Manuel Rivera
Jueves 03 de Julio de 2025
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El consumo de alcohol y sus efectos sobre el organismo han sido objeto de estudio durante décadas. La pregunta sobre cuántas bebidas se pueden tomar antes de sufrir una resaca no tiene una respuesta única, ya que la reacción del cuerpo al alcohol depende de muchos factores individuales y del tipo de bebida consumida. La resaca, conocida en medicina como veisalgia, es un síndrome que aparece tras la ingesta excesiva de alcohol y se manifiesta con síntomas como fatiga, sed, dolor de cabeza, náuseas, sensibilidad a la luz y al sonido, mareos, temblores, ansiedad e irritabilidad. Estos síntomas son consecuencia directa de los procesos fisiológicos que el cuerpo pone en marcha para eliminar el alcohol y sus metabolitos.
Cuando una persona consume alcohol, este pasa rápidamente al torrente sanguíneo y llega al hígado, donde se metaboliza en dos fases principales. En la primera fase, la enzima alcohol deshidrogenasa convierte el etanol en acetaldehído, una sustancia mucho más tóxica que el propio alcohol. En la segunda fase, otra enzima llamada aldehído deshidrogenasa transforma el acetaldehído en acetato, que es menos dañino y puede eliminarse fácilmente. El problema surge cuando se bebe más rápido de lo que el hígado puede procesar. Esto provoca una acumulación de acetaldehído en sangre, lo que intensifica los síntomas de la resaca.
Además del metabolismo hepático, el alcohol afecta a otros sistemas del cuerpo. Su efecto diurético provoca deshidratación y pérdida de electrolitos como sodio y potasio. Esta deshidratación es responsable de síntomas como sed intensa, dolor de cabeza y debilidad muscular. El sistema inmunitario también reacciona liberando citoquinas proinflamatorias, lo que contribuye a la sensación general de malestar. El tracto digestivo sufre irritación por el aumento de ácido gástrico y la inflamación de la mucosa estomacal e intestinal. El sueño se ve alterado porque el alcohol reduce la calidad del descanso nocturno y suprime las fases más reparadoras. Además, puede producirse hipoglucemia porque el hígado prioriza la metabolización del alcohol frente a la producción de glucosa.
La susceptibilidad individual a la resaca varía según factores genéticos, biológicos y conductuales. Algunas personas tienen variantes genéticas que ralentizan la eliminación del acetaldehído, lo que les hace más propensas a sufrir síntomas intensos incluso con pequeñas cantidades de alcohol. El sexo también influye: las mujeres suelen alcanzar concentraciones más altas de alcohol en sangre con la misma cantidad ingerida debido a diferencias en peso corporal y composición corporal. La edad modifica la respuesta al alcohol por cambios en el metabolismo y en la masa muscular. El peso corporal determina cómo se distribuye el alcohol en el organismo; las personas con menor peso o mayor proporción de grasa corporal tienden a experimentar efectos más intensos.
Las decisiones durante el consumo también son determinantes. Beber con el estómago vacío acelera la absorción del alcohol y eleva rápidamente su concentración en sangre. Comer antes o durante la ingesta ralentiza este proceso y da tiempo al hígado para metabolizarlo gradualmente. El ritmo al que se bebe es fundamental: consumir varias bebidas en poco tiempo satura los mecanismos metabólicos y aumenta el riesgo de resaca severa. Fumar mientras se bebe potencia los efectos negativos por la acción combinada del tabaco y el alcohol.
El tipo de bebida elegida también influye en la intensidad de la resaca. Las bebidas alcohólicas contienen compuestos llamados congéneres, subproductos químicos generados durante la fermentación o destilación. Los congéneres pueden agravar los síntomas porque son tóxicos para el organismo y dificultan su recuperación. Las bebidas oscuras como whisky, brandy o vino tinto tienen mayor cantidad de congéneres que las claras como vodka o ginebra. Por tanto, elegir bebidas con bajo contenido en congéneres puede reducir las probabilidades de sufrir una resaca intensa.
Para cuantificar el consumo real es útil recurrir a las Unidades de Bebida Estándar (UBE). En España, una UBE equivale a 10 gramos de alcohol puro. Por ejemplo, una caña (250 ml) o una copa pequeña de vino (100-125 ml) contienen aproximadamente 1 UBE cada una; un combinado suele aportar 2 UBEs. El hígado puede metabolizar alrededor de 1 UBE por hora; superar este ritmo aumenta notablemente los riesgos asociados.
Las autoridades sanitarias establecen límites orientativos para reducir los riesgos: hasta 2 UBEs diarias para hombres y 1 UBE diaria para mujeres se considera consumo de bajo riesgo; superar estas cantidades eleva las probabilidades tanto de resaca como de daños a largo plazo para la salud física o mental. Los episodios puntuales donde se consumen 6 UBEs o más en pocas horas (en hombres) o 4 UBEs (en mujeres) se consideran consumo intensivo o atracón alcohólico.
La prevención es clave para evitar o minimizar los efectos negativos del alcohol. Comer antes y durante el consumo ayuda a ralentizar su absorción; alternar cada bebida alcohólica con agua combate la deshidratación; beber despacio permite al hígado trabajar sin sobrecargas; elegir bebidas claras reduce la exposición a congéneres; establecer un límite previo ayuda a mantener el control sobre lo que se bebe; tener precaución con las bebidas carbonatadas evita picos rápidos en los niveles sanguíneos.
Si aparece una resaca pese a todas las precauciones, solo queda mitigar los síntomas mientras el cuerpo recupera su equilibrio natural. Beber agua frecuentemente ayuda a rehidratarse; tomar zumos o bebidas isotónicas repone electrolitos; comer alimentos suaves estabiliza los niveles de azúcar; descansar permite al organismo centrarse en su recuperación; usar analgésicos debe hacerse con precaución evitando siempre el paracetamol por su toxicidad hepática cuando hay restos de alcohol en sangre.
Existen muchos mitos sobre remedios para la resaca que no tienen base científica: tomar más alcohol solo retrasa los síntomas reales; comer alimentos grasos tras beber puede empeorar las molestias digestivas; abusar del café puede aumentar aún más la deshidratación si no se acompaña con suficiente agua.
En definitiva, no existe un número fijo ni universal sobre cuántas bebidas provocan resaca porque cada persona responde según su genética, biología personal, tipo y cantidad exacta consumida y circunstancias concretas del momento. La mejor herramienta es conocer estos factores e informarse sobre cómo gestionar cada situación para minimizar riesgos tanto inmediatos como futuros relacionados con el consumo de alcohol.
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(PDF)Límites de alcohol y resaca |
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