Lunes 24 de Noviembre de 2025
El sector vitivinícola francés atraviesa una situación complicada. Este lunes, el Ministerio de Agricultura de Francia ha convocado una reunión con representantes del sector para analizar la crisis que afecta a miles de productores. Los viticultores aseguran que se encuentran en una situación límite tras varios años de problemas encadenados.
Jean-Marie Fabre, presidente del sindicato de viticultores independientes, ha explicado que hasta una quinta parte de los productores podrían verse obligados a abandonar la actividad si no se toman medidas urgentes. Según Fabre, la situación es grave y requiere una respuesta inmediata por parte del Gobierno. El sector del vino es uno de los tres pilares industriales de Francia, junto con la aeronáutica y los productos de lujo, y genera un volumen de negocio anual estimado en 92.000 millones de euros. Más de 440.000 personas trabajan directa o indirectamente en esta industria.
La crisis tiene varias causas. En los últimos cinco años, los viticultores han sufrido aranceles impuestos por Estados Unidos durante la presidencia de Donald Trump, la pandemia de Covid-19, cosechas muy bajas debido a olas de calor y granizo, el aumento del precio de la energía y las materias primas tras la invasión rusa de Ucrania, y una caída importante en las ventas tanto en el mercado nacional como internacional. Por ejemplo, las exportaciones de vinos de Burdeos a China han caído a la mitad desde 2017 y el año pasado alcanzaron su nivel más bajo en una década. Además, China impuso en julio un impuesto aduanero del 32,2% a muchos licores elaborados con vino procedentes de la Unión Europea.
El descenso en las ventas se suma a las malas cosechas. El Ministerio de Agricultura prevé que la producción este año será similar a la del año pasado, unos 3.600 millones de litros, una cifra considerada muy baja por el sector. Damien Onorre, presidente del sindicato de viticultores del departamento de Aude, ha explicado que en los últimos tres años ha perdido la mitad de su producción debido a sequías y olas de calor superiores a 40 grados centígrados. En esa región, la producción se ha reducido casi a la mitad en ese periodo.
El pasado fin de semana, varios miles de viticultores se manifestaron en Béziers, en el sur del país, para pedir al Gobierno un plan que compense las pérdidas causadas por el mal tiempo, el aumento de los costes y el descenso en las ventas. Entre sus demandas figura una compensación económica para arrancar viñas improductivas. Desde el año pasado ya se han arrancado 27.000 hectáreas con ayudas públicas y podrían sumarse otras 35.000 hectáreas más si se aprueba un nuevo plan. En Burdeos ya se han destruido 12.000 hectáreas bajo un programa similar.
Otra medida solicitada es destinar fondos para destilar el vino no vendido y convertirlo en biocombustible. Los productores también piden acceder a la reserva europea para situaciones excepcionales, como hizo Portugal el año pasado para financiar un programa similar, pero hasta ahora no han recibido respuesta.
Un estudio reciente realizado por FranceAgriMer indica que uno de cada cinco viticultores franceses está considerando cerrar su negocio, lo que podría suponer la pérdida de hasta 100.000 empleos.
La reunión celebrada este lunes coincide con la víspera del Salón Internacional del Equipamiento y Conocimientos para la Producción Vitivinícola, que tendrá lugar desde este martes hasta el jueves en Montpellier.
Jean-Marie Fabre cultiva viñedos en Fitou, cerca de la frontera con España, donde produce unas 80.000 botellas al año en su Domaine de la Rochelierre. Como presidente del sindicato representa a 17.000 miembros y asegura que nunca antes habían vivido una crisis tan prolongada y compleja como la actual. Según sus palabras, los productores están agotando sus recursos económicos y necesitan apoyo para evitar el cierre definitivo de muchas explotaciones.