Lunes 22 de Septiembre de 2025
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Mallorca mantiene una tradición vitivinícola que forma parte de su identidad y cultura. La producción de vino en la isla se apoya en dos figuras principales: la Denominación de Origen (DO) Mallorca y la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Vi de la Terra Mallorca. Ambas regulan y promueven la calidad de los vinos locales, aunque cada una sigue criterios diferentes.
La DO Binissalem se sitúa cerca de la Sierra de Tramuntana, en una zona con suelos favorables para el cultivo de la vid. Los vinos que se producen aquí suelen tener aromas afrutados y reflejan las características de las variedades autóctonas. Entre las uvas tintas más utilizadas figuran Manto Negro, Callet, Monastrell y Gorgollassa. En cuanto a las blancas, destacan Parellada, Macabeo y Moscatel de Alejandría. Estas variedades contribuyen a que los vinos tengan perfiles sensoriales propios.
Otra zona reconocida es la DO Pla i Llevant, cuyos viñedos se encuentran cerca del nivel del mar. El clima mediterráneo y el Embat, un viento marino característico, influyen en el desarrollo de la uva. Este fenómeno refresca y aporta humedad a las plantas, lo que se traduce en vinos con propiedades diferenciadas. Los blancos suelen ser ligeros y con cierta acidez, mientras que los tintos presentan matices terrosos y un aroma bouquet.
La IGP Vi de la Terra Mallorca ofrece mayor flexibilidad en cuanto a variedades y métodos de elaboración, siempre que la uva sea originaria de la isla. Esta categoría permite a las bodegas experimentar e innovar sin perder el vínculo con el entorno local. Más de 70 bodegas forman parte de esta indicación, algunas centradas en prácticas ecológicas y en recuperar variedades como Callet, Fogoneu o Syrah.
El vino tiene un papel importante en la vida social mallorquina. En septiembre, Binissalem celebra la Festa Des Vermar, una fiesta popular dedicada a la vendimia. Durante estos días se organizan degustaciones, pisado tradicional de uva y cenas al aire libre donde los vecinos comparten mesa en la calle. Además, cada junio se celebra el Raïm Wine Fest bajo la organización de la IGP Vi de la Terra Mallorca, un evento que reúne vino, cultura y tradición.
La producción vitivinícola en Mallorca también responde a criterios de sostenibilidad. Muchas bodegas están recuperando terrenos agrícolas abandonados y aplican técnicas respetuosas con el medio ambiente. Se busca proteger el paisaje rural, crear empleo local y mantener costumbres transmitidas entre generaciones.
El compromiso con un modelo turístico más responsable se refleja en iniciativas como el Pledge por un Turismo Responsable de Mallorca, impulsado por la Fundació Turisme Responsable de Mallorca. Este manifiesto anima tanto a residentes como a visitantes a consumir productos locales, entre ellos el vino mallorquín. De este modo se fomenta la economía circular, se apoya a las comunidades rurales y se contribuye a conservar los paisajes tradicionales.
El vino mallorquín representa así una combinación entre historia, innovación y respeto por el territorio. Su consumo ayuda a mantener vivas prácticas culturales propias y refuerza el modelo turístico sostenible que busca consolidar la isla.
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