El comercio internacional de vino resiste pese a la caída histórica de producción y consumo mundial

Martes 09 de Septiembre de 2025

El aumento del granel y el modelo italiano compensan la volatilidad, pero la incertidumbre regulatoria amenaza al sector vitivinícola

El comercio internacional de vino se mantuvo estable en 2024, a pesar de la caída simultánea en la producción y el consumo mundial. Según un reciente informe elaborado por Rafael del Rey, director de Del Rey AWM, y Simone Loose, profesora en la Hochschule Geisenheim University, las exportaciones globales aumentaron un 0,8% en volumen, mientras que el valor total descendió ligeramente un 0,5%. Esta estabilidad aparente oculta diferencias importantes entre categorías de producto, regiones y mercados.

La producción mundial de vino cayó un 4,8% respecto a 2023, situándose en 225,8 millones de hectolitros, el nivel más bajo registrado en más de seis décadas. Las causas principales fueron fenómenos climáticos adversos y una mayor incidencia de enfermedades en los viñedos de las principales zonas productoras. Por su parte, el consumo mundial también retrocedió un 3,3%, hasta los 214,2 millones de hectolitros, reflejando una contracción generalizada de la demanda.

A pesar de este escenario, las exportaciones resistieron gracias al aumento del comercio de vino a granel. Este segmento creció un 3,9% en volumen y un 9,3% en valor. El comercio de vino a granel ha servido para compensar la volatilidad productiva y cubrir déficits puntuales entre países productores. En cambio, las exportaciones de vino embotellado descendieron un 1% en volumen y se mantuvieron estables en valor debido a un leve incremento del precio medio. El vino espumoso experimentó una ligera subida del 0,1% en volumen pero perdió un 3,9% en valor por la bajada del precio medio. Los vinos Bag-in-Box sufrieron caídas tanto en volumen como en valor.

El análisis por color muestra que las exportaciones de vinos blancos han resistido mejor que las de tintos y rosados. Desde 2021, los envíos internacionales de tintos y rosados han caído un 17,6%, mientras que los blancos solo han retrocedido un 6,2%. Esta tendencia responde a una preferencia creciente por estilos más frescos y ligeros. Además, los expertos del sector señalan el aumento sostenido del interés por vinos espumosos y alternativas con bajo o nulo contenido alcohólico.

En cuanto a los principales países exportadores, Italia fue el único que logró aumentar tanto el valor (+4,7%) como el volumen (+1,7%) de sus ventas exteriores en 2024. Su éxito se debe principalmente al buen comportamiento del vino espumoso —especialmente Prosecco— y a una estrategia orientada a la creación de valor añadido. Francia mantuvo su liderazgo mundial en valor exportado (11.700 millones de euros), aunque sufrió una caída del 2,4% debido al descenso en ventas de Champagne. España redujo su volumen exportado un 4,5%, pero incrementó el valor total un 1,6% gracias a una subida del precio medio.

El caso italiano es objeto de análisis como modelo para otros países productores. Entre los factores que explican su éxito figuran la organización sectorial eficiente, la orientación al mercado internacional y la capacidad para innovar tanto en producto como en presentación. La gestión estratégica del crecimiento del Prosecco mediante la protección de la denominación ha sido clave para mantener precios estables y evitar imitaciones.

Entre los países importadores destacan Estados Unidos, Reino Unido y Alemania. Estados Unidos mostró signos de recuperación tras la caída sufrida durante la pandemia; el valor importado creció un 1,6% y el volumen un 0,2%. Parte de este repunte se atribuye al almacenamiento preventivo ante posibles aranceles tras las elecciones presidenciales estadounidenses. El Reino Unido aumentó sus importaciones un 2,4% en volumen pero redujo el gasto total por la bajada del precio medio. Alemania registró descensos tanto en volumen (-7,1%) como en valor (-9,1%), consolidando su perfil como mercado sensible al precio.

El informe advierte sobre los riesgos derivados de nuevas políticas arancelarias estadounidenses anunciadas a partir de marzo de este año. La imposición inicial de aranceles del 200% sobre vinos europeos generó incertidumbre y llevó a importadores estadounidenses a paralizar pedidos. Aunque posteriormente se rebajaron estos aranceles al 20%, con oscilaciones posteriores hasta el 50%, la volatilidad regulatoria ha elevado el índice internacional de incertidumbre comercial a niveles récord.

Los expertos consultados identifican varios problemas para el sector: presiones económicas derivadas del menor poder adquisitivo global; cambios estructurales en los hábitos de consumo —con especial incidencia entre generaciones jóvenes—; políticas cada vez más restrictivas sobre el alcohol; y volatilidad climática que afecta a las cosechas.

Para afrontar este escenario incierto se recomienda diversificar mercados para reducir dependencia excesiva respecto a destinos concretos como Estados Unidos; invertir en innovación orientada a nuevos perfiles de consumidor; mejorar capacidades comerciales; y adaptar rápidamente las cadenas logísticas ante cambios regulatorios o productivos. Por parte de las administraciones públicas se señala la necesidad de marcos regulatorios flexibles que permitan responder con agilidad a los cambios del mercado sin perjudicar la viabilidad económica del sector vitivinícola.

En definitiva, aunque el comercio internacional del vino mostró resistencia durante 2024 frente a caídas históricas en producción y consumo globales, factores coyunturales como el almacenamiento preventivo o los cambios temporales en las cadenas logísticas pueden condicionar negativamente los resultados comerciales durante este año. El sector afronta una etapa marcada por incertidumbre regulatoria y transformaciones estructurales que exigirán adaptación continua tanto por parte de empresas como instituciones públicas.

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