David Manso
Viernes 11 de Octubre de 2024
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Tras descansar de la jornada del día anterior en el Jaraíz de Don Marciano pongo rumbo a Nava del Rey para conocer in situ el proceso de fabricación de las barricas. Pocas son las empresas que quedan en España dedicadas a la fabricación y reparación de barricas. Las que lo hacen se localizan principalmente en Jerez y Rioja, y algunas repartidas por distintos puntos de la península. Tonelería Burgos es una de ellas. En su visita se puede conocer todo el proceso de fabricación, desde la llegada de la madera, principalmente de roble, pasando por cortes, rebajes, pulidos, el armado de la propia barrica, el grado de tostado, la colocación de las cinchas y del barrigal,...etc. hasta llegar al producto final, un recipiente de madera estanco con forma de cilindro abultado en su parte central necesario para aquellos vinos que realizan crianza en madera, que les aporta oxigenación lentamente, fija el color y cede diferentes compuestos que mejoren los aromas y el sabor del vino. La reparación y regeneración de barricas para su posterior uso, proceso de azuelado, son también parte del trabajo de una tonelería.
Prosigo ruta. Esta me lleva a mi siguiente destino. Regreso a Serrada para visitar Bodegas De Alberto. Durante este viaje hemos conocido buenos vinos tintos, los de La Mejorada, vinos blancos de calidad de la variedad Verdejo y de otras variedades, en Bodegas Menade, y ahora es momento de viajar al pasado para conocer los tradicionales vinos de la zona, sus Vinos Dorados.En Bodegas de Alberto elaboran también vinos de los mencionados anteriormente, pero es a su vez el mayor exponente de estas elaboraciones tradicionales. Vuelvo a sumergirme bajo tierra, algo que ya mes es habitual e imprescindible para conocer el patrimonio histórico y cultural de los pueblos de Castilla y León. Bodegas De Alberto cuentan con cerca de un kilómetro de galerías rehabilitadas donde siglos atrás se elaboraba vino por monjes dominicos y vecinos del pueblo, espacios estos que la bodega ha ido incorporando a la original hasta llegar a la magnitud de la que hoy visito. Sus orígenes se remontan a mediados del siglo pasado (1941), cuando arranca esta andadura por la familia Gutiérrez, y en sus interminables pasillos hoy todavía se elaboran vinos. Calles abobedadas, un sinfín de pequeñas salitas de los antiguos depósitos de hormigón, barricas centenarias.... Una bodega muy bien conservada en la que tres de sus elaboraciones, Pálido, Dorado y Dorado Dulce, realizan una segunda fase de crianza en botas centenarias al abrigo de la oscuridad, en un ambiente perfecto en el que reina la calma. Sinceramente merece la pena conocerlo.
Ya en el exterior visitamos su museo de maquinaria tradicional, y otro de los atractivos de la visita, su campo de damajuanas, donde los vinos arrancan el proceso de crianza al aire libre en estos recipientes que contienen una arroba, entorno a los 16 Litros cada una, y que sus vinos resultantes tras pasar varios meses a la intemperie bajarán a la bodega visitada anteriormente (presolera). Hoy cuentan con unas 8.000, pero me indica Ángeles que llegaron a tener más de 100.000 unidades. El recorrido me lleva por sus instalaciones hasta llegar a la sala de crianza final, un espacio donde las tres elaboraciones terminan de perfilarse hasta alcanzar los niveles de calidad exigidos.
Cato algunas de sus elaboraciones, entre ellas sus vinos tradicionales. Unos vinos que llevan elaborándose en la zona desde hace más de un milenio. La variedad Verdejo llegó aquí en torno al año 1070 cuando Alfonso VI de Castilla reconquistó estas tierras. En el año 1503 ante una escalada de los precios del vino, los habitantes de la zona reclamaron una regulación que fijara estos, su calidad y se prohibiera la venta de vinos de otras zonas productoras, para lo cual se establecen las Ordenanzas del Vino de Medina. Con ello, podría considerársela como la denominación más antigua del mundo si hablamos de protección del vino, y es nuevamente Isabel La Católica la impulsora. Ya en el siglo de Oro sus vinos se vendían en el norte, principalmente en Bilbao y Santander. A finales del siglo pasado (1970) estos vino de ven marginados por los actuales verdejos tranquilos, más frescos y afrutados Hoy estas tradicionales elaboraciones se están recuperando por la bodegas de la zona. Volviendo a los vinos catados personalmente los considero maravillas enológicas, cato los tres. Gran complejidad en aromas, cada vez que arrimas la nariz a la copa los vas percibiendo, amplitud en boca, estructura, más complejidad, persistencia, sin duda grandes vinos.
Prosigo ruta, es hora de comer y para ello un lugar especial, con encanto. Llego a Rueda, al espacio gastronómico de Martín Berasategui el Hilo de Ariadna, en Bodegas Yllera. Una visita que sinceramente sorprende, uno puede ir directamente al restaurante, o, como en mi caso, recorrer el kilometro de galerías subterráneas habilitado de la antigua bodega de Yllera, posee tres en total, dos de ellos no visitables. Durante la visita uno puede conocer la trayectoria y las diferentes épocas de Bodegas Yllera junto a las diferentes ampliaciones de la bodega. Conocer sus espacios singulares, pasando por la historia, obras de arte, barricas, hasta los magníficos botelleros repletos hasta arriba o el impresionante tino que preside la entrada al restaurante. Un laberinto que rememora la fábula griega del laberinto del Minotauro en la que Teseo mata a este y logra regresar gracias al ovillo que le regala Ariadna. Fábula que también conocemos durante el recorrido y que se escenifica al finalizar la visita representada mediante un mural en la pared.
El recorrido termina con la llegada a la gastrobodega localizada a 20 mts. bajo tierra en una bodega del S XV. Un espacio de alta cocina donde disfrutar de la gastronomía de la zona con productos de la más alta calidad y con las creaciones culinarias de Martín Berasategui. Para tener un referente completo de la propuesta gastronómica una buena opción es el menú degustación. Cada detalle es cuidado al máximo, el recibimiento al comensal, la atención del personal, la decoración y por su puesto los platos. Un festival se sucede con cada elaboración; entrantes, verduras, pescado, mariscos, caza,..etc. platos que buscan sorprender a cada bocado con explosiones de sabores, texturas y aromas, hasta el pan, las originales mantequillas y los aceites iniciales son ya toda una experiencia degustarlos. Todo ello acompañado con las elaboraciones de Bodegas Yllera, Un rico espumoso de la variedad Verdejo, buenos vinos blancos, entre ellos un Gran Vino de Rueda y tintos, y para acompañar los postres una sorprendente elaboración, un vino Dorado Dulce extraído como si de un caro perfume se tratara directamente de la damajuana.
Me dirijo a Medina del Campo. La ruta va tocando su fin al igual que el destino de Isabel La Católica quien pasó sus últimos días en esta población vallisoletana hasta fallecer en El Palacio Real Testamentario en 1504, un año después de firmar las mencionadas ordenanzas. Subo a la parte alta del pueblo para visitar el Castillo de la Mota, el cual tiene sus orígenes en su padre, Juan II, de Castilla, como un claro ejemplo de construcción orientada a la defensa, y que serían los Reyes Católicos quienes terminaran su construcción. Recorro sus instalaciones donde se ha realizado un importante trabajo de reconstrucción y ciertamente se ve esa estructura defensiva. Su imponente torre del homenaje es visible a kilómetros de distancia y se presenta inexpugnable. Sus muros encierran un gran número de historias que a su visita salen a la luz para sorpresa del visitante. Un buen cierre de ruta en la que empezamos con la parte histórica y cultural que también ofrece el enoturismo y la cerramos de la misma manera, demostrando que la Ruta del vino de Rueda posee mucho más por descubrir más allá del verdejo, tanto bajo el cielo como en las mismas entrañas de la tierra.
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Wine Rider: Ruta del Vino de Rueda, más allá del Verdejo |
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