Mensaje en una botella. La importancia del diseño de las etiquetas

La importancia de la marca de vino en el mundo del marketing es fundamental, al personalizar y diferenciar el vino de la competencia y empatizar con las emociones del consumidor

Redacción

Miércoles 22 de Agosto de 2012

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Tal y como explican desde la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM), entendemos por marca todo signo susceptible de representación gráfica que sirva para distinguir de manera única en el mercado los productos o servicios de una empresa de los de otras.

Básicamente, toda marca tiene dos partes: una fonética (que se puede leer y escribir) y otra simbólica o logotipo (representación gráfica de la marca).

La importancia de las marcas es indiscutible en el mundo del marketing, cumpliendo dos funciones básicas, por un lado, una función objetiva, al personalizar y diferenciar el vino comercializado de los de la competencia.

Y, por otro lado, una función subjetiva, constituyendo un elemento válido de promoción y posicionamiento, al evocar sensaciones en el consumidor.

Sin duda alguna, las marcas son la tarea pendiente de las bodegas españolas. Por este motivo, las bodegas españolas deben redoblar sus esfuerzos para dar a conocer sus marcas y alcanzar cierto grado de presencia en el mercado.

Dado que la marca constituye uno de los factores determinantes a la hora de elección del vino, las marcas ayudan a reducir las asimetrías de información, dado que generan confianza en el consumidor.

Las etiquetas (y contraetiquetas) constituyen uno de los elementos más importantes en la diferenciación del vino, ya que, junto con la botella, constituyen auténticos referentes estéticos que pueden ayudar a la bodega a posicionar sus vinos en el mercado, facilitando el recuerdo.

Al margen del nivel técnico, donde existe una normativa específica relativa al etiquetado de los productos vitivinícolas que establece el contenido mínimo de las etiquetas, la importancia del diseño de las etiquetas es crucial.

De hecho, según un estudio realizado en la Universidad de California por Claire A. Boudreaux and Stephen E. Palmer, en 2007, tras analizar la influencia del diseño de las etiquetas (color, imágenes utilizadas, textos etc.), concluyen que existe una influencia clara de las mismas sobre la personalidad percibida de la marca y sobre la intención directa de comprar el vino.

Otro estudio, llevado a cabo por Emmanuelle Rouzet and Gérard Seguin en el año 2004, concluye que en relación al diseño de las etiquetas se distinguen tres corrientes diferenciadas.

Por un lado las etiquetas tradicionales o de 'nobleza'. En esta corriente, encontramos vinos que en sus etiquetas apelan a raíces 'nobles', con ello tratan de situarse por encima del resto de vinos comercializados, basándose en el posicionamiento de jerarquías que antiguamente tenían los títulos y símbolos nobiliarios.

La idea que subyace en esta corriente es que el poder de elaborar un buen vino lo da la historia de una familia, su origen noble, su patrimonio de viñedo, etc., por lo que es habitual la utilización de títulos nobiliarios (marqués, conde, etc.), blasones o escudos familiares, junto con imágenes de caserones, palacios, castillos o fortalezas.

Por otro lado se encuentran las etiquetas que remarcan la exclusividad artesanal (y el valor de la naturaleza). En esta corriente, los elementos de identidad tienen una expresión asociada al valor de la tradición, el cultivo y la elaboración artesanal.

En esta corriente, alusiones a la viña o a los valles, con imágenes de cepas, plantaciones, colores cálidos, naturales, textos que simulan hechos a mano, etc., son habituales.

Por último, y cada vez más en auge, se encuentra las etiquetas que buscan la notoriedad. En esta corriente adquiere gran importancia la imagen, el diseño y la comunicación.

La utilización de semánticas complicadas, la combinación heterodoxa de diseños y colores, con tecnologías de impresión y serigrafías modernas, aducen un halo de exclusividad, originalidad y autenticidad que se pretende transmitir al consumidor.

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