Siempre hay una primera vez

La motocavadora y su extensión a la locomoción -el omnipresente "chimpín", como se le conoce en Galicia- no siempre formaron...

Escrito porLuis Congil

Miércoles 27 de Julio de 2022

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La motocavadora y su extensión a la locomoción -el omnipresente "chimpín", como se le conoce en Galicia- no siempre formaron parte de la idiosincrasia del campo. Todo tuvo un comienzo, y en el caso de la comarca de O Ribeiro fue ese momento magistralmente captado en Beade (Ourense)  por el fotógrafo Chao a principios de los años 60 del siglo pasado.

En la instantánea, una de las mejores fotos de la historia agrícola de Galicia, se retratan varias paradojas: la primera, que el personaje de corbata es el que cava, mientras el agricultor -visiblemente escéptico- observa inmóvil, posiblemente sorprendido por el ruido y la vibración del dispositivo que está mirando.

Sin embargo, la más importante es la tercera figura, a la derecha de la foto: José Andrade Usatorre, un notable emprendedor que, ni corto ni perezoso, viajó a Francia para conseguir un modelo de motocavadora apto para los caballones más estrechos de las viñas del Ribeiro, para lo cual tuvo que lograr que redimensionaran los ejes.

La escena corresponde al momento de la prueba de aquel prototipo pionero en la historia del Ribeiro, procede de los fondos del Museo del Vino de Galicia. Esta y otras historias forman parte del libro "La maravillosa historia del vino en Galicia", que ha sido presentado este mes en esta institución en Ribadavia ( www.lamaravillosahistoriadelvinoengalicia.com ).

La máquina de sulfatar también tuvo su debut

Alexis Millardet era un profesor de botánica en Burdeos que, a finales del siglo XIX, encontró por casualidad la solución a la plaga que azotaba los viñedos europeos: el mildiu. Al observar los estragos del hongo en algunos viñedos, notó que el sulfato de cobre con cal viva que rociaba un labrador para evitar que le robaran la uva (a modo de "hinchamorros") eliminaba por completo la Plasmopara viticola.

Así nació el "caldo bordelés" o sulfato de cobre, que se empezó a asperger  con un haz de ramas desde un caldero, la primera forma de "dar el sulfato". Poco después comenzaron a llegar las primeras máquinas de pistón de presión, como las de imagen.

La demostración de la fotografía (tomada por Chao en Santo Domingos, en el Ribeiro en 1933 y procedente de los fondos del Museo del Vino de Galicia) capta el asombro de los labradores y asistentes -muchos de ellos niños que habrían que llevar una petaca máquina sobre las espaldas el resto de su vida- cuando contemplaron por primera vez el pesado aparato y su chorro difusor.

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