Bodega Balcona, la lucha por la vida

2020 será recordado como un año de dificultades, de lucha, de esfuerzo, fe y coraje. Como cada año para la viña. Y como ella cada año, venceremos.

Enrique López – Winy Fog

Miércoles 29 de Abril de 2020

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La vid es una planta de lucha, de combate, de supervivencia. Guerrera y combativa, no necesita suelos fértiles y con exceso de nutrientes para producir frutos de calidad. Todo lo contrario, prefiere retarse a aquellas tierras que se lo ponen difícil, que le proporcionan poca cantidad de "comida", y que juegan a esconderle ésta en las profundidades de los campos.

En terrenos arenosos, calcáreos, arcillosos, volcánicos, pizarrosos, calizos, ... las raíces de esta plata combaten en condiciones poco favorables, con escasez de materia orgánica para su crecimiento. Y ahondan en la tierra, buscando su alimento, ese que tiene que hacer crecer las uvas de cada añada, en la cantidad suficiente para que la calidad sea la adecuada. Y, con el apoyo del viticultor y de las condiciones climatológicas, gana cada año este combate de resistencia, de conservación, de vida. Un combate interno, subterráneo, invisible pero fundamental para la elaboración de vinos de clase y carácter.

Y cada año la lucha externa; contra el letargo invernal, contra sus nevadas y unos suelos fríos que no permiten el suministro. Y contra la primavera, y la subida de las temperaturas, con una planta que acaba llorando por sus heridas, soltando el agua y las sales minerales que le sobran. Y contra el verano, y el calor, y las oscilaciones térmicas entre el día y la noche. Un ciclo que acaba con la madre viña "dando a luz" a sus hijos racimos. Aquellos por los que ha peleado todo el año y por los que seguirá combatiendo toda la vida.

Como la historia de Bodega Balcona. La de una familia arraigada a una tierra mágica, el Valle del Aceniche, para la que el vino, como para la planta que lo produce, es una historia de esfuerzo, de sacrificio, de sudor, de trabajo y de empeño. Y de lucha, de lucha por la vida.

La historia de Josefa "la Balcona", llamada así porque su casa familiar tenía uno de los primeros balcones de Bullas (a cuya Denominación de Origen se acoge esta bodega). Que tuvo el valor de, en la posguerra de 1940 y habiéndose quedado viuda y con tres hijos, hacer las gestiones necesarias y reunir el dinero requerido para comprar la finca donde ahora se asientan los viñedos y la zona de elaboración. Y tuvo el arrojo, la audacia y el coraje de plantar viñas y construir una pequeña bodega, precursora de la actual. Allí elaboraba un vino de consumo para la familia y los trabajadores de la finca.

Una historia que continúa con Dolores, la hija de la Balcona casándose con Antonio "el Partal", que empieza a transformar terrenos de cereal por viñedos, aumentando la extensión de las viñas. Y, como estas, dando frutos al matrimonio, siete hijos nacidos entre parras y sarmientos, monastreles y tempranillos.

Y así llegamos al presente. Con siete hermanos que aprendieron a podar antes que a andar, con la ilusión de elaborar en Bullas vinos que rindan homenaje a la tierra y a las personas que lo han hecho posible. Como su padre, Antonio. Como su vino Partal, su primer vino, el de referencia, el que mayor prestigio les ha dado a nivel nacional e internacional. Un homenaje paterno.

O 37 barricas, un vino más sencillo pero igualmente singular. Llamado así por la cantidad exacta de producción que, medida en barricas, elaboraron el primer año.

Lucha, fe, coraje, intuición, decisión, valor, esfuerzo. Viñas. Vino. La Balcona.

Capítulo del libro "¿Te cuento un vino? Rarezas y caras B de nuestros vinos y bodegas".

Enrique López
Licenciado en Economía y Sumiller profesional.
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