Jueves 26 de Diciembre de 2024
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El etiquetado de las bebidas alcohólicas ha comenzado a transformarse en Europa tras el fin de una exención histórica que permitía a estos productos evitar detallar información nutricional y lista de ingredientes en sus envases. Desde diciembre de 2023, la normativa europea obliga al vino a incluir estos datos en sus etiquetas, mientras que sectores como la cerveza y las bebidas espirituosas se encuentran en un proceso de autorregulación para adaptar sus productos a las nuevas demandas de transparencia.
La Comisión Europea ya advirtió en 2017 sobre la necesidad de implementar medidas que garantizaran a los consumidores información clara sobre los productos alcohólicos. En ese momento, propuso un modelo de autorregulación para que la industria definiera cómo cumplir con esta responsabilidad. Este enfoque ha dado lugar a diferentes ritmos y estrategias en el etiquetado según el tipo de bebida y la estructura de cada sector.
El sector cervecero ha adoptado un enfoque proactivo. Aunque la normativa no exige de manera obligatoria incluir información nutricional ni lista de ingredientes, los productores de cerveza han asumido el compromiso de hacerlo de forma voluntaria. Jacobo Olalla, de Cerveceros de España, recalca que esta decisión busca equiparar a la cerveza con otros alimentos, reforzando la transparencia hacia los consumidores. Actualmente, según datos del sector, el 70% de las etiquetas de cerveza ya incluye esta información.
Por su parte, las bebidas espirituosas también han optado por un sistema de autorregulación. Desde 2019, Spirits Europe, que representa a esta industria, firmó un acuerdo para incluir voluntariamente información nutricional e ingredientes en sus productos. Según Bosco Torremocha, representante del sector en España, esta transición se está llevando a cabo de manera gradual. Cada vez que las empresas renuevan sus etiquetas, añaden los datos requeridos. Sin embargo, la implementación no ha sido uniforme, y muchos productos aún no cumplen completamente con este compromiso.
El caso del vino presenta importantes diferencias. Este producto cuenta con una regulación específica bajo el Reglamento (UE) 2021/2117, que establece la obligatoriedad de incluir la lista de ingredientes y la información nutricional desde finales de 2023. Según José Luis Benítez, director de la Federación Española del Vino, esta medida es especialmente relevante debido a la composición del sector vitivinícola, que está dominado por pequeñas y microempresas familiares. Estas características hacen que la autorregulación sea complicada, por lo que el sector abogó desde el principio por la obligatoriedad de las etiquetas. No obstante, los productos elaborados antes de la fecha límite están exentos de este requisito, lo que explica que muchas botellas actuales no incluyan todavía esta información.
A pesar de estos avances, un estudio reciente realizado por la Universidad Autónoma de Madrid, el Centro Nacional de Epidemiología y la Sociedad Española de Epidemiología muestra que solo el 22,2% de las bebidas alcohólicas disponibles en el mercado ha incluido la información prometida. Los expertos en salud pública señalan que la voluntariedad no está funcionando en la práctica y que la obligatoriedad, como en el caso del vino, debería ser el camino para todos los sectores.
Para facilitar esta transición, la industria ha impulsado el uso de etiquetado digital mediante códigos QR. Esta opción permite a los consumidores acceder a información detallada sobre los productos, incluyendo ingredientes, valores nutricionales y datos sobre consumo responsable. Benítez señala que esta solución es especialmente útil para pequeñas y medianas empresas, ya que reduce los costes asociados con la impresión de etiquetas más extensas. Además, el formato digital permite incluir información más detallada que en el etiquetado físico tradicional. No obstante, organizaciones de salud pública prefieren que la información esencial se mantenga en la etiqueta física para garantizar su accesibilidad.
En Europa, las estrategias varían. Algunos países apoyan el etiquetado digital por su flexibilidad y capacidad multilingüe, mientras que otros insisten en reforzar el etiquetado físico para mejorar la visibilidad de los datos y abordar problemas de salud relacionados con el consumo de alcohol. La Unión Europea considera que estas medidas, combinadas, son un avance hacia estándares de transparencia similares a los de otros productos alimenticios. El objetivo final sigue siendo proporcionar a los consumidores herramientas para tomar decisiones más informadas.
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