Miércoles 09 de Abril de 2025
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Bilbao, 10 de abril de 2025. La revista Consumer ha publicado un informe sobre la bioimpresión de alimentos, una tecnología que permite fabricar productos comestibles mediante impresoras 3D. Esta técnica, que ya se utiliza en medicina para crear tejidos, se está aplicando también en el sector alimentario con el objetivo de ofrecer alternativas a los productos tradicionales, especialmente los de origen animal.
La bioimpresión alimentaria consiste en cargar una impresora 3D con masas o purés comestibles y tintas alimentarias. Estas tintas no solo aportan color, sino que también ayudan a dar forma y estabilidad al producto final. El aparato deposita el material capa por capa hasta formar un alimento con una apariencia similar a la de los productos convencionales. El proceso permite imitar textura, sabor y aspecto, aunque todavía existen dificultades para igualar la experiencia sensorial completa.
Algunos de estos productos ya están disponibles en el mercado. Sin embargo, no es posible identificarlos fácilmente, ya que la legislación actual no obliga a los fabricantes a indicar si han sido elaborados mediante bioimpresión. Solo deben detallar los ingredientes utilizados.
En Navarra se encuentra la primera planta industrial de bioimpresión alimentaria en España. Está ubicada en Tudela y es fruto de la colaboración entre dos empresas locales. Desde hace año y medio producen un sucedáneo vegetal de beicon que ha tenido buena acogida entre personas que buscan reducir su consumo de carne o evitar alimentos procedentes del sacrificio animal. Además del beicon vegetal, están desarrollando otros productos como jamón cocido y filetes que imitan al salmón.
El objetivo de esta planta es ofrecer alimentos similares a los originales pero con una composición nutricional diferente. Se busca eliminar grasas poco saludables y evitar contaminantes como microplásticos o metales pesados. La producción se realiza sin utilizar animales, lo que también reduce el impacto ambiental asociado a la ganadería.
En Portugal, investigadores del Instituto Superior Técnico de Lisboa trabajan en un proyecto para cultivar pescado en laboratorio. El equipo del Instituto de Bioingeniería y Biociencias (iBB), liderado por el profesor Frederico Ferreira y la doctoranda Diana Marques, ha conseguido producir filetes a partir de células cultivadas. Estas células se transforman en biomasa y luego se estructuran mediante una combinación de bioimpresión 3D y electrohilado, una técnica que emplea campos eléctricos para generar fibras similares a las del pescado.
Las fibras obtenidas se mezclan con biotintas comestibles derivadas de microalgas. El resultado es un filete sin espinas ni piel, lo que reduce el desperdicio durante su preparación. Según los investigadores, este método permite evitar contaminantes presentes en el pescado convencional y ofrece un producto más limpio desde el punto de vista sanitario.
El perfil nutricional del pescado cultivado depende tanto del medio donde crecen las células como de los ingredientes utilizados en las biotintas. Aunque los resultados son prometedores, este tipo de alimentos aún no está disponible para el público general porque sigue en fase experimental.
La bioimpresión alimentaria plantea varias ventajas potenciales: puede reducir el uso de recursos naturales, disminuir residuos y ofrecer nuevas opciones dietéticas. Sin embargo, también presenta algunos problemas. El coste actual de producción es elevado y conseguir una textura o sabor idénticos a los alimentos tradicionales sigue siendo complicado. Además, existe cierta desconfianza por parte del consumidor ante productos fabricados con tecnologías poco conocidas.
Otro aspecto pendiente es la regulación legal. Aunque ya hay productos bioimpresos en circulación, no existe una normativa específica que obligue a informar sobre su proceso de fabricación. Esto dificulta al consumidor saber cómo ha sido elaborado lo que compra.
Por último, aunque se considera que esta tecnología podría ser más sostenible que otros métodos productivos, su impacto real depende del tipo de energía utilizada y de las materias primas empleadas. Algunos estudios señalan que aún es necesario analizar mejor sus efectos ambientales antes de generalizar su uso.
La bioimpresión alimentaria avanza tanto en laboratorios como en plantas industriales. Su desarrollo plantea nuevas posibilidades para la alimentación del futuro, pero también exige mayor investigación científica y adaptación normativa para garantizar su seguridad y aceptación social.
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