Cambio climático: el futuro incierto de los viñedos españoles

Adaptarse o morir ante el cambio climático

Lunes 01 de Abril de 2024

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La vid y el vino han sido desde tiempos inmemoriales dos símbolos de la cultura mediterránea, estrechamente ligados al desarrollo económico, social y cultural de numerosas regiones. España, con su diversidad de climas y suelos, ha sido cuna de vinos reconocidos mundialmente por su calidad y singularidad. Sin embargo, la amenaza del cambio climático plantea un desafío sin precedentes para esta tradición milenaria.

Recientes investigaciones, incluido un detallado estudio publicado en la revista Nature Reviews Earth and Environment, han lanzado una seria advertencia: el aumento global de las temperaturas podría hacer inviable la producción de vinos de alta calidad en la mayor parte de las zonas productoras tradicionales de España y otras regiones del mundo. Según el informe, elaborado por prestigiosas instituciones como el INRAE, Bordeaux Sciences Agro, CNRS, y las universidades de Bordeaux y Bourgogne, si el calentamiento global supera los +2°C, cerca del 90% de las áreas vitivinícolas actuales en regiones costeras y de baja altitud de Europa y California podrían perder su capacidad para producir vinos en condiciones económicas viables.

Este panorama no solo supone un reto para los productores y la industria vitivinícola, sino que también podría modificar drásticamente la geografía del vino a nivel mundial. Mientras algunas zonas tradicionales enfrentan el riesgo de desaparecer como productoras de vinos de calidad, otras regiones, como el norte de Francia, Columbia Británica en Canadá, e incluso países más al norte como Dinamarca, podrían ver un incremento en su potencial vitivinícola debido al aumento de las temperaturas.

La vid es especialmente sensible a las variaciones climáticas. Factores como la temperatura, la sequía y la humedad tienen un impacto directo en el ciclo de crecimiento de la planta, la maduración de la uva y, por ende, en la calidad del vino. Los cambios ya observables incluyen la aceleración del ciclo vegetativo de la vid, con una maduración más temprana de las uvas, lo que obliga a adelantar las fechas de cosecha. Estas variaciones pueden alterar significativamente las características de los vinos, afectando aspectos como la acidez, el contenido alcohólico y el perfil aromático.

El estudio subraya la importancia de adaptar las prácticas vitivinícolas al nuevo escenario climático. Entre las estrategias propuestas se encuentra la selección de variedades de uvas y portainjertos más resistentes a la sequía, la modificación de las técnicas de cultivo para mejorar la retención de agua y reducir la erosión del suelo, y la exploración de nuevas zonas geográficas para la viticultura. Sin embargo, estas medidas de adaptación deben ser cuidadosamente evaluadas en términos de viabilidad económica y sostenibilidad a largo plazo.

Mientras el mundo se enfrenta a los retos del cambio climático, la industria vitivinícola se ve en la necesidad de reevaluar sus prácticas y estrategias para garantizar la continuidad de una tradición que ha sobrevivido y evolucionado a lo largo de los siglos. Este desafío invita a la innovación y a la búsqueda de soluciones que permitan preservar la calidad y singularidad de los vinos, al tiempo que se adaptan a un clima cambiante. La colaboración internacional y el intercambio de conocimientos y experiencias serán claves en este esfuerzo por mantener viva la rica herencia vinícola frente a un futuro incierto.

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