es una excusa para compartir, para descubrir, y para disfrutar. Y lo mejor es que siempre hay algo nuevo esperándote en la siguiente copa.
Leído › 2255 veces