Viernes 24 de Octubre de 2025
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"En el corazón del Ródano Sur, una familia y unas mariquitas demuestran que el vino natural no es una tendencia, sino una forma de vida."
En el sur del Ródano, donde el viento del Mistral limpia el cielo y la luz parece más nítida que en ningún otro lugar, una colonia de mariquitas acompaña a la familia Fabre desde hace generaciones.
Son las verdaderas guardianas del Château des Coccinelles, símbolo de una viticultura biológica que no nació de la moda, sino de la convicción.
Cuando uno se acerca a la finca, el paisaje respira equilibrio. Las cepas, alineadas sobre suelos arcillo-calcáreos, se mecen bajo una brisa que lleva el aroma de la garriga.
Aquí, la naturaleza no se domestica: se escucha.
Por eso las mariquitas —las coccinelles— no son un adorno, sino un emblema de vida: la prueba de que el viñedo puede defenderse por sí mismo, sin necesidad de artificios.
El Château des Coccinelles cultiva suelos vivos desde hace más de cuarenta años, antes incluso de que la agricultura ecológica se convirtiera en un término común.
La familia Fabre creyó en la fuerza silenciosa del tiempo y en la inteligencia del ecosistema: dejar actuar a los insectos, respetar la cubierta vegetal, favorecer la biodiversidad.
Ese gesto paciente ha dado lugar a vinos llenos de energía, con aromas puros y una expresión directa del terruño.
Cada botella es un pequeño manifiesto de coherencia:
una forma de decir que el vino puede ser auténtico sin dejar de ser elegante.
Desde el Grenache hasta el Syrah, las cuvées de Coccinelles hablan de fruta madura, de hierbas secas, de una suavidad que recuerda al polvo del camino después de la lluvia.
Beber un vino de Coccinelles es escuchar el rumor del Ródano Sur, un murmullo de respeto por la tierra y por la gente que la trabaja.
Es sentir que el vino —cuando es sincero— también tiene un alma.
Ester Solà Melgosa
Autrice du Rhône | Vinobouquet

Publicado en colaboración con Vinetur
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