Javier Campo
Lunes 23 de Diciembre de 2024
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Nos encontraremos seguramente una continuación de lo que han sido los últimos meses en lo que al consumo de vino se refiere. Es decir, ha subido ligeramente pero con ciertos matices ya que no podemos equipararnos a las cifras de antes de la pandemia. Pero lo que más ha subido es el consumo de vinos blancos y seguramente esto será una constante en el 2025.
No hablamos de ajedrez ni mucho menos. El vino blanco está ganando adeptos y existen varios factores que hacen que esto sea así. El primero de ellos es que se buscan vinos ligeros y frescos. Pensemos un poco y veremos que la gente se va a tomar algo con amigos, compañeros o familia y casi siempre pide algo que sea un acompañamiento fácil y sirva de excusa para el acercamiento social. Los vinos complejos también están ahí, pero los solemos dejar para ocasiones un poco más formales como una comida o cena en la que prestamos más atención a todo lo que hay en la mesa.
Solo tenemos que ir a un local donde se tomen vinos y pinchos y nos daremos cuenta de que donde antes solo veíamos el color rojo en la copa, ahora no es así. Las copas blancas se equiparan e incluso podemos ver una clara ventaja y que no tiene nada que ver con el género del consumidor. Ni con la edad habría que añadir. Los jóvenes, esa parcela de público tan difícil, sigue siendo difícil. Esa pequeña diferencia en algunos de casos entre los 12º del blanco y los 14º del tinto además de la temperatura de servicio es otro de los factores para tener en cuenta.
El precio de un blanco tampoco es el precio de un tinto. Y eso también es algo que el productor tiene en cuenta y el consumidor, también. Pero este tema es muy complejo y los mercados nacionales e internacionales tienen mucho que ver. Mientras los blancos ganan posicionamiento y venta, muchos tintos están estancados en la bodega hasta el punto de que en algunas regiones esto ha causado verdaderos quebraderos de cabeza a productores de uva que han visto como han vendido mejor la blanca que la tinta.
Nos pasamos la vida enganchados al móvil. Usamos más el teléfono para entretenernos, buscar información o comprar, que para hablar. Y el vino no se escapa de este hábito digital. En las plataformas más usadas como Instagram, Facebook o Tik Tok, la cantidad de información o desinformación vitivinícola es tal que las tiendas físicas están ampliando el canal de ventas al digital más que al físico o "en persona". Esto va a provocar que bebamos más vino en casa del que bebíamos antes. No se trata de no socializar. Se trata de que la digitalización nos convierte en muy sociables tras una pantalla y muy poco sociables "en directo". Aquí, de nuevo, el factor precio influye y los blancos suelen ser más baratos que los tintos.
Tengo una discrepancia con alunas publicaciones en lo que se refiere al rosado. Se comenta que va a subir su consumo pero no lo veo así. No es más que una estrategia ya que se ha demostrado de que su consumo es muy estacional y en verano muy bien pero el resto del año, no tanto. Lo que si veo más en crecimiento son los espumosos, tanto los de segunda fermentación como los "nuevos" ancestrales. Volvemos a los fresco y ligero de lo que hablábamos con los blancos. Además, las burbujas siempre han sido muy glamurosas y con la de postureo con el que vivimos, que nos vean tomando una copa de espumoso luce muy bien y es muy instagrameable.
Lo que si va a subir son los orange wines, vinos naranjas, o vinos brisados llamémoslos de una u otra manera. Eso sí, muchos caerán por su propio peso ya que nos hacen ver una maceración pelicular como si fuesen brisados y no es lo mismo ni por asomo. Hay orange wines que no llegan ni al amarillo por decirlo de una manera suave. Los vinos brisados son vinos con mucho carácter y, intentar "suavizarlos" para que sean más comerciales no es lo que busca un bebedor de naranjas. Los vinos naranjas más punkies se llevarán el gato al agua y los otros, desaparecerán, porque para que un brisado sea igual que un blanco tranquilo pues tampoco hace falta cambiar ¿no?
Por último, no olvidemos los No-Low. Esos vinos con menos alcohol, vinos sin alcohol o bebidas desalcoholizadas que no pueden llamarse vino. Hay una incipiente demanda de este tipo de producto y puede que suba un poco su consumo. Lo que pasa es que cuando pruebas algunos, pues te das cuenta de que no tiene nada que ver con "los otros". Y es que ducharse con calcetines, nunca ha funcionado.
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