Viernes 12 de Noviembre de 2021
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El vino blanco conlleva una cantidad de estereotipos negativos que deben desmontarse, ya que los mismos frenan su consumo y su disfrute. Una bebida noble que merece su reconocimiento y que va ganando popularidad entre sus consumidores. La amplia variedad de vinos blancos proviene de la gran cantidad de cepas y métodos de elaboración empleados, así como de su azúcar residual.
Por todo ello, es necesario desmontar los falsos mitos del vino blanco que no se corresponden con la realidad y dar su merecido espacio a una tipología de vinos tan especial para disfrutar por todo lo alto.
El vino blanco se obtiene tras la fermentación alcohólica de la pulpa, que no tiene color, de uvas tanto blancas como tintas. Se trata del único vino que se puede elaborar con todo tipo de uva. Por el contrario el vino tinto se elabora con la pulpa y las pieles.
Si bien en general los blancos pueden ser más ligeros por la escasa maceración y el proceso de elaboración, lo cierto es que hay vinos blancos tan potentes como los tintos porque también depende de la intensidad de la uva. Algunos vinos blancos adquieren gran potencia tras una crianza en madera o un largo envejecimiento en botella. Pueden ser más reposados, con mayores matices, redondos, cremosos y envolventes, sin la frescura y acidez típicas de los tradicionales.
Desde ya que un vino blanco puede ser acompañado con carnes rojas. Todo depende de tu gusto, tipología de vino y plato, maridarán más o menos bien. Los vinos blancos pueden acompañar tranquilamente tanto a la carne como la pasta, los arroces, los postres y un buen aperitivo.
Existe una gran variedad de uvas con las que se producen tanto los blancos como con los tintos. Los mismos tienen matices, sabores y aromas según la crianza y la elaboración. Los vinos blancos de Rueda, en Valladolid se emplea la uva verdejo o sauvignon blanc. En las Rías Baixas de Galicia, se elabora el albariño. En el Ribeiro, también en Galicia, se emplea la Treixadura. En La Mancha encontramos vinos elaborados con la uva airén que aportan personalidad y potencia.
Tanto en el Bierzo, Monterrei y la Ribera Sacra se planta la uva godello. En los viñedos del sur de España la estrella es la uva palomino fino característica de los vinos finos y las manzanillas. También se cultiva uva para vino blanco en La Rioja, con la variedad viura como la más típica y tradicional o con tempranillo blanco.
Dentro del País Vasco deslumbran los vinos txakolis, a partir de la uva hondarribi zuri. En las bodegas de Cataluña el vino blanco se cultiva la garnacha blanca.
En caso de tratarse de vinos blancos muy jóvenes, la temperatura de consumo óptimo que reclaman no tiene que superar los 8ºC. Se trata de variedades que soportan bien el frío y no provoca que se camuflen demasiado sus cualidades organolépticas. Otros vinos blancos con crianza se pueden servir a un poco más de temperatura, casi como los tintos. Las neveras suelen enfriar demasiado, por debajo de los 5ºC, una temperatura que estropeará todo el sabor y aromas del vino.
Teniendo en cuenta que toda bebida alcohólica debe consumirse en forma moderada, el vino blanco es un conocido antioxidante, es rico en ácido fenólico, en minerales como potasio, flúor o fósforo y es bajo en calorías. Además, según algunos estudios serios realizado en Universidades, tiene grandes beneficios: es bueno para el corazón, prevenir enfermedades pulmonares, ayudan a mantener el peso y proteger el buen funcionamiento cerebral. Siempre consumido de manera responsable, con mesura y moderación.
Todas las bebidas alcohólicas tienen carga calórica. No obstante, si bien el vino blanco tiene más calorías que el tinto (70 frente a 65 por cada copa de 100 mililitros), la diferencia es insignificante. Además, tanto en tintos como en blancos, la mayor parte de vinos apenas tienen azúcar, y la carga calórica se debe al alcohol. La mayor parte de vinos del mercado, que encuentras en vinotecas, tiendas o grandes superficies, son lo que denominamos "vinos secos", es decir, con menos de 5 gramos de azúcar por litro, y nunca azúcar añadido sino residual de la uva. Solamente se exceptúan los vinos dulces, generosos y los espumosos semidulces y dulces, cuya concentración de azúcar es superior. Este es un mito tan arraigaido que incluso los nutricionistas se suelen equivocar.
El organismo nunca debe ser sometido a grandes ingestas de alcohol porque puede producir malestar, dolor de cabeza y estomacal. Si te sientes mal tras consumir vino es porque has bebido demasiado, no por el color del vino. De hecho, el vino tinto, en promedio, suele tener más alcohol que el vino blanco, y es precisamente la baja graduación del blanco, su sabor más afrutado y su servicio a menor temperatura, lo que induce a que bebamos más. Todo el vino es saludable consumido con moderación.
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