Una estrella en el corazón de la Ribera del Duero

Su reconocimiento como una de las catedrales del vino no es casual, ya sea su pertenencia a uno de los más tradicionales grupos bodegueros de España, por el reconocimiento de sus vinos o, sobre todo, por la espectacularidad de su bodega

Enrique López – Winy Fog

Viernes 04 de Mayo de 2018

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Maqueta de Bodegas PortiaMaqueta de Bodegas Portia

Portia, palabra de origen latino que significa "amiga de los lechones", nombre de uno de los personajes de El Mercader de Venecia y, también, de una de las lunas de Urano (la séptima). Y en el universo de los vinos, Portia es una de esas marcas que todos conocemos, ya sea por su pertenencia a uno de los más tradicionales grupos bodegueros de España (la séptima bodega de dicho grupo...), por el reconocimiento de sus vinos o, sobre todo, por la espectacularidad y notoriedad del edificio que la alberga.

Ubicada en la burgalesa localidad de Gumiel de Izán, a 15 kms de Aranda de Duero, 70 kms. de Burgos y 100 kms. de Valladolid, con denominación de origen Ribera del Duero, es la joya de la corona de Grupo Faustino, una histórica familia vitivinícola a la que pertenecen, entre otras, bodegas como Campillo, Leganza o Marqués de Vitoria.

Su reconocimiento como una de las catedrales del vino no es casual. Se trata de la única bodega del mundo diseñada por el prestigioso arquitecto Sir Norman Foster, que entendió y ejecutó a la perfección el encargo de la familia Faustino de construir un edificio vanguardista a la par que práctico y funcional, consiguiendo una perfecta conjunción entre estética y utilidad.

Inaugurada en octubre del año 2010, el propio Norman Foster la define como "el corazón de una flor con tres pétalos". Para su construcción emplearon exclusivamente 4 materiales; hormigón, madera, acero y vidrio, los 3 últimos estrechamente ligados al proceso de elaboración y crianza del vino. 10.000 metros cuadrados de futurista bodega, repartidos en 3 plantas cimentadas y levantadas sobre una loma, aprovechando la gravedad para desarrollar cada fase de transformación de la uva en mosto, y del mosto en vino, desde la vendimia hasta el embotellado.

En esta flor de 3 pétalos cada uno de ellos corresponde a un paso de vinificación, separando de esta forma las distintas zonas de elaboración, fermentación y crianza. En la parte más alta del corazón central se encuentra la tolva de recepción de la fruta, y bajando desde ahí en sucesivas plantas se distribuyen espacios para recepción de visitantes, auditorio, sala de reuniones, cafetería o sala de catas.

La visita comienza frente a una maqueta de la bodega, donde además de conocer como comenzó el proyecto y un poco de su historia, nos hacemos una perfecta idea de la funcionalidad y el pragmatismo de su diseño. El sistema de transporte y recepción de la uva, con los vehículos que la transportan subiendo por el techo de uno de los pétalos y bajando por otro de ellos, es una de las genialidades de Norman Foster que nos recuerda que no solo estamos visitando una obra de arte arquitectónica sino que estamos dentro de una bodega en la que, por supuesto, se elabora vino.

Tras la explicación de la maqueta comenzamos un pequeño paseo por los exteriores. El guía que nos acompaña y describe cada detalle nos enseña primero algunos ejemplos de la plantación de viñedos de tempranillo y posteriormente subimos a pie por uno de los pétalos, para llegar a la zona donde se recepciona la uva en vendimia. En este punto comienza una exposición de todo el proceso de elaboración del vino, que nos adentra en las entrañas de la bodega.

Primero, la selección de la uva y el viaje de éstas a los depósitos de fermentación. Llama la atención de los visitantes el cuidado a cada detalle, la armonía de líneas y la pulcra limpieza de toda la bodega.

Tras esta primera parte "instructiva", comienza la visita "arquitectónica". Aquí el vino cede su protagonismo al edificio, que se convierte en la estrella principal del momento. Nos acercamos a las puertas del pétalo de crianza, cuya apertura sea seguramente uno de los momentos más espectaculares que se puedan vivir en una actividad de enoturismo en España. Esta enorme sala donde los vinos descansan en lechos de madera, impresiona por su silencio, espacio, diseño e iluminación. Algunas temporadas la bodega aprovecha el ambiente para exponer otras obras de arte además del vino, como cuadros y esculturas.

Pasando por la zona de embotellado nos acercamos a otra de las joyas de la edificación. Como paso previo, un pequeño habitáculo de modernos nichos donde compradores particulares dejan sus botellas en espera de ser consumidas en la propia bodega o en sus domicilios. El concepto de los tradicionales nichos riojanos, pero al estilo Foster.

Y la sala de crianza en botella, un auténtico espectáculo visual. Altísimos paneles de madera adecuados para albergar cientos de botellas en orificios con la inclinación adecuada para su mejor evolución. Inspirado en las clásicas bibliotecas inglesas de Oxford o Cambridge, pero en la clave de innovación y vanguardia que es sello de todo el entorno.

En este punto de la visita el protagonismo vuelve a ser para el vino, con una cata comentada de dos de los vinos de Bodegas Portia: Portia Crianza y Portia Prima. Hemos vuelto al centro y corazón del edificio, donde además está emplazada una tienda en la que poder adquirir estas referencias además de Portia Roble, Triennia y vinos del resto de bodegas de Grupo Faustino.

La visita en sí termina con la cata. Pero te animo a no marcharte aún de Bodegas Portia y completar tu experiencia en Triennia Gastrobar, el restaurante donde poder disfrutar desde algunas tapas ligeras a un completo menú gastronómico de lo mejor de la comida tradicional castellana, incluyendo el imprescindible lechazo asado al estilo Aranda.

Enrique López
Licenciado en Economía y Sumiller profesional.
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