Manual de urgencia para asimilar el nuevo artículo de Science sobre el origen del vino

Desde la publicación el mes pasado por la prestigiosa revista Science del artículo sobre la "domesticación dual" y el origen...

Escrito porLuis Congil

Miércoles 19 de Abril de 2023

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Desde la publicación el mes pasado por la prestigiosa revista Science del artículo sobre la "domesticación dual" y el origen de los rasgos distintivos en la evolución de la vid, se han sucedido los ecos editoriales –a menudo contradictorios- sobre las conclusiones de ese vasto estudio genético de más de 3.500 variedades, firmado por la también asombrosa cifra de un centenar de científicos internacionales.

A la espera de las esperables lecturas peninsulares, y con el permiso de las autoridades patrias en la materia -que las hay, y muchas y muy buenas- y especialmente con el permiso del universalmente apreciado Rafael Ocete y su escuela, entresacamos algunas conclusiones para el consumo rápido del artículo "Dual domestications and origin of traits in grapevine evolution" (https://www.science.org/doi/10.1126/science.add8655)

Vid domesticada hace 11.000 años

Y es el que artículo, que ahora entrará en la sanísima dinámica de la discusión por la comunidad científica internacional -que lo matizará, criticará, ampliará o rebatirá-  presenta, incuestionablemente, aspectos muy interesantes a priori, tanto sobre la fecha de las primeras domesticaciones de las Vitis sylvestris, como sobre el camino que siguieron sus descendientes sativas (cultivadas) en su lento deambular (e hibridarse y rehibridarse una y otra vez) desde su cuna caucásica u oriental hasta poblar nuestro  "planeta vino".

Vamos a ver, primero, lo que no dice esta novedosa investigación. Tras publicarse el artículo en Science, algunos de los primeros titulares rezaban que "las vides comenzaron a cultivarse 4.000 años más tarde" de lo que se estimaba hasta ahora. Esto es incorrecto, debido a un sesgo de perspectiva. Lo que el artículo afirma es que la domesticación de la vid silvestre se produjo hace una horquilla de hace entre 12.500 y 10.500 años, con gran probabilidad de que fuera hace unos 11.000 años.

Si hasta ahora se manejaba la fecha probable del inicio caucásico de la viticultura en el entorno del 6.000 A.E.C., (hace ahora 8000 años) lo que el estudio afirma no es que la vid se haya domesticado "más tarde", sino todo lo contrario, es decir, que se ha adelantado la fecha estimada de este fenómeno a hace 11.000 años, es decir unos 3.000 o 4.000 años "antes", según la mencionada horquilla.

Acompañando al hombre desde siempre

Uno de los aspectos más interesantes del artículo es que esta fecha coincide con el actual periodo geológico del Holoceno (que muchos quieren rebautizar como "Antropoceno", por ser la era de nuestra gran y compleja huella en la naturaleza). Es decir, el vino acompaña al hombre desde que la relajación de las glaciaciones y las migraciones que propiciaron el neolítico.

Concretamente, el artículo afirma que "la domesticación ocurrió simultáneamente hace unos 11.000 años en Asia occidental y el Cáucaso para producir vides de mesa y vino". Luego, continúa "las vides domesticadas de Asia occidental se dispersaron en Europa con los primeros agricultores, se introgresaron con antiguos ecotipos occidentales salvajes y, posteriormente, se diversificaron a lo largo de los senderos de migración humana".

Concretamente, estos hechos habrían acontecido cerca de la fase húmeda del periodo del  Holoceno temprano (hace 11.700 a 8.300 años), lo que habría facilitado la expansión de hábitats adecuados para la uva silvestre,  provocando su una gran dispersión geográfica desde Asia Central hasta la Península Ibérica.

Domesticación multifocal y riqueza vitícola penínsular

Esta hibridación con los "ecotipos occidentales salvajes" es lo que considero más interesante, ya que refrenda las teorías enunciadas por Rafael Ocete y sus discípulos sobre la multifocalidad de la domesticación de la vid (en muchos sitios, de muchos modos a la vez) frente a la teoría de la domesticación única, ya totalmente descartada.

La llegada de las vitis cultivadas originales por los cauces migratorios, se vería enriquecida con la adaptación "sobre el terreno" mediante la hibridación con las silvestres locales: este es el foco de la gran riqueza de variedades de España (más de 150 de uso tradicional, con comunidad como Galicia con más de 60 autóctonas).

El estudio de Science viene a refrendar la teoría de la domesticación multifocal, cuando afirma que "la hibridación con V. sylvestris local era común en la creación de uvas de vino europeas existentes pero se desconoce cuándo ocurrieron estos eventos de introgresión". Como vemos, aún quedan muchos misterios que la genética tiene que descubrir.

Los diez padres de todos los vinos

El ya famoso estudio, que tendrá consecuencias en la forma en que comienzan los libros de Historia del Vino, fue realizado mediante la secuenciación genética de varios miles de vides cultivadas y silvestres. Sus resultados ilustran cuatro tipos de Vitis sylvestris, y otros seis de Vitis sativa (cultivada). Concretamente, los cultivados primigenios serían  "vides de mesa de Asia occidental, vides de vino del Cáucaso, vides de uva moscatel, vides de vino de los Balcanes, vides de vino ibéricas y vides de vino de Europa Occidental". A partir de ellas, la combinación de sus descendientes en cada terreno -de hecho, para adaptarse a "cada" terreno- crearon el actual milagro del vino.

El artículo continúa afirmando tajante que "Estos datos apoyan colectivamente un origen dual de V. vinifera y rechazan la teoría popular de un único centro primario de domesticación" y que estiman "que el tiempo medio de división de la población fue hace ~11 000 años (intervalo de confianza del 95 %: hace ~10 500 a 12 500 años)".

"Las distribuciones geográficas de los cultivares en Eurasia y el norte de África sugieren que los eventos de domesticación ocurrieron simultáneamente alrededor del advenimiento de la agricultura", continúan, ya que "es muy probable que los humanos modernos utilizaran ampliamente la vid como fuente de energía desde finales del Pleistoceno, pero el clima riguroso no era adecuado para la agricultura". A medida que las condiciones climáticas mejoraron en la transición del Pleistoceno al Holoceno, "la vid, con su rendimiento perenne relativamente estable, se convirtió, como era de esperar, en uno de los primeros candidatos para la domesticación".

"Papel fundamental de la uva en la formación de las regiones complejas"

El centenar de investigadores autores del estudio afirman que la investigación genómica sistemática de los cruces  de V. sylvestris y V. vinifera "refleja la migración temprana de agricultores en Europa, consolidando el papel de la viticultura en la formación de sociedades sedentarias".

Así, afirman rotundamente que un mayor nivel de intercambio cultural caracteriza la última etapa desde la Edad del Bronce y el comercio de cultivares de vid superiores a lo largo de las rutas comerciales", ya que "esto es especialmente evidente en la plétora de cultivares italianos con tres o más ancestros genéticos, pero desafortunadamente plantea un desafío para desentrañar la historia genealógica de cada cultivar de vid".

Alelos de la uva blanca en la vid salvaje

Finalmente, entre los puntos más interesantes del artículo es que las vides silvestres reflejan cambios genéticos de los que se puede deducir que "los alelos de la baya blanca existían en poblaciones silvestres naturales antes de la domesticación de la vid", aunque fue la presión selectiva del hombre la que la hizo aflorar. "La emergencia de las uvas blancas de sus congéneres de bayas rojas es un episodio de domesticación esencial en la historia de la viticultura. El cambio de color resulta de una reducción de la síntesis de antocianina en las células de la piel de la baya, donde la expresión de los reguladores maestros propuestos disminuyó significativamente en cultivares seleccionados".

En fin, tal y como concluye el propio artículo "los seres humanos han moldeado ampliamente los organismos que nos rodean a través de la domesticación", como demuestran todas estas interesantes conclusiones para  las que los autores analizaron los datos genéticos de alrededor de 3500 variedades de uva cultivadas y silvestres de todo el mundo.

Quizá lo más interesante de la publicación es que abre la puerta a un nuevo horizonte, un espacio en el que el análisis genético pueda trazar, algún día, el camino ampelográfico de todas las variedades. Conoceremos entonces, como acontece con las lenguas, los caminos fatigados (parafraseando a Borges) por las vides y sus viticultores, hasta llegar a cada destino, llámese tempranillo, treixadura, airén o albariño.

Y será una historia fascinante

Un artículo de Luis Congil
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