El cambio climático dibuja nuevos mapas vinícolas: El caso de Irlanda

Una española inicia una revolución vitivinícola en Isla Esmeralda

Lunes 26 de Agosto de 2024

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Paisaje verde de Irlanda

El cambio climático está abriendo nuevas oportunidades para la viticultura en Irlanda, un país tradicionalmente conocido por su cerveza y whisky. A medida que los veranos en la isla se vuelven más cálidos y secos, se presentan condiciones más favorables para la producción de vino, especialmente en las costas sur y este, donde se concentran la mayoría de los viñedos comerciales del país.

El viñedo más grande de Irlanda, de cuatro hectáreas, está ubicado cerca del pueblo de Wellingtonbridge, en el sureste del país, la región más soleada. Este viñedo, propiedad de Esperanza Hernández, cuenta con una disposición estratégica que maximiza la exposición al sol, un factor fundamental dado el clima históricamente húmedo y nublado de Irlanda. Hernández, de origen español y con una larga tradición familiar en la viticultura, se trasladó a Irlanda hace 20 años y, junto con su esposo, comenzó a plantar vides en 2015 después de analizar el clima y el suelo de diferentes sitios. En 2019, lanzaron su producción bajo la marca "The Old Roots", centrada en variedades como el riesling, pinot blanco y pinot noir, alcanzando una producción de hasta 10.000 botellas de vino tinto y blanco al año.

Sin embargo, la inestabilidad climática provocada por el cambio climático también plantea retos significativos para los viticultores en Irlanda. Esperanza Hernández señala que el cambio climático no solo implica temperaturas más altas, sino también una mayor imprevisibilidad, con fenómenos como heladas, tormentas, lluvias irregulares y periodos de sequía. Estas condiciones pueden dificultar el tratamiento adecuado de las vides, aumentando el riesgo de enfermedades como los hongos debido a la humedad prolongada.

Además de las dificultades climáticas, los productores de vino en Irlanda deben hacer frente a obstáculos logísticos y económicos. La tecnología, maquinaria y conocimientos especializados son escasos en el país, lo que obliga a importar casi todo desde el extranjero, triplicando los costos de producción en comparación con los países del sur de Europa, donde la viticultura está más consolidada.

David Llewellyn, otro viticultor ubicado cerca de Dublín, lleva dos décadas produciendo vino en una de las regiones más secas de Irlanda. Sin embargo, señala que pasarán muchos años antes de que Irlanda sea reconocida como un importante país productor de vino, debido a que las variedades de uva que pueden cultivarse con éxito en el clima irlandés son poco conocidas por los consumidores. Llewellyn observa con cierta envidia las condiciones más favorables del sur de Inglaterra, donde las temperaturas son ligeramente más altas y la producción de vino ha crecido en los últimos años.

Aileen Rolfe, experta en vino radicada en Inglaterra, indica que el cambio climático está impulsando la producción de vino hacia el norte de Europa, mientras que los países productores tradicionales deben adaptarse a las nuevas condiciones. Las cosechas se están adelantando y los viticultores están plantando variedades de uva más resistentes al calor para evitar que los frutos se quemen bajo el sol.

A pesar de las dificultades, Rolfe es optimista sobre el futuro del vino irlandés, señalando que el país ya cuenta con ventajas naturales como suelos fértiles y largas horas de luz durante el verano. Comparando el desarrollo de la industria vinícola en Irlanda con el ejemplo de Nueva Zelanda, que comenzó a producir vino en los años 70 y logró establecerse en el mercado global en una generación, Rolfe cree que Irlanda podría seguir un camino similar. Para ella, el futuro del vino irlandés es prometedor y podría llegar a ocupar un lugar destacado en la viticultura europea en las próximas décadas.

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