Verano atípico en la restauración

No importa si preguntas en la costa o en el interior. Los restaurados tildan de inestable la temporada ahora que estamos en mitad del verano y a falta de agosto

Javier Campo

Viernes 25 de Julio de 2025

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Según un observatorio de hábitos de consumo, el español medio tiene (aproximadamente) unos 1200 € para gastar en vacaciones. Eso quien lo tiene. Atrás han quedado los super viajes y las largas estancias. Nos quedamos en España y entre cinco y seis días. El alojamiento se lleva la mayor parte del presupuesto, los supermercados hacen el agosto y lo que queda se destina al restaurante.

Hay quien tiene segunda residencia o va a casa de algún familiar a dar por saco y, estos pueden gastar un poco más en ir a comer o cenar algún día (ni las dos cosas ni todos los días). Los paseos para reventar y algunos restaurantes a medio gas. Decimos algunos porque otros están hasta la bandera. Y aquí vienen las odiosas pero reales comparativas.

¿Porqué , a pesar de estar en el mismo paseo marítimo, unos locales tienen mucha gente y otros no? Fama, precio, oferta, servicio, ambiente, etc. Son muchos los parámetros para tener en cuenta. El que no tiene gente se queja de que el de al lado tiene los precios más baratos. Pues si es un tema de precio y, por ende, de oferta ¿Por qué no cambias la oferta y te adaptas al mercado?

"No tengo personal" Ya lo sabemos. No hay cocineros y no hay camareros y, aun así te empeñas en seguir haciendo lo mismo que hacías antes de la pandemia, con menos personal, con los precios más caros y con peores resultados. Pue algo habrá que cambiar ¿no?

"Yo lo que hago es solo abrir una parte" ¿Y con lo que abres tienes para sufragar todo? Ah no... que subes los precios y bajas la calidad del producto y el servicio... Claro... Por eso no tienes gente ¿no? Y esto es solo un ejemplo de muchas de las diferentes realidades que inundan el sector. Y me gusta recalcar y definirlo como realidades y no problemas, porque normalmente algunas situaciones pueden subsanarse... si no te cierras en banda y sueltas eso de "ahora vas a venir tu a ensañarme después de 20 años". Pues a lo mejor, sí.

Y ¿todo tiene que ver con el restaurador? Pues claro que no. Hemos empezado hablando del cliente y de su poder adquisitivo. Pero no hemos hablado de la poca empatía o falta de criterio en general del comensal que quiere mucho, bueno, rápido y barato. Y de las cuatro cosas en abundancia porque si no me quejo en redes sociales y "os pongo a parir". Si Señor. Wellcome to Spain.

¿De verdad quieres una mariscada con producto fresco de lonja en Teruel por 30 €? ¿O un chuletón de buey de 1,5 kilos por 24 €? ¿En serio te lo crees? Por eso hablaba en el párrafo anterior del criterio. Y el problema es que tenemos una sobresaturación de información pero rollo batiburrillo y mezclamos churras con merinas en muchos temas y buscamos en Google hasta que encontramos lo que queremos encontrar en una página de tractores que tiene una sección de gastronomía lo cual da mucha tranquilidad y credibilidad.

Otra cosa que pasa es que el restaurador tampoco se forma o informa y, sin querer, se convierte en cómplice involuntario del desaguisado. Pero por favor... que esto no es así en todos los casos. Hay profesionales como la copa de un pino que ofrecen buen producto a buen precio y con buen servicio. Esto existe. Pero también pasa que el restaurante de enfrente cambia de propietario cada 6 meses y quien se hace cargo de él piensa que va a descubrir la sopa de ajo y se va a montar en el dólar. Y no se monta. Más bien, se desmonta. Y en este caso en concreto podríamos escribir para un libro con todas las consecuencias que conlleva, antes y después del cambio, para él, para el anterior y para el siguiente.

De verdad, es muy recomendable asesorarse antes de abrir, hacer un buen estudio de mercado, marcar muy bien la línea de trabajo y estudiar los costes para no darse un zapatazo contra la pared. Pero no solo en la restauración. En cualquier tipo de negocio, pero, como estamos hablando de este sector, pues me permito recordar que uno de los negocios por lo que más opta la gente, pensando erróneamente que abrir un restaurante es fácil y puede hacerlo cualquiera sin conocimientos, sin preparación y sin asesoramiento. Que ilusos.

Javier Campo
Sumiller y escritor de vinos
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