La Mouraz, una uva resistente y única, podría sumarse al catálogo de la DO Bierzo

El Itacyl organiza una cata técnica para evaluar el potencial de la Mouraz y otras uvas minoritarias.

Miércoles 08 de Enero de 2025

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El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Bierzo sigue avanzando en su apuesta por la recuperación de variedades autóctonas, reforzando su vínculo con el entorno y buscando aportar singularidad a sus vinos. Tras la incorporación en años recientes de las uvas Estaladiña y Merenzao al pliego de condiciones de la DO, ahora el foco está puesto en una nueva variedad tinta que podría unirse al catálogo: la Mouraz, una vid que, según estudios preliminares, sería única del Bierzo y muestra una notable resistencia a enfermedades como el oídio, algo esencial en la viticultura.

El Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) ha asumido el papel de evaluar el potencial de esta variedad. A mediados de diciembre organizó una cata técnica en la que se probaron vinos elaborados con diferentes uvas minoritarias de la región, incluida la Mouraz berciana. Aunque los resultados de esa cata aún no se han dado a conocer, las expectativas son altas. Carmen Gómez, directora técnica del Consejo Regulador, considera que la incorporación de la Mouraz podría ser una realidad si se confirman sus cualidades enológicas. "Solo se ha identificado aquí, es única de esta tierra", sostiene Gómez, quien deja abierta la posibilidad de que esta uva se sume en un futuro a las variedades reconocidas por la DO Bierzo.

Según explicó la directora técnica, el proceso de validación pasa por comprobar cómo evoluciona la uva en el viñedo y cómo se comportan los vinos en las sucesivas vinificaciones. "Dentro de la búsqueda de las variedades autóctonas en el Bierzo, se encontraron la Estaladiña y la Mouraz, que son únicas de aquí, diferentes y están bien adaptadas. Ahora, solo hace falta conocer qué vino produce la Mouraz, si tiene cualidades para poder hacer vinos de calidad, porque nos gustaría incluirla en el pliego", señaló Gómez. El Consejo Regulador apuesta por lo autóctono siempre que se demuestre que las variedades permiten elaborar vinos que mantengan el nivel de calidad exigido por la Denominación.

Actualmente, el cultivo de la Mouraz en la comarca del Bierzo es limitado y apenas se encuentra en parcelas simbólicas, una situación que recuerda a la vivida por otras variedades antes de ser reconocidas oficialmente por el Consejo Regulador. Tanto la Estaladiña como la Merenzao han ido ganando terreno desde su inclusión, lo que refleja el interés por ampliar la diversidad de las uvas utilizadas en la zona. La experiencia acumulada con estas dos variedades puede ser útil a la hora de decidir el futuro de la Mouraz.

La evaluación que está llevando a cabo el Itacyl forma parte del proyecto Minorsens, una iniciativa transfronteriza que busca localizar y recuperar variedades de vid con interés enológico en Castilla y León y en el norte de Portugal. Este proyecto busca poner en valor variedades minoritarias que, por diversas razones, han quedado en desuso pero que podrían ofrecer nuevas oportunidades a las denominaciones de origen de la región. La cata realizada hace tres semanas incluyó vinos de la añada 2023 elaborados con estas variedades minoritarias, y aunque no se han revelado los resultados, el hecho de que la Mouraz forme parte de este estudio es un paso más en su posible reconocimiento oficial.

El interés del Consejo Regulador por ampliar su pliego de variedades responde a una estrategia más amplia de diversificación y diferenciación de sus vinos. La Mencía sigue siendo la variedad tinta predominante en la DO Bierzo, pero la recuperación de cepas autóctonas busca enriquecer la oferta y dotar a la comarca de una identidad aún más definida. Actualmente, el pliego de la DO incluye cuatro variedades tintas (Mencía, Garnacha Tintorera, Estaladiña y Merenzao) y cuatro blancas (Godello, Doña Blanca, Palomino y Malvasía). La posible inclusión de la Mouraz reforzaría esta tendencia y consolidaría al Bierzo como una denominación que apuesta por la diversidad en el viñedo y por el respeto a su patrimonio varietal.

El contexto climático también juega un papel importante en esta búsqueda. La Mouraz, por su resistencia natural a enfermedades, podría ser una opción interesante para los viticultores de la comarca en un escenario en el que las condiciones climáticas son cada vez más variables y los tratamientos fitosanitarios buscan reducirse al mínimo. Este tipo de variedades adaptadas al medio pueden ofrecer una solución sostenible y rentable para los productores.

En todo caso, los próximos pasos dependerán de los resultados que obtenga el Itacyl en sus estudios. Las pruebas realizadas hasta ahora son prometedoras, pero todavía es necesario contar con más datos antes de que el Consejo Regulador tome una decisión definitiva. La introducción de una nueva variedad en el pliego de condiciones es un proceso lento que implica años de seguimiento y pruebas. No obstante, la predisposición de la DO Bierzo a valorar la inclusión de la Mouraz evidencia su compromiso con la recuperación de variedades tradicionales y con la creación de vinos que reflejen la singularidad de su tierra.

La historia del Bierzo está marcada por su diversidad vitícola, y el redescubrimiento de variedades que estuvieron a punto de desaparecer forma parte de un movimiento que busca revalorizar el patrimonio local. Los viñedos viejos, muchos de ellos plantados con mezclas de cepas, han sido una fuente inagotable de descubrimientos para los técnicos que trabajan en la recuperación de estas uvas minoritarias. Algunas, como la Estaladiña y la Merenzao, ya están ofreciendo vinos que destacan por su personalidad y aportan un sello diferencial a la DO Bierzo. Ahora, el reto es saber si la Mouraz podrá seguir ese camino.

La decisión final sobre su inclusión en el pliego de la Denominación de Origen dependerá de si los vinos que se obtienen de esta variedad demuestran ser aptos para el mercado. La DO Bierzo ha demostrado que está abierta a la innovación dentro de los límites que marca la tradición, siempre y cuando se garantice la calidad y se mantenga el respeto por el territorio. La inclusión de nuevas variedades no solo permite diversificar los vinos de la comarca, sino también dar respuesta al cambio climático y las nuevas demandas de los consumidores, cada vez más interesados en vinos singulares y con un fuerte vínculo con el lugar del que proceden.

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