Viaje del vino a través del cuerpo

Vamos a realizar un rápido y sencillo recorrido del vino por el organismo humano

Viernes 09 de Enero de 2015

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El vino es ingerido por la persona y en el estómago ya empieza a degradarse entre un 20 y un 30 % de su componente alcohólico. Por lo que el 20 o 30 % de alcohol que tomamos en el vino se degrada en el estómago.

Después, el vino pasa al intestino delgado y posteriormente a la sangre, y de aquí al hígado. En este camino, una mínima parte se elimina a través del sudor, de la respiración y de la orina.

El resto del alcohol llega al hígado, que trabaja igual que un laboratorio. El hígado hace de filtro y transforma el alcohol por medio de oxidaciones.

Se sabe que no todas las personas son iguales, ni tampoco están de la misma forma expuestas a los efectos del alcohol. Así, las mujeres segregan menos cantidad de enzimas en el estómago que los hombres, por lo que pueden ingerir menos vino. Lo mismo ocurre con el pueblo japonés; no se sabe si genética o congénitamente, tiene una capacidad mínima de degradar alcohol a su paso por el estómago.

También recientemente se ha llegado a conclusiones francamente positivas respecto a los efectos beneficiosos del vino en la salud. Es conocido que el vino consumido en dosis moderadas y continuadas tiene una incidencia positiva sobre los lípidos y las grasas de la sangre, y en consecuencia, efectos cardiovasculares favorables.

Las grasas circulan ligadas unas veces a proteínas de alta densidad y otras a proteínas de baja densidad. Las primeras circulan fácilmente sin pegarse a las paredes de las arterias, llegan al hígado y se degradan sin problemas. A las segundas les ocurre lo contrario: forman placas en el sistema circulatorio, pudiendo provocar coágulos, embolias o trombosis. El alcohol a dosis moderadas aumenta la formación de grasas ligadas a proteínas de alta densidad, por tanto, beneficiosas.

La regla es sencilla: Consumo moderado -insistimos: moderado- de vino es igual a protección de enfermedades cardiovasculares, y a su vez es igual a la disminución de infartos de miocardio.

Pero el alcohol también actúa sobre el colesterol. Protege la capa vascular de las arterias y las venas y actúa sobre las enzimas evitando la formación de placas.

Para terminar, diremos que el alcohol y los polifenoles juntos impiden la anormal coagulación de las plaquetas, separándolas y evitando coágulos arteriales.

Pero toda esta síntesis de beneficios merecen mayor atención por nuestra parte. Dejemos claro, pues, y sin lugar a dudas, que el vino ingerido en dosis moderadas es beneficioso.

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