Mendoza ante la triple crisis ambiental global: sin agua no hay vino, sin ecosistemas no hay turismo

La presión de la minería, el cambio climático y la degradación ambiental pone en jaque el futuro vitivinícola y turístico de la región

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Miércoles 25 de Junio de 2025

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En un contexto mundial marcado por la triple crisis ambiental —cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación—, los destinos turísticos se ven forzados a replantear con urgencia sus modelos de desarrollo. Mendoza, referente internacional del enoturismo, la gastronomía y los paisajes andinos, enfrenta hoy una encrucijada decisiva.

A los efectos directos del calentamiento global y la sequía prolongada, se suman amenazas emergentes: el avance de la megaminería en alta montaña, iniciativas del Poder Ejecutivo Nacional orientadas a flexibilizar leyes ambientales históricas, y una creciente competencia regional por el agua. Este escenario representa un riesgo elevado para la sostenibilidad del turismo en la provincia.

Cambio climático y sequía: el recurso más valioso, en jaque

Mendoza depende casi exclusivamente del agua de deshielo de los Andes. Sin glaciares, no hay riego. Sin riego, no hay vino. Y sin vino, no hay turismo.

El cambio climático ha provocado una disminución sostenida en los caudales de los ríos, pérdida de nieve y retroceso de glaciares. Esto impacta directamente en:

La producción vitivinícola, columna vertebral del enoturismo local.El atractivo paisajístico de fincas, bodegas y rutas naturales.La operatividad diaria del sector turístico (hotelería, gastronomía, actividades al aire libre).

Además, la sequía prolongada incrementa el riesgo de incendios, agrava los conflictos por el uso del agua y amenaza servicios ecosistémicos fundamentales para la vida y la economía regional.

Minería vs. turismo: una falsa dicotomía

En este escenario crítico, cobran impulso proyectos de minería metalífera a cielo abierto, que requieren enormes volúmenes de agua y se localizan en zonas de alta fragilidad ambiental. Aunque se promueven como motores del desarrollo, en la práctica generan una competencia desigual y potencialmente destructiva para actividades territoriales clave como el turismo, la agricultura y la vitivinicultura.

La Ley 7722 y la Ley Nacional de Glaciares (N.º 26.639) fueron creadas precisamente para proteger el recurso más escaso y estratégico de la región: el agua. Su posible flexibilización, a través de decretos o reformas exprés, mantiene en alerta a comunidades, científicos, productores y operadores turísticos.

Los efectos globales de la triple crisis ambiental

La situación de Mendoza no puede analizarse de forma aislada. Naciones Unidas advierte sobre una crisis ambiental sistémica de tres dimensiones interconectadas:

Cambio climático, que altera los patrones meteorológicos y las temporadas turísticas.

Pérdida de biodiversidad, que erosiona paisajes, reduce el atractivo natural y debilita los ecosistemas.

Contaminación, que degrada el agua, el aire y los suelos, afectando la salud de visitantes y comunidades locales.

Mendoza no es ajena a este fenómeno. Si no adapta su modelo de desarrollo, corre el riesgo de quedar fuera de los circuitos internacionales de turismo responsable, perder acceso a certificaciones ambientales y ver deteriorada su reputación como destino verde, ético y de calidad.

El turismo como motor de regeneración

Lejos de ser un espectador pasivo, el turismo debe asumir un rol protagónico como agente de transformación frente a esta crisis. Mendoza dispone de ventajas competitivas únicas:

Un sector vitivinícola comprometido con la producción eno & eco sostenible.Una oferta creciente de turismo rural, comunitario y gastronómico de proximidad.Capital humano calificado y una fuerte identidad territorial.

El camino es claro: avanzar hacia un modelo de turismo regenerativo, basado en la economía circular, la neutralidad de carbono, la conservación de la biodiversidad y la justicia hídrica. Esto requiere voluntad política, coherencia institucional y participación ciudadana efectiva.

Lo que está en juego

Más allá de un producto turístico, lo que se disputa hoy en Mendoza es la continuidad de un modelo económico sostenible, socialmente justo y ambientalmente responsable. Entre los riesgos más inmediatos se encuentran:

  • La reputación internacional del vino mendocino.
  • La confianza en las Denominaciones de Origen Controladas (DOC) e Indicaciones Geográficas (IG).
  • El posicionamiento del turismo enológico basado en paisajes, cultura y naturaleza.
  • La permanencia de certificaciones verdes, en vinos biodinámicos y orgánicos, que diferencian nuestros vinos en los mercados globales.
  • El empleo rural. Conservación de recursos y la economía regional asociada a la actividad turística.

Mendoza tiene todo para convertirse en un modelo internacional de turismo sostenible y resiliente. Pero no puede lograrlo sola ni en contradicción con su entorno natural. La triple crisis ambiental exige una respuesta audaz, coherente y ética.

La decisión no es técnica: es política y cultural. Sin agua no hay vino. Sin ecosistemas no hay turismo. Y sin turismo no hay futuro ni nuevas inversiones para miles de familias que hoy sostienen el arraigo, el empleo y la identidad de la provincia.

Por Daniel E. Velasquez – Fundador del Foro Latinoamericano de Desarrollo Sostenible, consultor y conferencista internacional en enoturismo sustentable y desarrollo de destinos turísticos regenerativos

www.bywine.com.ar / @enoturis / LinkedIn y X: so2clima

Un artículo de Danielasquez
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