Lunes 12 de Mayo de 2025
Leído › 1608 veces
Implementar una economía circular en destinos enoturísticos podría traducirse en significativos beneficios económicos, sociales y ambientales. Mediante una gobernanza territorial eficiente, la adopción de transporte eléctrico, la gestión integral de residuos y el aprovechamiento de recursos como el agua pluvial, se abre paso a una actividad turística más sostenible.
Estas acciones no solo reducen costos logísticos al priorizar la producción y el consumo local, sino que también potencian el desarrollo de pequeños emprendedores y atraen inversiones verdes en infraestructura hotelera y gastronómica bioclimática. Este modelo promueve ciudades más prósperas, con mayores oportunidades comerciales, arraigo juvenil, bienestar ciudadano y respaldo social sostenible, sin importar la actividad económica de cada residente.
Construir una economía circular en destinos enoturísticos no solo representa una estrategia ambientalmente responsable, sino que puede traducirse en significativos beneficios para la calidad de vida de residentes, turistas y las comunidades receptoras.
Mediante una gobernanza territorial organizada, es posible reducir la dependencia del transporte tradicional o transformarlo mediante la incorporación de vehículos eléctricos y de alta eficiencia energética.
El compromiso con la eliminación de residuos, la reutilización de desechos forestales, la optimización del uso de los recursos hídricos, el tratamiento de aguas residuales y la recolección de agua pluvial constituye una base sólida para promover la sostenibilidad.
Asimismo, la reducción de los costos logísticos de abastecimiento en toda la cadena de valor turística, a través de la producción y el consumo local, permite fortalecer las economías regionales e impulsar el crecimiento de los pequeños emprendedores.
Este modelo de desarrollo también abre la puerta a la atracción de inversiones verdes para la construcción de infraestructuras hoteleras y gastronómicas con criterios bioclimáticos, favoreciendo la prosperidad de las ciudades al generar nuevas oportunidades comerciales. Además, contribuye a la retención del talento joven, mejora el bienestar de las familias y fomenta una participación social activa y transversal, independientemente de la actividad económica de cada individuo.
La reducción de emisiones de carbono y de los niveles de contaminación mejorará la calidad del aire y la salud urbana. Paralelamente, la creación de espacios públicos más saludables y socialmente inclusivos los convertirá en escenarios atractivos para un turista cada vez más consciente, que busca destinos responsables, sostenibles y regenerativos.
Rastreando las huellas del enoturismo: claves y desafíos de los destinos vitivinícolas
La diversidad de actividades que se llevan a cabo en los territorios turísticos, a lo largo de la cadena de valor del enogastroturismo, genera una alta concentración de recursos, capital, datos y talento en un área geográfica relativamente pequeña. Este ecosistema favorece la creación de centros de innovación con gran potencial.
Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), la huella de carbono generada por un turista promedio oscila entre 0,5 y 1 tonelada de CO₂ por semana de viaje, siendo el turismo responsable del 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Este valor depende principalmente del tipo de transporte utilizado:
· El transporte aéreo de larga distancia produce entre 0,2 y 0,4 toneladas de CO₂ por cada 1.000 km de vuelo.
· El transporte terrestre emite entre 0,15 y 0,25 kg de CO₂ por kilómetro en automóvil privado, y considerablemente menos si se utiliza tren o autobús.
· El alojamiento en un hotel estándar genera entre 10 y 30 kg de CO₂ por noche, mientras que en hoteles de lujo esta cifra puede superar los 60 kg de CO₂ diarios, debido a su mayor consumo energético.
El consumo de agua en el sector turístico es un tema clave para la sostenibilidad de los destinos, y la gastronomía forma parte esencial de esta ecuación. Según estudios recientes basados en tecnologías de monitoreo hídrico, se estima que:
El sector gastronómico se posiciona como uno de los más contaminantes en términos de emisiones de gases de efecto invernadero. Estas emisiones provienen de diversas fuentes: la producción de alimentos, el transporte de insumos, el consumo energético en cocinas y sistemas de refrigeración, así como la generación de residuos.
Por su parte, la huella hídrica de la gastronomía abarca tanto el consumo directo de agua —empleada en la preparación de alimentos, limpieza, lavado de utensilios y mantenimiento de las instalaciones— como el consumo indirecto asociado a la producción de los insumos alimentarios.
La huella de carbono generada por una comida en un restaurante varía según los ingredientes y los métodos de preparación. Se estima que una sola comida puede emitir entre 3 y 8 kilogramos de CO₂ equivalente. Si un turista realiza tres comidas diarias en restaurantes durante una estancia de una semana, la huella de carbono asociada a su alimentación podría oscilar entre 63 y 168 kilogramos de CO₂ equivalente.
Diversas estrategias permiten reducir el impacto ambiental del sector gastronómico en destinos turísticos, al tiempo que se promueve una economía circular:
La compensación de emisiones en la gastronomía turística avanza mediante acciones solidarias y sostenibles. Una de las tendencias más destacadas es el reciclaje y aprovechamiento de descartes de verduras, frutas e insumos que, en óptimas condiciones de conservación y consumo, son redistribuidos a escuelas, centros de atención a personas mayores, reservas de fauna y organizaciones no gubernamentales sin fines de lucro.
Otra línea de acción clave es la mejora de la eficiencia energética en las instalaciones gastronómicas, mediante:
La correcta gestión de residuos se articula como un pilar de la sostenibilidad:
Cuando las reducciones de emisiones in situ no son suficientes, los restaurantes y cadenas hoteleras optan por:
Aunque menos frecuente, algunos restaurantes turísticos y bodegas ubicados en entornos rurales implementan estrategias de captura de carbono:
La gastronomía turística enfrenta el reto de equilibrar su desarrollo con prácticas responsables que reduzcan su huella ambiental. La adopción de la economía circular, la eficiencia energética y las estrategias de compensación son pasos fundamentales hacia un turismo gastronómico más sostenible y comprometido con la regeneración de los destinos.
Implementar prácticas sostenibles, como el uso de ingredientes locales y de temporada, la eficiencia energética, la gestión adecuada de residuos y el ahorro de agua, puede ayudar a reducir estos impactos ambientales.
Los destinos enoturísticos articulan sus actividades en torno a ejes clave como la gastronomía, los procesos de elaboración vitivinícola, el hotelería, la producción de viñedos, el transporte de turistas y, en algunos casos, la agricultura de cercanía como estrategia de autoabastecimiento local dentro de políticas sostenibles.
Estos destinos pueden convertirse en laboratorios vivos que nos permiten explorar cómo crear sistemas inteligentes capaces de operar los servicios públicos de manera más eficiente, optimizar el uso de edificios destinados al alojamiento y eventos, y reimaginar el transporte urbano, entre otras iniciativas sostenibles.
El turismo, en todas sus expresiones, constituye uno de los principales motores económicos en diversas regiones, con una contribución significativa al producto interno bruto.
Con una gobernanza local efectiva, estos destinos están en posición de liderar la transición hacia una economía circular, generando beneficios económicos, sociales y ambientales.
Integrados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y las metas climáticas globales, los actores de la industria enogastroturística encuentran en la economía circular una herramienta para fortalecer su reputación internacional de sus vinos, cultivar la lealtad de sus visitantes y, al mismo tiempo, promover el bienestar de las comunidades locales, la salud de los ecosistemas, la revalorización de las prácticas empresariales y una mayor responsabilidad ambiental entre los turistas.
La economía circular se posiciona como una herramienta estratégica para los responsables de diseñar políticas urbanas sostenibles y los agentes locales de cambio en destinos turísticos. Su implementación prioriza sistemas fundamentales como el transporte, los edificios y los productos.
Los gobiernos locales pueden liderar esta transición aprovechando el potencial de una red colaborativa que integra empresarios, emprendedores, prestadores de servicios, productores, comunidades y funcionarios públicos, con el objetivo de fomentar modelos turísticos más responsables y sostenibles.
Frente a este desafío, la implementación de un modelo de economía circular en los destinos enoturísticos se perfila como una solución clave. Iniciativas como el uso eficiente del agua, la reutilización de aguas grises, la recolección de agua pluvial y la optimización de procesos en cocinas y bodegas permiten reducir significativamente la huella hídrica.
Al integrar estas prácticas en toda la cadena de valor —desde la producción agrícola hasta los servicios de la gastronomía y la hotelería—, los destinos no solo protegen sus recursos naturales, sino que fortalecen su atractivo para un turista cada vez más consciente y comprometido con la sostenibilidad.
Leído › 1608 veces
Fundada en 2007, Vinetur® es una marca registrada de VGSC S.L. con una larga historia en el sector del vino.
VGSC, S.L. con CIF B70255591 es una entidad inscrita en el Registro Mercantil de Santiago de Compostela, Boletín 181, Referencia 356049 en el Tomo 13, Folio 107, Sección 6, Hoja 45028, Inscripción 2
Email: [email protected] | Telf.: +34 986 077 611
Sede y oficinas en Vilagarcía de Arousa