Lunes 28 de Octubre de 2024
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El cambio climático representa un reto de gran magnitud para los viticultores en Europa, particularmente para las más de mil denominaciones de origen protegidas, que incluyen las reconocidas producciones de vinos DOC y DOCG en Italia, las cuales representan el 35% del total en la Unión Europea, y en Francia, que alcanza el 31%. Estas denominaciones geográficas ofrecen un marco legal para proteger y reconocer productos específicos vinculados a áreas geográficas definidas, tradiciones y métodos de producción establecidos, todos los cuales sufren las presiones de un entorno climático cambiante.
Un estudio reciente, publicado en Nature Communications y liderado por la Universidad Ca' Foscari de Venecia en colaboración con Eurac Research de Bozen/Bolzano, ha trazado por primera vez la vulnerabilidad de estos vinos europeos ante el cambio climático. La investigación analiza diversos escenarios climáticos junto con los marcos regulatorios y los recursos socioeconómicos disponibles en cada región vinícola de Europa. Los resultados subrayan la exposición variable al cambio climático en función de la ubicación, con los mayores riesgos en países del sureste europeo como Rumanía, Croacia, Bulgaria, Italia y Hungría. En contraste, las regiones de menor exposición son aquellas con influencia oceánica, como Portugal o las Islas Canarias, o aquellas situadas en latitudes altas como Bélgica y los Países Bajos.
El análisis también examina la capacidad de adaptación de cada indicación geográfica. Esta capacidad representa las posibilidades de desplegar acciones y recursos que permitan hacer frente a las nuevas condiciones climáticas, basándose en 15 indicadores socioecológicos. Entre los parámetros evaluados se incluyen la estructura poblacional, la solidez financiera, las habilidades de los recursos humanos y las características naturales de cada territorio que facilitan la adaptabilidad. Los investigadores identifican varios grupos de regiones vinícolas en función de su nivel de vulnerabilidad, destacando que el 5% de las regiones europeas sufren los riesgos más graves en las próximas décadas. Entre estas áreas de alto riesgo están Trebbiano d'Abruzzo y Lambrusco Mantovano en Italia, así como Sierra de Salamanca en España, en parte debido a la insuficiencia de recursos para adaptarse.
Para un segundo grupo, que representa el 25% de las regiones vinícolas europeas, la vulnerabilidad es alta pero no alcanza los niveles críticos. Dentro de este grupo se encuentran denominaciones como Côtes de Provence en Francia, Conegliano Valdobbiadene Prosecco en Italia, Alentejo en Portugal, y Rioja en España, además de varias denominaciones del centro de Italia como Colli Maceratesi y Colline Teramane Montepulciano d'Abruzzo. Las regiones de riesgo moderado y bajo comprenden aproximadamente el 70% restante, entre las que figuran Côtes d'Auvergne y Alsacia en Francia, Rheinhessen en Alemania y Alto Adige en Italia. Para muchas de estas regiones, la capacidad de adaptación, respaldada por recursos económicos y tecnológicos, es clave para mantener su viabilidad. Entre las soluciones que exploran algunas de estas áreas se encuentran el desplazamiento de viñedos a mayor altitud y la inversión en tecnologías avanzadas.
Sebastian Candiago, quien participó en el estudio durante su doctorado en Ciencia y Gestión del Cambio Climático en Ca' Foscari y actualmente es investigador en la Universidad de Bayreuth en Alemania, destaca que las denominaciones de origen europeas difieren enormemente en términos de condiciones climáticas, ambientales, procesos de producción y valores culturales. Estas diferencias contribuyen a definir el "terroir" de cada región, que es el conjunto de factores naturales y humanos que otorgan identidad a los vinos. Según Candiago, los viñedos son cultivos perennes que dependen de condiciones locales específicas para su crecimiento, lo que hace que los productores necesiten anticipación y flexibilidad para responder al cambio climático. Dado que modificar las especificaciones de producción resulta complejo, algunas regiones están explorando alternativas como la gestión del dosel vegetal, el uso de irrigación, la reestructuración de los viñedos, la selección de portainjertos o el uso de cultivos de cobertura.
En otros casos, sin embargo, será necesario realizar ajustes más significativos en las normativas. Un ejemplo de ello es Bordeaux, en Francia, donde se ha comenzado a experimentar con variedades de uva como Touriga Nacional, típicas de Portugal y mejor adaptadas a climas cálidos. Este tipo de experimentación podría fortalecer la resiliencia de la región ante las condiciones futuras. Los resultados del estudio están disponibles en línea mediante un mapa interactivo que permite a los usuarios analizar cada denominación de origen protegida en Europa y sus características ante el cambio climático.
Simon Tscholl et al, Climate resilience of European wine regions, Nature Communications (2024). DOI: 10.1038/s41467-024-50549-w
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