Jueves 25 de Septiembre de 2025
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El sector vitivinícola de Texas ha experimentado un crecimiento notable en los últimos años y ha conseguido una posición relevante en el ámbito internacional. Desde 2022, Texas cuenta con estatus de observador en la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), una entidad intergubernamental que agrupa a 51 países productores, entre ellos España, Francia e Italia. Este estatus permite a Texas participar en actividades y proyectos científicos internacionales relacionados con la viticultura y la elaboración de vino.
La designación fue gestionada por el Departamento de Agricultura de Texas, que eligió al Departamento de Ciencias Hortícolas del Texas A&M College of Agriculture and Life Sciences para liderar la delegación científica del estado. Amit Dhingra, director del departamento, ha explicado que esta participación abre nuevas oportunidades para la investigación, la docencia y la transferencia de conocimiento en el sector vitivinícola texano. Según Dhingra, el acceso a la red internacional de expertos de la OIV permite a Texas influir en las prácticas y estándares del sector a nivel mundial.
El impacto económico del vino en Texas es considerable. Un estudio realizado por WineAmerica cifra en 24.390 millones de dólares el efecto económico anual del sector en el estado. El vino texano genera más de 141.000 empleos y atrae a dos millones de visitantes cada año, lo que beneficia tanto a la agricultura como al turismo y otros sectores relacionados. Actualmente existen unas 700 bodegas y más de 14.000 hectáreas de viñedo repartidas por todo el territorio.
El estatus de observador en la OIV facilita el acceso directo a investigaciones y conocimientos procedentes de más de 50 países productores. Esto permite a los expertos texanos colaborar en proyectos internacionales y aplicar soluciones científicas para mejorar la producción local. Además, refuerza la capacidad del Texas A&M AgriLife para impulsar soluciones económicas, culturales y medioambientales basadas en la ciencia.
Dhingra ha señalado que su departamento está aprovechando esta oportunidad para posicionar a Texas como un referente en investigación vitivinícola. En el último año, organizó una cata de vinos texanos en la sede de la OIV en Dijon (Francia) y participó en conferencias internacionales celebradas en España y México. También se celebró un simposio sobre enfermedades de la vid en Austin, donde se abordaron problemas como la enfermedad de Pierce o la Flavescencia dorada.
La diversidad geográfica y climática de Texas convierte al estado en un lugar idóneo para probar diferentes variedades de uva y técnicas agrícolas. Según Dhingra, estas condiciones permiten que Texas funcione como un laboratorio natural para el desarrollo científico del vino.
En cuanto a la última vendimia, los productores han informado de una calidad alta en las uvas recogidas, pese a las dificultades causadas por enfermedades fúngicas derivadas de lluvias intensas durante primavera y verano. Justin Scheiner, profesor asociado y especialista estatal en viticultura del Texas A&M Department of Horticultural Sciences, ha explicado que las zonas del High Plains siguen cosechando hasta octubre, mientras que otras regiones como Gulf Coast, North Texas o Hill Country ya han finalizado la recolección. Las variedades blancas como Blanc du Bois o Black Spanish, así como nuevas variedades resistentes a enfermedades como Camminare Noir, han ofrecido buenos resultados este año.
A pesar de estos datos positivos sobre calidad, algunos viñedos encuentran dificultades para vender su producción debido a una ralentización generalizada del consumo nacional de vino en Estados Unidos. Scheiner indica que las grandes bodegas suelen comprar uva pero no cultivan directamente, mientras que los mayores productores no siempre tienen marca propia. Esta situación complica el enlace entre viñedos y bodegas cuando baja la demanda.
El crecimiento del sector se mantiene aunque a menor ritmo que años anteriores. En la última década se concedían unos 50 nuevos permisos anuales para bodegas; este año esa cifra ha bajado a unos 20. La superficie plantada ha superado las 14.000 hectáreas frente a las 11.000 registradas en 2022.
Texas es uno de los estados con mayor diversidad vitícola dentro de Estados Unidos, con viñedos desde Gulf Coast hasta High Plains pasando por North y East Texas. La región con mayor número de bodegas sigue siendo Hill Country, especialmente Gillespie County con más de cien permisos activos. El crecimiento más fuerte en superficie plantada se da en High Plains, aunque North Texas también suma nuevas plantaciones y bodegas.
La introducción progresiva de variedades resistentes a enfermedades como Pierce’s disease está permitiendo ampliar el cultivo hacia zonas con mayor pluviometría como North y East Texas. Estas nuevas variedades ya están presentes en más de veinte condados texanos y los primeros vinos elaborados con ellas empiezan a llegar al mercado.
El trabajo conjunto entre universidades, organismos públicos e industria busca adaptar estas variedades al entorno local y evaluar su potencial tanto agronómico como enológico. Los expertos consideran que representan una oportunidad importante para superar limitaciones históricas derivadas del clima o las enfermedades.
La participación activa de Texas en foros internacionales como la OIV refuerza su apuesta por una viticultura basada en el conocimiento científico e impulsa su proyección fuera del país.
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