Plantas que mejoran el vino y el suelo

El papel de las cubiertas vegetales en la agricultura orgánica como solución natural a los problemas agrícolas

Viernes 29 de Noviembre de 2024

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El uso de coberturas vegetales en los viñedos se está convirtiendo en una práctica esencial para mejorar tanto la calidad del vino como la sostenibilidad de las explotaciones agrícolas. Estas plantas, que incluyen gramíneas, leguminosas y flores, aportan beneficios al suelo, las vides y el entorno, reduciendo la necesidad de productos químicos y maquinaria y aumentando la capacidad de los cultivos para adaptarse a las condiciones climáticas extremas.

Las cubiertas vegetales mejoran la estructura del suelo al fomentar la vida microbiana, reducir la compactación y aumentar la capacidad de absorción de agua, lo que ayuda a prevenir la erosión y la pérdida de nutrientes. Según un metaestudio realizado por la Escuela de Ciencias de la Universidad de Indiana, basado en más de 100 ensayos de campo, los cultivos de cobertura incrementan los rendimientos agrícolas en un promedio del 2,6 %. Entre 2017 y 2022, la superficie dedicada a estas prácticas en Estados Unidos aumentó un 17 %, pasando de 15,4 millones a 18 millones de acres, según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA).

En suelos más compactos o arcillosos, los agricultores utilizan cultivos como leguminosas, avena y rábanos para aumentar el contenido de carbono del suelo y mejorar su estructura. Esto no solo facilita el desarrollo de raíces más profundas, sino que también contribuye a una mayor retención de agua, un aspecto crítico en regiones afectadas por sequías. Por su parte, en terrenos más fértiles o sueltos, se recurre a gramíneas y tréboles que no solo enriquecen el suelo con nitrógeno, sino que también atraen insectos beneficiosos para el ecosistema.

Los viñedos jóvenes, que requieren una atención especial durante sus primeros años, suelen beneficiarse de mezclas de leguminosas como habas y veza, que aportan nutrientes esenciales al suelo. A medida que las vides maduran, se introducen cultivos de cobertura permanentes que ayudan a estabilizar el suelo, evitar la erosión y proporcionar alimento para animales de pastoreo, lo que reduce la dependencia de maquinaria y favorece la retención de carbono en el suelo.

Los cultivos de cobertura también cumplen un papel clave tras las cosechas, cuando se utilizan para restaurar los niveles de nitrógeno en el suelo. Combinaciones de tréboles, guisantes y otras leguminosas no solo preparan el suelo para el siguiente ciclo de crecimiento, sino que también fomentan un equilibrio natural en el ecosistema, al promover la presencia de bacterias, hongos e insectos beneficiosos que controlan plagas de manera orgánica.

En las explotaciones orgánicas, las cubiertas vegetales son especialmente relevantes, ya que permiten manejar los problemas agrícolas sin recurrir a químicos. Además, se emplean de manera estratégica según la temporada, diferenciando entre cultivos de invierno y verano para maximizar sus beneficios en cada etapa del año.

A pesar de sus numerosas ventajas, el establecimiento de cultivos de cobertura no está exento de dificultades. En regiones con suelos arenosos y climas áridos, las condiciones de sequía dificultan la germinación de las semillas, lo que requiere ajustes en las prácticas agrícolas. Además, en sistemas de producción orgánica, los costes y las aprobaciones necesarias para utilizar semillas certificadas pueden ser un obstáculo.

Sin embargo, el uso de estas cubiertas sigue demostrando ser una herramienta valiosa frente al cambio climático y la necesidad de prácticas agrícolas más sostenibles. Contribuyen a enriquecer el suelo, fomentan ecosistemas equilibrados y ayudan a producir vinos de mayor calidad, mostrando que incluso medidas aparentemente pequeñas, como la siembra de leguminosas o gramíneas, pueden tener un importante impacto en la sostenibilidad de la viticultura.

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