Los valientes del vino

En realidad, no sé si son valientes o inconscientes, porque la situación actual en lo que a la restauración se refiere no es muy atractiva

Javier Campo

Jueves 01 de Septiembre de 2022

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Barman en bar de vinos

En una de mis rutas de trabajo, observo que, en pleno mes de agosto, han abierto un bar de vinos en determinada ciudad y con un nombre que te dice claramente que ahí puedes disfrutar de una buena copa de vino. Pero no.

Decoración fantástica, estanterías con muchas referencias, bastantes procedencias y variedades. En fin, visualmente, pintaba bien. Se me acerca una camarera y me pregunta que quiero tomar. Le pregunto que opciones tiene a copas y me responde con un ¿blanco o tinto? El resto no lo explico para no aburrir a el/la lector/a pero termina en una copa horrible. Fin de la historia e inicio de la reflexión.

Con la que está cayendo, ¿cómo es posible que aun haya quienes abren un local de vinos sin formar a su personal y sin saber que están vendiendo? Aquí es donde se inicia ese círculo vicioso que empieza por un mal servicio, un precio desacorde y una crítica fácil.

El cliente se queja de lo mal que le han atendido. Alude que al camarero no le pagan lo suficiente. El restaurador no quiere o no puede pagar más. El camarero no quiere aprender más por lo que le pagan. El cliente pone un comentario en internet. El restaurador contesta desairado. El cliente no quiere volver. El local tiene que cerrar. El personal se queda sin trabajo. El restaurador no puede pagar a los proveedores. Los proveedores no se fían de clientes nuevos. Los consumidores van a locales nuevos, pero miran el precio en internet. Sabiendo el precio, les parece caro. Los gastos del local no se tienen en cuenta. El consumidor piensa que el restaurador se hace de oro. El restaurador no sabe como afrontar los gastos y contentar al mismo tiempo al cliente. A todo esto, no se encuentra personal. El desempleo por las nubes, pero nadie quiere trabajar en un restaurante. El cliente se vuelve a quejar de que es normal con los sueldos que pagan. El camarero se queja de los horarios. El restaurador le hace un turno más corto. El horario del local se reduce. El cliente se queja de que el local tiene un horario muy corto. El camarero cobra más pero no sabe trabajar. Como no sabe trabajar tiene que poner más personal. Al poner mas personal tiene que subir el precio de la consumición. Al cliente le parece caro. ¿Sigo?

Mesa con copas de vino en un restaurante

Ir a un restaurante, un servicio solo para un determinado poder adquisitivo

La restauración ha cambiado. Los hábitos aun van a cambiar más. Pero no nos equivoquemos. Quienes quieran restauración y servicio lo van a tener que pagar por mucho que se quejen.

Ir a un restaurante se va a ir convirtiendo en un servicio tan solo para un determinado perfil con un poder adquisitivo concreto. Y muchos locales cerrarán. Y los que abren un local de vinos o un restaurante no solo serán valientes, sino que serán profesionales preparados y formados en muchas cosas que se quedan en el camino de una apertura. ¡Adelante 300!

Javier Campo
Sumiller y escritor de vinos
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