Martes 23 de Septiembre de 2025
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Hablar de Ruth Amaya es hablar de una mujer que ha hecho del vino no solo una profesión, sino una manera de vivir. La he visto crecer, trabajar y entregarse con una pasión que emociona. Siempre con esa sonrisa suya que abre puertas, Ruth ha sabido encontrar un lugar propio en un mundo que no siempre es sencillo, demostrando que la constancia y la autenticidad son la mejor carta de presentación.
Lo que más admiro de ella no son solo sus conocimientos —que son muchos—, sino la forma en que los comparte: con generosidad, con humildad y con esa capacidad de transmitir que hace que cualquiera se sienta parte de la experiencia. Su trayectoria está marcada por retos que ha sabido convertir en oportunidades, y por un amor profundo hacia su tierra, las personas y las historias que hay detrás de cada copa de vino.
Como amiga, puedo decir que Ruth es luz y energía, alguien que inspira a quienes la rodeamos. Verla ser reconocida en Vinoinfluencers World Awards no me sorprende, porque sé todo lo que hay detrás: trabajo duro, valentía y un corazón enorme. Y me alegra inmensamente poder acompañarla en este camino, sabiendo que lo mejor de su historia aún está por escribirse.
Hemos podico hablar con ella para que nos constestara a algunas preguntas depùés de ser ganadora en la categoria de WineEvents en el certamen de Vinoinfluencers World Awards que ha tenido lugar en Valladolid el pasado 20 de Septiembre, y nos ha deleiteado con una entrevista autentica, llena de momentos.
ENTREVISTA:
Mi relación con el vino empezó como empiezan las mejores historias: por curiosidad y con mucha pasión. Siempre digo que el vino me eligió a mí más que yo a él. Vengo de la hostelería, de la sala, de ese contacto directo con las personas, y un día descubrí que cada botella guardaba no solo líquido, sino cultura, historia y emoción. Pero,esencialmente, la pasión por el vino me la transmitió mi padre, que hoy no está entre nosotros, pero cuya influencia en mi vida ha sido siempre brutal. Él me enseñó a mirar lavida con disfrute y respeto, y en cada copa siento que sigue acompañándome.
Soy del sur, de mar, de sal y de luz. Y el Jerez es eso, el reflejo de nuestra tierra y nuestragente. Cuando entiendes que en una copa de fino o de oloroso caben siglos de historia y la esencia de Cádiz, ya no hay vuelta atrás. Era lógico que me especializara en lo que siento como mío.
Lo que hace único al Marco de Jerez es la combinación de factores que no se repiten en ninguna otra parte: el suelo de albariza, los vientos de levante y poniente, el clima y, sobre todo, el sistema de criaderas y soleras. Es un patrimonio vivo que envejece y rejuvenece al mismo tiempo. Y claro, eso da lugar a vinos que son pura magia.
Lo primero: quitarse los miedos. El Jerez no es difícil, es diferente. Yo siempre recomiendo empezar por un fino fresquito con una tapita salada —unas almendras, unas aceitunas, unas papas aliñás— y dejar que el vino haga el resto. Después, ya no hay quien te saque del mundo del Jerez.
Se podría decir que todos los maridajes son perfectos, dadas la versatilidad y las diferentes tipologías de los vinos de Jerez, que hacen que este vino maride con todo. Pero el que a mí realmente me apasiona, y el que siempre llevo por bandera, es con la
gastronomía mexicana. En mi proyecto #SherryMx, llevo años construyendo ese puente entre México y nuestros vinos de Jerez, y para mí ese sí que es un maridaje redondo, lleno de alma y de contraste.
El amor por lo nuestro y la necesidad de contarlo. Sentí que tenía que ser altavoz, porque los vinos de Jerez no pueden quedarse en silencio. Y además, porque me encanta formar, comunicar y contagiar entusiasmo.
Para mí significa que lo que hago llega a la gente, que emociona y conecta. Y eso es el mejor premio: sentir que el esfuerzo, las horas y la pasión se convierten en inspiración para otros.
Pues como buena andaluza, con un "¡olé!" por dentro. Fue emoción pura, una mezcla de incredulidad, orgullo y agradecimiento. En ese instante pensé en mi familia y, sobre todo, en mi padre, que ya no está pero cuya huella sigue marcando mi vida y mi pasión por el vino. Y lo celebré como sé hacerlo: con un brindis al cielo, porque de alguna manera sé que estaba conmigo en ese momento.
Que el vino no es solo para entendidos, es para vivirlo y disfrutarlo. Que no se queden con el miedo de "yo no sé de vino". Todos sabemos de emociones, y el vino no es otra cosa que eso: emociones en copa.
¡Uf, vienen muchas cosas! Sigo trabajando en proyectos que mezclan formación,experiencias gastronómicas y, por supuesto, Jerez. Y lo que venga, vendrá con alegría, porque si algo tengo claro es que la vida es muy bonita... y mucho más con una copa de
vino en la mano.
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